lunes, 11 de diciembre de 2023

UTZ

En Utz, una novela corta de Bruce Chatwin, se glosa la vida y opiniones del barón Kaspar Joachin Utz, uno de los mayores coleccionistas privados de porcelana del mundo. Judío alemán residente en Praga, Utz logró defender, a base de padecer enormes sufrimientos, su colección tanto de los nazis como de los soviéticos que los sustituyeron en el poder en Checoslovaquia.

El narrador de la historia, quizá el propio Chatwin, había sido comisionado para escribir un artículo sobre la pasión del emperador Rodolfo II por el coleccionismo. Para ello viajó a Praga, donde un amigo, especialista en los países del Pacto de Varsovia, lo puso en contacto con Utz. Era poco antes de la Primavera de Praga.

El barón era un personaje peculiar para el que la colección, que custodiaba en un mínimo apartamento de la calle Široká, cerca del río Moldava, era, como para Rodolfo, una forma, quizá la única, de luchar contra la ansiedad y la depresión.

Utz, sorprendentemente para alguien opuesto al régimen y poseedor de una valiosa colección privada que podía ser considerada fácilmente propiedad del Pueblo (en este punto no está del todo claro si la posesión de una obra de arte desacreditaba a su propietario a los ojos del proletariado), conseguía permisos para ir a tomar las aguas a Francia (si nos paramos a considerar la cantidad de balnearios de la antigua Checoslovaquia, que dejaran salir a Utz parece algo más cercano a lo milagroso que al materialismo científico). Aún más sorprendente, al menos a ojos de las autoridades comunistas, era que Utz volvía. Su colección era realmente su prisión.

En uno de esos viajes, Utz ve a una mujer que le cautiva, intenta conocerla y comienza a fantasear con su posible historia. Como la dama del perrito, debe ser rusa...

Imaginó la espiral descendente de su vida de emigrada: el apartamento alquilado en Mónaco; después, una vez agotadas las joyas, el humilde aposento en París, donde su padre conducía un taxi y jugaba al ajedrez en sus horas libres.

La cosa no salió bien. 

La porcelana que coleccionaba Utz es la llamada «porcelana de Meissen», la primera producida en Europa a partir de 1710. Hasta ese momento, la única porcelana que se disfrutaba en Europa era la china. Constituía un símbolo de riqueza, de lujo y buen gusto. Era, por lo tanto, carísima. Por ello, los chinos guardaban el secreto de su fabricación con más celo que los bares españoles la fórmula de la salsa brava.

El siguiente conjunto de piezas de ajedrez se atribuye al escultor Johann Joachim Kändler (1706-1775), el más importante de los diseñadores de la fábrica de porcelanas de Meissen. Se calcula que fue fabricado entre los años cuarenta y cincuenta del siglo XVIII. Un juego fue similar a este fue subastado por Christie's en 2013 por 17.500 libras esterlinas (casi 20.500 €). Un artículo de lujo, como decíamos.

Es más que probable que la colección de Utz contuviera alguna pieza como estas.


FICHA TÉCNICA
BRUCE CHATWIN
UTZ
EL ALEPH. BARCELONA, 2008
TRADUCCIÓN DE EDUARDO GOLIGORSKY


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