jueves, 2 de noviembre de 2023

DUCHAMP POR MAN RAY

Retrato de Marcel Duchamp por Man Ray. Está fechado entre 1920 y 1921, por lo que se realizó cuando el artista francés había terminado su aventura bonaerense, que le había mantenido en la capital argentina durante nueve meses entre 1918 y 1919, y estaba de regreso en Nueva York. Duchamp se fue a Buenos Aires con idea de trabajar en su obra El gran vidrio. Pero lo que realmente pasó allí fue que perdió progresivamente interés en el arte mientras ganaba afición por el ajedrez profesional.

La fotografía de Man Ray parece certificar esta transición. Duchamp está manipulando algo con las manos que no se identifica muy bien y mantiene la mirada fija delante de sí. El fotógrafo estadounidense ha elegido una iluminación lateral, que genera unas sombras muy marcadas sobre la pared que hay tras el francés. Estas sombras destacan un perfil de Duchamp que parece estar ofreciendo el tablero que hay fijado en el muro como si fuera una ofrenda. Tablero que, por otra parte, ha ocupado el lugar que tradicionalmente está destinado para la pintura: la pared.

Dada la amistad y complicidad que ambos artistas mantuvieron toda su vida, no es descabellado pensar que pudieran concebir esta fotografía conjuntamente, que Duchamp le pidiera asistencia técnica a Man Ray para plasmar su idea: el abandono del arte y su sustitución por el ajedrez. No desmiente lo que decimos el hecho de que Man Ray no pusiera en circulación esta fotografía, que permaneció en su colección particular hasta su muerte.

La presencia de un tablero sobre el muro nos parece enormemente significativa. Mucho después, en 1966 Marcel Duchamp firmaría Homage a Caissa, un readymade que consistía simplemente en un tablero de ajedrez que se colgaba en una pared. Esta foto podría ser el más lejano precedente de esa idea.

También se conserva un abundante material gráfico, alguno muy temprano, que muestra tableros de ajedrez colgados de los muros de varios de los estudios que ocupó Duchamp a lo largo de su vida. Es probable que los utilizara para analizar posiciones o tener a la vista las partidas por correspondencia que disputó durante muchos años.


Estudio de Marcel Duchamp en la calle 67 esquina 33 Oeste en Nueva York en los años 1916 y 1917.
Entre varios readymades podemos ver un tablero con una posición

Fotografía de Denise Bellon de 1937. No he sabido identificar el estudio 

Fotografía de Percy Rainford en el estudio de la calle 120 Oeste esquina con la catorce, en Nueva York, 11 de enero de 1945

Secuencia de cuatro fotografías realizadas por Salvador Dalí en los años sesenta

Podemos concluir que esta foto es muy importante en la evolución de las inquietudes de Duchamp: la sustitución del arte por el ajedrez como eje principal de su pensamiento. En las célebres conversaciones que tuvo con Pierre Cabanne en 1966, declaró:

Una partida de ajedrez es una cosa visual y plástica, y si bien no es geométrica en el sentido estático de la expresión, al menos es mecánica, puesto que es algo que se mueve; es un dibujo, una realidad mecánica. Las piezas no son hermosas por sí solas, así como tampoco la forma de juego, por lo que es bello —si es que se puede emplear esta palabra— es el movimiento. Así pues, se trata, en efecto, de una mecánica, en el sentido, por ejemplo de un Calder. En el ajedrez hay, ciertamente, cosas extraordinariamente hermosas en el ámbito del movimiento pero no, en absoluto, en el ámbito visual. En este caso lo que es hermoso es la imaginación del movimiento. Es algo que ocurre totalmente en la materia gris. 

Conversaciones con Pierre Cabanne. Anagrama. Barcelona, 1972. Página 21

La presencia en el muro del tablero, sustituyendo al cuadro, ofreciendo una  obra en constante cambio, que se dirige a la inteligencia y no a los sentidos (como demandaba Duchamp del arte) podría ser, como admite un poco más adelante el propio Duchamp, la obra de arte ideal. 

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