miércoles, 1 de noviembre de 2023

ORLANDO


En Orlando: una biografía (1928), la sexta novela de Virginia Woolf, apenas hay un par de párrafos en los que se señala que la luz saca detalles ajedrezados sobre los edificios o el paisaje, pero ninguna mención específica al juego. Sin embargo, la cubierta de la edición de bolsillo que publicó Edhasa en 2017 presenta como motivo único dos piezas de ajedrez, una dama y un rey, unidos por la base. Con esto, el anónimo autor de la cubierta (las editoriales han recaído en la mala praxis de olvidar los nombres de los diseñadores gráficos, artistas y fotógrafos que hacen sus cubiertas y sobrecubiertas) se refiere a que el protagonista de la obra, Orlando, cambia de sexo en el transcurso de la novela.

Otro ejemplo en el que el ajedrez, con poquísimos medios, es capaz de representar visualmente una obra. Y también de una obra que emplea motivos ajedrecísticos sin tener nada de ajedrez. 

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