Estamos a bordo de un paquebote que acaba de zarpar de Nueva York. Entre los pasajeros que disfrutan del viaje en cubierta, un hombre solitario contempla ensimismado una partida de ajedrez que están disputando dos viajeros. Otro pasajero se dirige al mirón lo que nos permite conocer su nombre: Stefan Zweig. Pronto averiguamos que el escritor austriaco se dirige a Brasil desde Nueva York para proseguir un exilio que se remonta a 1934, fecha en la que Hitler se hizo con el poder en Alemania. Esto nos sitúa en agosto de 1941.
Una partida de ajedrez en un crucero nos remite inmediatamente a la última novela de Stefan Zweig, la celebérrima Novela de ajedrez, concluida precisamente en Brasil pocos días antes del suicidio de su autor en Petrópolis.
El cómic recoge los últimos días del escritor, deprimido por su largo exilio, angustiado ante lo que cree una victoria inminente de los ejércitos del Eje frente a los aliados —sensación que se incrementa con la caída de Singapur en manos de los japoneses en febrero de 1942, tras la cual Zweig consideró que se había perdido la guerra porque los ejércitos japoneses se unirían a los alemanes y no encontrarían obstáculo alguno para invadir América—. Apartado de su país, de sus libros, de sus amigos, los últimos días de Stefan Zweig son un amargo paseo por un desencanto que no logra mitigar el trabajo literario.
Zweig siempre se había mostrado muy interesado en el ajedrez. En su autobiografía El mundo de ayer contaba que el ajedrez era uno de los pocos juegos que apreciaba en su juventud:
Tan despreciable como entrenar el cuerpo, nos parecía malgastar el tiempo en el juego; tan solo el ajedrez, que exigía un esfuerzo mental, hallaba un poco de merced a nuestros ojos.
Su relación con el juego, no obstante, no pasó de la de un mero aficionado que se reúne de vez en cuando con algún amigo para disputar una partida.
La redacción de Novela de ajedrez aumentó ese interés. Hasta el punto que cuando había terminado el manuscrito se lamentaba de no haber podido hacer que un profesional del ajedrez revisase su obra para corregir los posibles errores.
La soledad en que vivía el matrimonio Zweig en Petrópolis se veía paliada por la visita de unos pocos amigos. Entre ellos, el periodista Ernst Feder, también exiliado, que siendo vecino acudía con regularidad a visitarlos. A Stefan le gustaba jugar al ajedrez con él.
Lo hizo incluso el día antes de su muerte, cuando ya había enviado las cartas en las que explicaba las razones de su decisión y se despedía de familiares y amigos.
El veintidós de febrero de 1942, Stefan Zweig y su esposa Lotte ingirieron una dosis mortal de barbitúricos. Fueron encontrados al día siguiente, tumbados en la cama y con sus manos entrelazadas.
Cuando después de su suicidio las autoridades hicieron inventario de los bienes de Zweig contabilizaron unos cuantos libros; un reloj, un anillo, unos gemelos, un alfiler de corbata, una máquina de escribir, un aparato de radio, dos pipas usadas y un tablero de ajedrez. Eso es todo lo que poseía a su muerte el escritor más popular del mundo en los años 20 y 30 del siglo XX.
Si bien siempre es lamentable que los tableros que aparecen en las obras gráficas estén mal colocados, en el caso de Zweig, cuya novela más conocida es precisamente Novela de ajedrez, esto es doblemente lamentable. Y el cómic con el que estamos ilustrando estás notas no escapa a esta maldición. En varias de las imágenes aparece un cuadro negro a la derecha.
El médico y escritor francés Laurent Seksik publicó en 2010 "Les dernieres jours de Stefan Zweig" (Flammarion. París, 2010. Edición española "Los últimos días de Stefan Zweig"; Casus belli. Madrid, 2010) una novela que relata los últimos dieciocho meses de la vida del escritor austriaco Stefan Zweig en su exilio brasileño.
La novela cosechó un éxito inmediato y el propio autor realizó una adaptación teatral y, en colaboración con Guillaume Sorel, una versión para cómic que es de la que hemos hablado aquí.
FICHA TÉCNICA
LOS ULTIMOS DÍAS DE STEFAN ZWEIGLAURENT SEKSIK (GUIÓN) GUILLAUME SOREL (DIBUJO)
NORMA EDITORIAL. BARCELONA, 2014
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