Una taza de té o café; los útiles para fumar: pipa, cigarrillos, cenicero, mixtos...; un tablero con el rey negro en posición de mate, y un gato curioso componen este bodegón de Cyril Bouda (1901-1984), un autor checo al que encaja bien el calificativo de polifacético: pintor, ilustrador de libros, diseñador de tapices, diseñador de billetes y sellos postales, diseñador de ex-libris, autor de películas de dibujos animados y profesor.
Es el bodegón un género pictórico que hunde sus raíces en la Antigüedad, en donde se colocaban en la entradas de las casas, como anticipo para los invitados de los manjares con que se le iba a obsequiar, y que ganó en complejidad y valor simbólico durante las edades Media y Moderna, en las que detrás de flores y viandas, de vasijas y perolas, se escondía muchas veces una alegoría moral o un aviso religioso, no en vano Teresa de Ávila escribió que también «entre los pucheros anda el Señor».
Desacralizado el tema, como en este caso, ha pasado a representar la comodidad burguesa, la felicidad que ofrecen los pequeños placeres domésticos. El olor del café, el tabaco —¡ay, el tabaco!— y el ronroneo de un gato son sin duda algunos de esos vicios todavía impunes, al menos parcialmente, por más que el mate del tablero nos de un aviso para el futuro y el cenicero contenga una amarga reflexión sobre la vida.
Esta se expresa mediante un proverbio italiano del siglo XVI, grabado en el arquitrabe de un edificio de la localidad de Ascoli Piceno, que dice:
Chi pó non vó,
chi vó non pó,
chi sa non fa,
chi fa non sa,
e cosí il mondo male va!
Lo podemos traducir por «quien quiere no puede, quien puede no quiere, quien sabe no hace, quien hace no sabe; y así va el mundo: mal».
Quizá algunas cosas no hayan cambiado tanto en los últimos cinco siglos.
FICHA TÉCNICA
CYRIL BOUDAZÁTIŠÍ SE ŠACHOVNICÍ (BODEGÓN CON TABLERO DE AJEDREZ), 1942
ÓLEO SOBRE TABLA. 39,5 x 49,5 cm.
COLECCIÓN PARTICULAR
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