martes, 21 de mayo de 2024
EL AJEDREZ DE KIKI DE MONTPARNASSE
lunes, 20 de mayo de 2024
FLORA SANDES
domingo, 19 de mayo de 2024
¡YA HACE BUEN TIEMPO!
sábado, 18 de mayo de 2024
FUNKY Y LIVINIA
12 de julio de 1972 |
—Así que, recuerda, Livinia. En ajedrez, el rey solo puede mover una casilla cada vez; la dama, en cambio, puede mover tantas cuantas quiera.
—A Gloria Steinem le gustaría esto.
5 de mayo de 1973 |
—Estoy de acuerdo en que el movimiento de liberación de la mujer es importante, Livinia... Pero ¿no podríamos pasar de todos estos grupos independientes y simplemente trabajar para la liberación de la humanidad?—¿Acaso eres una especie de anarquista?
viernes, 17 de mayo de 2024
UNA PARTIDA INTERESANTE
jueves, 16 de mayo de 2024
VLADIMIR CHUCHALOV POR PASCAL MAOLONI
miércoles, 15 de mayo de 2024
MIJAÍL TAL, POR PASCAL MAOLONI
martes, 14 de mayo de 2024
SEEKING JUSTICE (EL PACTO)
Precisamente, la noche en que su mujer es asaltada, el profesor está jugando con un amigo en un club de Nueva Orleans. El club está bien ambientado. Mesas largas que albergan varios tableros, relojes digitales, planillas, murales, piezas sucias...
El gambito Evans |
Desviación de la dama... |
... y mate |
lunes, 13 de mayo de 2024
L'ESTACIÓ DE PORTBOU
ZugzwangL'instant paralitzat. ¿Podem prescindir del final anunciat? No roda el temps. ¿No hi ha solució? Immòbils, ens cobreix la pols dels astres morts mentre es desfan els camins de la compassió.
Fas l'aprenentatge d'escoltar. Més enllà del silenci encara hi ha silenci. L'espai mut de la cridòria. No coneixes com funciona el mecanisme dels miralls, però vols tenir algun paper, per petit que sigui, en aquesta història.
Voldries ser la veu que no s'atura.
Traducción
El instante paralizado. ¿Podemos prescindir del final anunciado? No rueda el tiempo. ¿No hay solución? Inmóviles, nos cubre el polvo de los astros muertos mientras se deshacen los caminos de la compasión.Haces el aprendizaje de escuchar. Más allá del silencio todavía hay silencio. El espacio mudo del griterío. No conoces cómo funciona el mecanismo de los espejos, pero quieres desempeñar algún papel, por pequeño que sea, en esta historia.Quisiera ser la voz que no se detiene.
JORDI CARRIÓ (POEMAS)
MANEL ESCLUSA (FOTOGRAFÍA)
CURBET EDICIONS. BARCELONA, 2016
domingo, 12 de mayo de 2024
MILICA SALAŠKI
sábado, 11 de mayo de 2024
TOBi
viernes, 10 de mayo de 2024
JAQUE MATE, POR DAVID GOODRICH
Otra obra de temática ajedrecística de David Goodrich (1962-2014).
jueves, 9 de mayo de 2024
JAQUE AL SUR
miércoles, 8 de mayo de 2024
DAVID GOODRICH
martes, 7 de mayo de 2024
URRACA I DE LEÓN
Urraca es una novela de Lourdes Ortiz (1943) publicada en 1982.
Urraca es Urraca I de León (1081-1126). Urraca la Temeraria. La primera mujer en Europa que ocupó un trono de pleno derecho sin compañía de varón.
La novela adopta la forma de una crónica narrada por la propia reina. Mientras está presa, en manos de su hijo y del obispo Gelmírez, Urraca decide tomar posesión de su voz, ser su propia cronista. Y empieza contando su historia, la de su padre, Alfonso VI, llamado «el Bravo» y la de su madre, Costanza de Borgoña. Urraca cree que aunando la fortaleza de su padre, que no dudó en tomar el poder, aun a costa de litigar y matar a sus propios hermanos, con la astucia diplomática de su madre podrá alcanzar la corona.
Hay pues una dura reflexión sobre el poder, sobre lo que significa el poder, sobre los sacrificios y ofensas que hay que padecer y cometer para alcanzarlo y mantenerlo. Esta lucha por el poder está caracterizada desde el principio como un juego. Y en la época medieval, ese juego no puede ser otro que el ajedrez. El juego que simboliza como ningún otro la sociedad estamental.
«El reino es como un tablero», repetía mi padre y pasaba tardes enteras desplazando las piezas, avanzando, acorralando el enemigo.
Urraca escribe desde la pérdida del reino, pero en sus reflexiones no hay otro lamento que el no haber comprendido bien la situación, como un jugador de ajedrez. No se esconde, no apela a la mala suerte ni a la voluntad divina ni a la traición de sus amigos. Solo:
Yo he fallado; bajé la guardia; perdí un peón o una torre, cuando la partida aún estaba sin decidir y, en este jaque mate final, constato que no supe aprovechar del todo las enseñanzas de mi padre.
Este es un juego preciso en el que nadie puede distraerse, porque si pierdes el caballo estás debilitando al rey. Yo, Urraca, la hija de Alfonso, en un momento que se me escapa, perdí la partida.
Y la solución pasa por esperar la oportunidad, recolocar las piezas, volver a empezar:
Había que reforzar la autoridad, demasiado quebrantada, devolver cada pieza del juego a su posición de origen.
Las intrigas cortesanas, las guerras contra los almorávides, el matrimonio impuesto, el enfrentamiento con su hijo siguen interpretándose como un juego de estrategia, pero al mismo tiempo el discurso se complica. Urraca comienza a reflexionar sobre el hecho mismo de narrar, sobre lo difícil que es contar algo, lo difícil que es reducir una vida a unas pocas líneas de texto.
Y en paralelo, piensa en lo manipulables que son los discursos, lo que elegimos para contar y lo que elegimos para callar, la luz que le damos a unos acontecimientos y la sombra que proyectamos sobre otros.
—Si supieras jugar al ajedrez…
...le dice al hermano Roberto, el monje que la acompaña y que es confidente y testigo de sus palabras. Como si al no saber jugar no pudiera entender del todo las sutilezas, las estrategias, la profundidad de la intriga política, de la lucha por el poder.
Para enseñarle a jugar le propone que fabrique un juego de ajedrez:
Lo sugerí hace una semana y desde entonces el hermano Roberto talla las piezas en delgadas ramas de álamo. Prometí enseñarle y él concluye un caballo al que ha puesto nombre, Lucero, y me describe cómo será la reina, imagen en madera de esa que a su lado se adormece y se deja llevar por la melancolía. Hablamos del reino, y yo, como mi padre, intento compararlo con un tablero, donde el monarca hábil debe mover las piezas. Roberto me habla entonces del ángel de la muerte.
También el rey, le digo, encarna al ángel. Yo, tu reina, dispuse de la vida de mis súbditos, y ellos, peones sin nombre de mi tablero, cayeron en batallas que yo decidía. Yo fui señora de la muerte, porque puedo moverme de un lado para otro y puedo en un momento determinado dar jaque al rey.
A modo de enseñanza, Urraca cuenta una anécdota legendaria que nosotros contamos hace unos años en una entrada dedicada al rey abadí de la taifa de Sevilla al-Mutamid y que puede leerse aquí.
Lourdes Ortiz lo cuenta así:
—¿Sabes? —le digo—, mi padre se prendó cierto día de un ajedrez extraordinario, cuyas piezas estaban talladas en sándalo, áloe y ébano. Hubiera dado su reino porque aquel ajedrez fuera suyo. No dio el reino, pero perdió una batalla, sin plantear combate.
El monje se entristece y mira sus toscas piezas, pidiéndome disculpas.
—Cuando las dé color… —dice, y sonríe al pensar en el dorado y en el azul, en el manto rojo que cubrirá a la reina.
—Un ajedrez de áloe, sándalo y ébano —y el monje se cuelga del sonido de las palabras y yo presiento la codicia y la decepción de mi padre. Él, que no se resignaba a perder, que no admitía un solo fracaso, tuvo que retirar sus tropas; no consiguió el ajedrez y tuvo que aceptar que Aben Ammar saboreara el doble triunfo.
—¿Y aquella partida?
Claro. Es mejor que vuelva a las jugadas de mi padre, a sus cabezonadas de niño; el juego del ajedrez no hace ningún daño, y un rey debe saber perder, aunque se vea obligado a retirar sus ejércitos.
—Mi padre presionaba en las tierras de al-Mutamid y del rey de Sevilla. Aben Ammar dirigía entonces las huestes de su señor; sabia que mi padre amaba el juego y conocía sus debilidades de coleccionista e hizo llegar hasta sus oídos el rumor de que poseía el más hermoso ajedrez que jamás fuera tallado y que estaba dispuesto a jugárselo. Mi padre aceptó el desafío.
Mi padre se dejó tentar; era el ajedrez a cambio de un deseo que Aben Ammar no formularía hasta el final de la partida. Cuando ganó, el moro puso condiciones: las tropas cristianas tendrían que alejarse de la frontera.
La parte final de la novela es una reflexión metaliteraria sobre el discurso, la palabra y la escritura. La narración termina en el momento en que su hijo decide reclamarla a la corte, poniendo fin a su cautiverio...
Y todo lo demás son vaivenes de una misma historia de encuentros y desencuentros; episodios de una larga partida de ajedrez.
Pieza de ajedrez medieval de procedencia española. Siglo XII. Museo Walters de Baltimore |
URRACA
PUNTUAL EDICIONES. MADRID, 1982
lunes, 6 de mayo de 2024
PILHES vs MARIANNE
domingo, 5 de mayo de 2024
AJEDREZ, ARTE Y CULTURA
sábado, 4 de mayo de 2024
LOS ENEMIGOS, DE JULIO ALAN LÉPEZ
...preconizaba el verso, porque impide que los espectadores olviden la irrealidad, que es condición del arte.
También de Jorge Luis Borges. En este caso El milagro secreto (Sur; Buenos Aires, 1943. Posteriormente compilado en Ficciones (Sur; Buenos Aires, 1944). En este cuento, el protagonista, Jaromir Hladík, un escritor checo que va a ser fusilado por los nazis, sueña con una partida de ajedrez que no disputan dos personas sino dos familias a lo largo de los siglos por un premio que nadie recordaba pero que se presumía enorme y quizá infinito.
viernes, 3 de mayo de 2024
AQUÍ Y AHORA. CORRESPONDENCIA 2008 - 2011. PAUL AUSTER Y J. M. COETZEE
En 2008, el norteamericano Paul Auster (1947 - 2014) y el sudafricano, nacionalizado australiano, J. M. Coetzee (1940) se conocieron personalmente. De ese encuentro surgió un diálogo en forma epistolar que tomó forma de libro en 2013 (Here and Now: Letters, 2008–2011. Viking Press, New York, 2013).
En dos de las cartas (6 y 9 de abril de 2009) se hace referencia al ajedrez.
En la correspondencia entre ambos escritores, los temas van desarrollándose poco a poco, a través de varias cartas, entremezclándose con otros asuntos. El que nos interesa, el ajedrez, llega dentro de un prolongado intercambio de opiniones sobre el deporte en general: la participación activa o pasiva (practicar un deporte o ver como lo practican otros), la ética en el deporte profesional, la satisfacción estética que genera ver a alguien hacer algo que no está al alcance de la mayoría, los placeres de la competición...
Y es aquí, ante la apelación a los placeres de la competición por parte Auster, donde Coetzee introduce el tema.
Coetzee cuenta que en su veintena era muy aficionado al ajedrez. Por esa época se mudó a Nueva York desde Europa e hizo el viaje en barco. En el buque se organizó un torneo de ajedrez al que se apuntó. Logró llegar a la final. La partida fue larguísima, al amanecer todavía seguían jugando. Coetzee tenía una pieza de menos, pero las suyas eran mucho más activas. El viaje llegaba a su fin, ya se veía la costa, y decidieron dejar la partida en tablas. Parecía un buen acuerdo.
Pero ahí empezó el calvario de Coetzee. Poco a poco la idea de que podía haber ganado ocupó su mente. Reconstruyó la partida de memoria y se entregó, en los tres días que duró el viaje en autobús hasta su destino final, en analizar obsesivamente la posición intentando encontrar la continuación ganadora. Ni se fijó en Nueva York, realmente nueva para él, ni en los paisajes del país que iba a ser su nueva residencia. Solo ajedrez.
No volvió a jugar.
La experiencia le llevo a considerar la competición como algo negativo:
Lo que yo asocio con la competición no es placer en absoluto, sino un estado de posesión en el que la mente se ofusca en una única meta absurda: derrotar a un desconocido por el que no sientes ningún interés, a quien no habías visto nunca y a quien no volverás a ver.
A partir de ahí siguió practicando algún deporte pero sin que ganar fuera el componente esencial.
La respuesta de Auster llegó dos días más tarde. Él también había pasado un periodo de interés por el ajedrez en torno a los veintipocos años —«es sin duda el juego más obsesivo que ha inventado el hombre, el más perjudicial para la mente»— pero decidió dejar de jugar después de tener pesadillas en las que soñaba con piezas y combinaciones. Temió volverse loco.
Auster admite que ganar y perder son algo secundario que lo importante es el sentimiento de liberación de la propia conciencia que supone entregarse plenamente a la práctica deportiva. Algo mucho más difícil en cualquier otra actividad. Él nunca ha sentido un sentimiento de rechazo como el de Coetzee y lo atribuye a que los deportes que practicó son colectivos (baloncesto y béisbol), donde la responsabilidad ante victoria y derrota es distinta.
ANAGRAMA. BARCELONA, 2012
TRADUCCIÓN DE BENITO GÓMEZ IBÁÑEZ Y JAVIER CALVO
jueves, 2 de mayo de 2024
PAUL AUSTER SOBRE EL AJEDREZ
AQUÍ Y AHORA. CARTAS 2008 - 2011