La fotografía que mostramos sobre estas líneas se titula "Placer solitario". En principio parece algo ajeno al ajedrez que necesariamente requiere del "otro" para poder consumarse. Y sin embargo los compositores de problemas o estudios, los solucionistas, los analistas y hasta los jugadores por correspondencia, aunque estos solo aparentemente, disfrutan de su afición, de su vicio, en solitario.
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Los humoristas siempre se han fijado en la comicidad del jugador solitario, en el sin sentido de un jugador sin adversario, sin enemigo. Y en su tristeza. El lector recordará más de un chiste, de una viñeta, de un cortometraje en la que el solitario jugador va ocupando consecutivante ora el lugar de las blancas, ora el de las negras, en una absurda partida contra sí mismo. Y quizá esta sea una más de las alegorías en las que el ajedrez es tan pródigo: nuestra vida no es sino una absurda partida contra nosotros mismos.
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El fotógrafo francés René Maltête es uno de los que mejor han hecho reír a través de una lente (con permiso de Doisneau -¿le recuerdan?- y Erwitt) por lo que no podía dejar escapar este tema. Maltête es el autor de la imagen de hoy. Imagen que por cierto aparece reproducida en innumerables sitios de internet sin citar a su autor. Sirva pues la nota de hoy para reivindicar su nombre.