En El museo de la rendición incondicional, el hermoso libro de Dubravka Ugrešić sobre la memoria y el exilio, la traición y la amistad y, sobre todo, la soledad, se menciona dos veces de forma incidental el ajedrez.
La primera al hablar de una amiga de la narradora (entendemos que la propia Ugrešić), profesora de literatura:
Con Ivana la vida cotidiana, cada salida al cine, ir de compras o a tomar algo, parecía una fiesta. Tenía ese raro don. Era una devoradora de libros, jugaba al ajedrez estupendamente, las lenguas se le daban bien...
La segunda al referirse a un grupo de exyugoslavos exiliados que se reúnen en la cafetería del Museo de la Rendición Incondicional de Berlín:
Renegridos, demacrados, con rostros oscuros y abollados, mis compatriotas juegan al ajedrez y a las cartas.
El Museo de la rendición incondicional existió realmente en el Berlín oriental y estaba dedicado a la rendición de Alemania después de la II Guerra Mundial. Cerró en 1994, al tiempo que los soviéticos abandonaban la República Democrática de Alemania. Hoy es el Museo germano-ruso.
La fotografía de Chris Leslie está tomada en Sarajevo, ciudad de la que se habla mucho en el libro, en 1998. Pertenece a un proyecto interdisciplinar llamado A Balkan Journey. Estremece ver que los trebejos perdidos se han sustituido por casquillos de obús. Así de cotidiano puede ser el horror.
Fotografía de Chris Leslie dentro del proyecto A Balkan Journey Unos hombres bosnios contemplan una partida de ajedrez en la que alguna piezas han sido sustituidas por casquillos de obús |
FICHA TÉCNICA
DUBRAVKA UGREŠIĆEL MUSEO DE LA RENDICIÓN INCONDICIONAL
IMPEDIMENTA. MADRID, 2022
TRADUCCIÓN DE Mª ÁNGELES ALONSO Y DRAGANA BAJIĆ
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