El río de cenizas es una novela de Rafael Reig publicada en 2022 de la que entresacamos una cita hace algún tiempo. Un hombre al que un ictus y sus muchos años han llevado a una residencia de ancianos tan privada como lujosa escribe una suerte de confesión dirigida a su hijo en la que pretende ajustar cuentas con su pasado y buscar un sentido a su vida y quizá una postrer redención.
En la residencia mantiene una intensa pugna personal y ajedrecística con otro de los asilados, Nicanor Valverde. Nicanor, Nica, viene descrito de la siguiente forma:
Sobre la mesa tenía un tablero de ajedrez y un libro con el que debía estar estudiando alguna partida. Era de corta estatura, pero disfrutaba de una melena blanca de senador romano o de poeta lírico. (...) El ajedrecista parecía un buhonero, con su pañuelo rojo anudado al cuello, su camisa de lunares, su chaqueta de lana azul y unas zapatillas de felpa con un escudo heráldico.
Aunque se supone que juegan muchas más, en la novela se hace referencia expresa a trece partidas, de las que nuestro protagonista gana 5 y pierde 8. Los jugadores ensayan gran número de aperturas: tres italianas —incluido un Gambito Evans—, cuatro sicilianas —con un gambito Morra en una de ellas—, un Sistema Londres, una Benoni y una Apertura inglesa.
Elegante pero informal, diríamos: solo le faltaba un bombín. Dejó sobre la mesa el tablero, la caja de los trebejos y el reloj de la almoneda o anticuario, y se acercó a saludarme, magnífico, grave y autorizado. Me felicitó por mi pronta recuperación y manifestó su alegría al verme bueno y sano, y me invitó a jugar. Trasladó mi copa de vino a su mesa y, tras extender con delicados ademanes los faldones de la chaqueta, tomó asiento y sorteamos los colores. De los puños cerrados que me presentó elegí el izquierdo: un peón negro. Puso en marcha el reloj, veinte minutos para cada uno. Avanzó dos escaques su peón de rey, e4, a lo que respondí con una siciliana, con mi peón de alfil rey* en c5. Él avanzó dos casillas su peón de dama, d4. Me comí su peón sin titubear. Los gambitos siempre se aceptan, me enseñaba en mi juventud el maestro Cifuentes, y luego ya veremos lo que pasa. El chamarilero hizo un movimiento sorprendente, me ofreció otro peón, el del alfil del flanco de dama, movió c3. Sin pensarlo, me lo comí también, y apreté el botón del reloj. Entonces me di cuenta, era el gambito Morra (o Smith-Morra), y ahora tenía que aguantar el chaparrón. El blanco o buhonero entrega dos peones a cambio de desarrollo y de abrir líneas para un ataque peligroso. Ceder material y ganar posición: la esencia de cualquier sacrificio. El segundo peón no se debe aceptar: te quedas desprotegido, como si el blanco o vendedor ambulante hubiera tirado de un hilo hasta descoser toda mi ropa y dejarme en pelotas o in púribus. Se lanzó sobre mí como un terremoto y en quince jugadas más tuve que rendirme. Nos sobró tiempo a los dos. Escuece, ya lo creo que escuece, porque no se juega contra las piezas del adversario, sino contra su ego. El momento que más disfruto en una partida, decía Bobby Fischer, es cuando por fin consigo destruir su ego. O su alma, o su amor propio, diría yo, que soy tan reacio a Freud como a las espinacas.
*Evidentemente es el peón del alfil de la dama. Es un error de imprenta porque Reig sabe perfectamente lo que es una defensa Siciliana.
El ajedrez sirve en esta novela como aporte costumbrista, ya Alfonso X indicaba en su tratado que el ajedrez era una actividad adecuada para viejos (aunque sus mejores participantes sean cada vez más jóvenes), pero también para demostrar que el ánimo combativo, la lucha, la resiliencia, permanecen con nosotros hasta nuestras postrimerías. Además de, por supuesto, satisfacer el declarado amor por este juego del autor.
EL RÍO DE CENIZAS
TUSQUETS. BARCELONA, 2022
2 comentarios:
Querido amigo (siquiera sea unilateralmente, es decir, por mi parte), hace años que te sigo y disfruto en este libérrimo y acogedor espacio digital. Gracias por mantener esta puerta abierta que da al aire puro. Y gracias por dedicarme atención que no merezco. Hace unos años vino a mi pueblo un amigo tuyo, Javier Moreno, maestro, que ofreció unas simultáneas (en las que participé, claro, con el resultado predecible). Luego invité al maestro y señora a tomar unas copas. Mucho nos reímos y recuerdo que intentó recomendarme tu blog, a lo que le respondí que eso era como recomendarme a Galdós, ya llevaba tiempo siguiendo tu blog cuando me lo dijo. Le encomendé saludos y parabienes para ti, pero imagino que se le habrá pasado. Te los mando yo mismo, ya debería haberlo hecho antes, pero me provoca timidez dirigirme a alguien muy apreciado a través de internet. Por supuesto te agradezco y me enorgullece tu generoso interés por mis novelas, y no solo por el ajedrez, sino por las novelas como tales. Una precisión: la idea de que lo importante es aprender a ganar partidas que tenías perdidas es una cita amistosa y muy sabia de mi amigo Francisco Serrano Martínez, un ajedrecista de bastante peso, 1873 FIDE, aunque algo retirado. Quería darle en público el crédito que merece y el agradecimiento que le debo (no solo por eso). Lo de el club Al paso en la Autónoma es inventado, jugaba, sí, pero no teníamos club. Sólo he jugado muy a gusto en el Colmenarejo, ahora en Al Paso Cercedilla y una temporada en Nueva York en un club que estaba en un hospital perdido en la pradera de Setauket, en Long Island. Fui, pregunté en recepción, y tras un laberinto de pasillos encontré una sala con diez o doce jugadores. Tras un par de partidas, pregunté dónde podía fumar y me indicaron una puerta que daba directamente a la calle, la clásica salida de emergencia que los jugadores calzaban con un tarugo de madera para que se pudiera volver a entrar (un clásico del torneo de El Escorial, a su vez un clásico veraniego del ajedrez de la sierra). Di una calada y luego una media vuelta, y sobre la puerta que acababa de cruzar vi el cartel que ponía: Mental Health Unit. Tal cual, así pasó. Me dio bastante que pensar. En fin, qué te voy a contar, será una chaladura el ajedrez, pero a mí me ha regalado mucha felicidad. Pues lo dicho, enhorabuena, gracias y un abrazo agradecido, y el saludo que he tardado en atreverme a enviarte. Sigue, que es un placer y muy instructivo leerte. Muy cordialmente, Rafael.
Hola Rafael:
Es un placer leer tus palabras. Y te agradezco de corazón tu interés en mi blog. Yo sigo tu trabajo desde que hace muchos años un amigo me puso en la pista de tu obra. Siempre me ha gustado mucho lo que escribes, y el ajedrez le pone la guinda. Por cierto, lo de «Mental Health Unit» me parece de antología (me gustaría publicar algo sobre ello).
Como sé que tienes una librería en Cercedilla y yo soy comprador compulsivo de libros, quizá podamos vernos un día allí y charlar en persona y ver alguna partida.
Un fuerte abrazo.
Mariano
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