Una de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna dice que "El Pensador de Rodin es un ajedrecista a quien le han quitado la mesa".Lo mismo debió pensar el diseñador de la camiseta que les enseño sobre estas líneas por lo que decidió restituirsela, añadiendo de paso un mate en dos. El mate es bastante simple pero para evitar que fuercen la vista les muestro la posición en el diagrama que les enseño bajo estas líneas.
Y siguiendo con Ramón: la lectura de su prólogo a la edición de sus "Greguerías selectas", publicadas por Saturnino Calleja en 1919, me ha ayudado muchísimo a reconocer la raíz del mal que me aqueja. Juzgue el lector:
"El ajedrezado blanco y negro es una obsesión para nuestros ojos... ¿Qué misteriosa persuasión hay en él?... Caza nuestras miradas, las liga a él, las marea, las fascina, las retiene... Los pisos ajedrezados distraen nuestras miradas, que se quedan fijas en el suelo largos ratos sin poder levantarse, aunque la pizarra de los suelos, ya un poco gris y descolorida, no logra el contraste del negro que se necesita junto al blanco alternante... Así, en el juego del ajedrez también, lo que aficiona, lo que hace no levantar la cabeza del tablero, no es la pueril diversión de ese juego, sino el ajedrezado blanco y negro, la visualidad, la exaltación, la destreza, la emoción que hay en él... ¡El magnetismo, la clave, la gracia formidable que hay en el ajedrezado, es algo misterioso y absorvente, cuyo oscuro dominio nos somete! Es el contraste entre la vida y la muerte, es la absorvancia de las viudas blancas y negras, es el sí y el no"
Y siguiendo con Ramón: la lectura de su prólogo a la edición de sus "Greguerías selectas", publicadas por Saturnino Calleja en 1919, me ha ayudado muchísimo a reconocer la raíz del mal que me aqueja. Juzgue el lector:
"El ajedrezado blanco y negro es una obsesión para nuestros ojos... ¿Qué misteriosa persuasión hay en él?... Caza nuestras miradas, las liga a él, las marea, las fascina, las retiene... Los pisos ajedrezados distraen nuestras miradas, que se quedan fijas en el suelo largos ratos sin poder levantarse, aunque la pizarra de los suelos, ya un poco gris y descolorida, no logra el contraste del negro que se necesita junto al blanco alternante... Así, en el juego del ajedrez también, lo que aficiona, lo que hace no levantar la cabeza del tablero, no es la pueril diversión de ese juego, sino el ajedrezado blanco y negro, la visualidad, la exaltación, la destreza, la emoción que hay en él... ¡El magnetismo, la clave, la gracia formidable que hay en el ajedrezado, es algo misterioso y absorvente, cuyo oscuro dominio nos somete! Es el contraste entre la vida y la muerte, es la absorvancia de las viudas blancas y negras, es el sí y el no"