El poeta uruguayo Ricardo Paseyro, fallecido recientemente, es el protagonista de la entrada de hoy. Paseyro publicó sus primeros poemas, que obtuvieron una buena acogida por parte de poetas de la altura de José Bergamín o Pedro Salinas, a principios de la década de los 50. Por esa misma época se instaló en París donde ocupó cargos diplomáticos hasta que la dictadura militar le destituyó en 1974. Adoptó la nacionalidad francesa y tradujo un considerable número de obras francesas al español lo que le reportó el reconocimiento de su país de adopción que le galardonó con importantes premios.
Defensor de una poesía que constituya un fin en sí misma, no dudó en criticar a aquellos que pensaba que ponían la poesía al servicio de otros fines, sin importarle lo encumbrados que estuvieran, lo que le granjeó no pocas enemistades y le causó algunos sinsabores.
Gran parte de su obra poética fue publicada en España, país a donde viajaba con frecuencia. Así pasó con Ajedrez, su poemario de 1998, cuyo poema de idéntico título transcribimos a continuación.
Defensor de una poesía que constituya un fin en sí misma, no dudó en criticar a aquellos que pensaba que ponían la poesía al servicio de otros fines, sin importarle lo encumbrados que estuvieran, lo que le granjeó no pocas enemistades y le causó algunos sinsabores.
Gran parte de su obra poética fue publicada en España, país a donde viajaba con frecuencia. Así pasó con Ajedrez, su poemario de 1998, cuyo poema de idéntico título transcribimos a continuación.
AJEDREZ
Adelanto el trebejo. La casilla
blanca, vacía, libre de rivales,
fuerza mi voluntad, mientras la mente
adivina el engaño, sin salvarlo:
planteado el desafío, la derrota
representa la ley, si mal se juega.
Y es ilusión la suerte. La partida
acaso estaba ya dicha y resuelta
antes de comenzarla. ¿Pierde o gana
quien ignora porque vino al tablero?
FICHA TÉCNICA
RICARDO PASEYRO
AJEDREZ
VERBUM. MADRID, 1998