miércoles, 30 de noviembre de 2016

EN EL BÉISBOL HAY ALGO DE AJEDREZ...


En el béisbol hay algo de ajedrez y en el fútbol hay mucho de guerra.

"¿Fútbol o béisbol?" Artículo de Iván de la Nuez en Jot Down, mayo de 2012.



Viñeta de Charles Bell de los prolegómenos de las series mundiales de 1929 de béisbol que enfrentaron a los Philadelphia Athletics, con su propietario-entrenador Cornelius McGillicuddy, conocido como Connie Mack, a la derecha y  los Chicago Cubsque entrenaba Joe McCarthy, a la izquierda. Mientras, las mascotas de ambos equipos intercambian bravatas a los pies de los entrenadores. Un elefante por parte de los Athletics y... Bueno, la mascota de los Chicago Cubs se supone que era un oso.

Antes de empezar la serie, se suponía que el encuentro iba a ser un juego de estrategia entre ambos entrenadores, que en la viñeta empuñan a sus respectivos lanzadores, de ahí que la prensa de la época señalara que la serie iba a ser como una partida de ajedrez. Finalmente, Phladelphia se impuso por 4 a 1. T eso que los Cubs no padecían en 1929 la maldición que les ha tenido más de 70 años alejados del título. Lo de la maldición tiene su gracia. Veamos:

Los cachorros habían sido un equipo muy exitoso desde finales del siglo XIX hasta la primera mitad del del XX, acumulando diez triunfos en su división y 2 victorias en las series mundiales. Todo se truncó en 1945 cuando un tabernero griego de nombre Billy Sianis se presentó al estadio con su cabra. Sí, con su cabra que se llamaba Murphy y tenía entrada. Sin embargo, alegando que el mal olor de Murphy molestaba a los aficionados, la cabra fue expulsada de las instalaciones. A Sianis esto le sentó fatal y lanzó la maldición de la cabra: los Cubs no volverían a ganar si no permitían entrar a la cabra. Pues así pasó, oigan. Los Cubs perdieron aquel partido y nunca volvieron a ganar una serie mundial. Algunas derrotas se produjeron teniéndolo todo a favor y resultaron inexplicables para los aficionados, lo que no hizo sino fomentar la leyenda de la maldición. 

A lo largo de los años, los aficionados han hecho de todo para intentar desactivar la maldición. Desde llevar a Sócrates, descendiente directo de Murphy, a pastar al campo de juego hasta crear una ONG, Reverse the Curse, que dona cabras a comunidades necesitadas de todo el mundo. Nada funcionó.

Por fin, este año, los Cubs han roto la maldición y se han alzado, 71 años después, con el triunfo en las series mundiales de 2016. No se sabe qué han hecho para acabar con la maldición, probablemente jugar bien.

lunes, 28 de noviembre de 2016

LA BATALLA DE CLAREMONT ROAD


El fotógrafo sudafricano Gideon Mendel tituló el reportaje que realizó en 1994 sobre la protesta ciudadana contra la construcción de una autopista en un distrito de Londres «La batalla de Claremont Road».

Los preámbulos de esa batalla fueron los siguientes. En los años 90 del pasado siglo, las autoridades del Departamento de Transporte de Londres diseñaron una carretera de desvío, conocida como M-11, cuya construcción implicaba el derribo de 350 casas, con el consiguiente desplazamiento de las personas que allí habitaban, y la tala de un bosque. Ahorrarse seis minutos de trayecto en coche costó todo eso. ¡Ah, y 240 millones de libras!

El proyecto contó con el decidido rechazo de los afectados y de todo tipo de activistas que acudieron en ayuda de los árboles y de los vecinos. Unos y otros resistieron todo lo que pudieron ante el avance de las excavadoras que poco a poco fueron abriendo camino, derribando edificios, desalojando vecinos y cortando árboles. Al poco tiempo solo resistían un puñado de casas en Claremont Road. Allí se libró la batalla final que por supuesto perdieron los activistas, los árboles y los vecinos. 

Lo notable de la batalla fue que en ella se desarrollaron una serie de estrategias de resistencia inéditas. Lo más importante: fue una resistencia pacífica, creativa e imaginativa en la que se mezclaron manifestaciones artísticas con propuestas urbanísticas. Alguien definió esta última batalla como una performance continua. Muchos artistas acudieron al lugar en un intento de alcanzar el viejo anhelo vanguardista de reconciliar el arte con la vida. 

En los momentos de descanso, los activistas jugaban al ajedrez con juegos fabricados por ellos mismos con objetos rescatados de la basura.

No sorprenderá saber que, al poco tiempo de inaugurada, la carretera de desvío M-11 se colapsaba a diario. ¡Ya hacía falta otra carretera! And so on.


viernes, 25 de noviembre de 2016

BODAS EN BURGOS


Fueron se pora Burgos      quanto ir se podieron,
Luego que alli llegaron,     grandes bodas fezieron:
Non alongaron plazo,     bendiciones prendieron,
Todos, grandes e chicos,     muy grand gozo ovieron.
Alançavan tablados     todos los caballeros,
A tablas e escaques     jugan los escuderos,
d’otra parte matavan     los toros los monteros
avie y muchas çitulas     e muchos de violeros.
Fazian muy grand gozo     que mayor no podian,
Dos bodas, que non una,     castellanos fazian:
Una, por su señor,     que cobrado avian,
Otra por que entramos     bendiciones prendian.

La ilustración procede del blog St. Thomas guild

Versión actualizada por la página Condado de Castilla.

Se fueron para Burgos en cuanto pudieron, / una vez que llegaron, grandes bodas hicieron: / no alargaron el plazo, bendiciones pidieron, / todos, grandes y chicos, mucha alegría tuvieron. / Alanceaban tablados todos los caballeros,/ a tablas y ajedreces juegan los escuderos, / de otra parte mataban toros los monteros, / había allí muchos citoles y muchos violeros. / Mostraban un gran gozo, más no podían, / dos bodas, que no una, los castellanos hacían: / una, por su señor, que recobrado habían, / otra, porque los dos bendiciones recibían.

FICHA TÉCNICA 
POEMA DE FERNÁN GONZÁLEZ
EDICIÓN A CARGO DE JUAN VICTORIO
CÁTEDRA. MADRID, 1981

ILUSTRACIÓN
DOS HOMBRES JUGANDO AL AJEDREZ
SCHACHZABELBUCH, 1464/1465

miércoles, 23 de noviembre de 2016

EN LAS CALLES DE... BANTEN (INDONESIA)

130914 054 Banten

En las calles de Banten Lama, en la provincia más occidental de Java, Indonesia. 

Banten Lama fue la capital de un poderoso sultanato entre los siglos XVI y XIX. La foto fue tomada en 2013 por el fotógrado noruego Carl Ottersen en los puestos de comida situados en un parque emplazado justo en zona donde una vez se irguió el palacio del Sultán.

lunes, 21 de noviembre de 2016

UN PAR DE OJOS AZULES

Que el ajedrez era algo que formaba parte habitual del ocio de la sociedad británica, en ese larguísimo periodo histórico conocido como época victoriana (1837-1901; es decir, prácticamente todo el siglo XIX) es algo sabido por la frecuencia con la que los pioneros de la fotografía tomaban como modelos a gente que estaba enfrascada en el juego. En ARTEDREZ hemos visto ejemplos de William Henry Fox-Talbot —uno de los padres de la fotografía— quien retrató a los intelectuales de su círculo jugándolo; del reverendo Charles Lutwidge Dogson —más conocido por su nombre artístico de Lewis Carroll— quien retrató a sus familiares, a los hijos de sus amigos y a los artistas de su época también empeñados en mover madera; de Oscar Gustav Rejlander quien lo utilizó para sus alegorías y, por último, de un sin fin de fotógrafos anónimos que retrataron a gente también anónima reunida en torno a un tablero de ajedrez. Los dibujantes políticos tampoco fueron ajenos al hecho e incluso la propia reina Victoria fue retratada jugando al ajedrez.

Ambrotipo, circa 1850, de un fotógrafo británico desconocido

La literatura no podía ser menos. Y de forma especialmente significativa nos encontramos con el ajedrez en una de las primeras novelas de Thomas Hardy, A Pair of Blue Eyes (Un par de ojos azules) publicada en 1873. La novela, en gran parte autobiográfica, narra la historia de Elfride Swancourt —la poseedora de los ojos azules del título— y de los dos pretendientes que la cortejan consecutivamente. Elfride es hija de un pastor protestante muy venido a menos aunque de noble ascendencia.

La escritura de Hardy es un vehículo de denuncia de una sociedad hipócrita y clasista y de las instituciones que la sustentan, entre ellas, notablemente para el novelista, el matrimonio. Esto no le hizo especialmente popular entre la gente «bien» de su tiempo, los retratados fundamentalmente en sus libros, que lo tachó de inmoral. Como si el problema estuviera en el denunciante y no en lo denunciado. Algo que por cierto seguimos sufriendo hoy en día con irritante frecuencia.

Después de lo dicho en el primer párrafo, no sorprenderá saber que el cortejo entre Elfride y sus pretendientes se desarrolle parcialmente en torno a un tablero de ajedrez. Una de las actividades que una pareja sin vínculos familiares podía desarrollar sin contravenir las estrictas normas de conducta victorianas.

George C. Watson
Check mate, s/f
Óleo sobre liezo. 26 x 98 cm.
Colección particular

El primer pretendiente es un joven de humilde extracción pero con buena educación y un futuro prometedor, Stephen Smith. Un error del padre de Elfride, suponiendo que el joven pertenece otros Smith, estos de rancio abolengo, le hace actuar como celestino e intentar interesar a su hija en el joven ayudante de un arquitecto.

… alguien propuso una partida de ajedrez.

(...)

Elfride pronto se dio cuenta de que su oponente no era más que un aprendiz.

(...)

Elfride jugaba de memoria; Stephen, pensando. Era una crueldad absoluta darle jaque mate después de todo lo que se había esforzado, pensó Elfride. ¿Hasta que grado de deshonestidad podía llevarle su compasión? A dejar que fuera él quien le diera jaque mate. Iniciaron una segunda partida; y como ella era absolutamente indiferente al resultado (jugaba mucho mejor de lo que era normal entre las mujeres, y lo sabía), le permitió a Stephen que volviera a darle jaque mate. Una última partida, en la que ella adoptó el gambito Muzio como apertura, acabó con la victoria de Elfride en el vigésimo tercer movimiento.

(...)

—¡Se ha estado burlando de mí! —exclamó Stephen sonrojándose—. ¿Me ha dejado ganar en las dos partidas anteriores?

La cara de Elfride reveló su culpa. Stephen era la imagen de la irritación y la tristeza, y aunque por un momento le causó satisfacción a Elfride, al instante siguiente le hizo lamentar su error.

—¡Señor Smith, perdóneme! —dijo con voz dulce—. Antes no se me ocurrió, pero ahora me doy cuenta de que lo que he hecho parece un desprecio hacia su destreza en el juego. Pero no era esa mi intención. No podía, en conciencia, hacerme con el triunfo en las dos primeras partidas, en las que usted combatió con desventaja y de manera tan valerosa.

Stephen aspiró profundamente y murmuró con amargura:

—¡Ah, es usted más inteligente que yo. Puede hacer cualquier cosa, ¡y yo no puedo hacer nada! ¡Oh, señorita Swancourt! —dijo prorrumpiendo a hablar desaforadamente, el corazón en un puño—. ¡Debo confesarle cómo la amo!

Pero el padre de Elfride descubre el verdadero origen de Stephen, algo que él nunca ha ocultado, y prohibe terminantemente la relación entre los jóvenes. Estos, no obstante, se prometen en secreto y Stephen parte hacia la India para intentar hacer fortuna y ser así admitido por la familia de Elfride; el dinero, aunque no las borraba de un plumazo, mitigaba mucho las diferencias de clase.

Pareja jugando al ajedrez en un jardín
Tarjeta postal de autor anónimo, 1901

Pero hizo el tiempo su labor y la pasión comenzó a enfriarse. Inesperadamente entra en escena Henry Knight, quien casualmente había sido mentor y amigo de Stephen Smith y responsable de su educación. Knight es un caballero. Abogado, editor y crítico literario. Pronto los modales, la distinción, la mayor experiencia y edad de Knight, junto con el enérgico celestineo de la familia, empiezan a ejercer su influjo sobre Elfride.

En la sala, después de estar en compañía del señor y al señora Swancourt durante una hora, Knight se encontró de nuevo con Elfride, quien había estado examinando un problema de ajedrez en una revista ilustrada.

—¿Le gusta el ajedrez, señorita Swancourt?

—Sí, es mi juego científico favorito; de hecho, él único. ¿Usted juega?

—He jugado, aunque no últimamente.

—Rétale, Elfride —la animó el rector—. Mi hija juega muy bien para ser una mujer, señor Knight.

—¿Jugamos? —preguntó tímidamente Elfride.

Desde luego. Estaré encantado.

A diferencia de la primera vez, donde Elfride se enfrentó a un inexperto y torpe Stephen, Knight demuestra ser más hábil que la muchacha. Las partidas van cayendo del lado del huésped. Algo que Elfride no acepta de buen grado e insiste una y otra vez en jugar y perder. Incluso, pretende que le perdonen los errores.

No soporto la despiadada actitud de los clubs y los jugadores profesionales como Staunton y Morphy. ¡Cómo si realmente importara si ya has soltado la pieza o no!

Knight sonrió de manera tan implacable como antes, y siguieron jugando en silencio.

—Jaque mate —dijo Knight.

—Juguemos otra partida —dijo perentoriamente Elfride; se la veía bastante acalorada.

—Encantado —dijo Knight,

—Jaque mate —dijo Knight al cabo de cuarenta minutos.

—Otra partida —dijo ella muy decidida.

—Le doy un alfil de ventaja —le dijo Knight muy amablemente.

—No, gracias —contestó Elfride en un tono que pretendió ser de cortés indiferencia pero que, de hecho, resultó muy displicente.

—Jaque mate — dijo su oponente sin la menor emoción.

¡Qué diferente el estado de ánimo que experimentaba Elfride en ese momento y el de cuando cometió errores a propósito para que Stephen Smith pudiera ganar!

Por la noche, Elfride no consigue dominar su orgullo herido y ve crecer sus ansias de venganza. Coge un ejemplar de Chess Praxis  de Staunton de la biblioteca de su padre y se pasa la noche estudiándolo. A la mañana siguiente, durante el desayuno, vuelve a retar a Knight.

—Juguemos otra partida.

—¿Cuándo?

—Ahora mismo, en cuanto hayamos desayunado.

—Tonterías, Elfride —dijo su padre—. Te vas a convertir en una esclava de ese juego.

Pero Elfride se sale con la suya y la partida comienza. En el transcurso de la misma, Elfride se va poniendo progresivamente nerviosa.


George Goodwin Kilburne
A game of Chess, s/f

Colección particular

Al final y en un recurso especular con la primera partida disputada, Knight intenta dejarse ganar intencionadamente para contentar a su rival. Elfride, por supuesto, se percata inmediatamente de ello.

—¡Sé lo que está haciendo! —exclamó. La cólera coloreó sus mejillas, sus ojos mostraron indignación—- ¡Se le ha ocurrido dejarme ganar para complacerme!

—No me importa admitir que es cierto —respondió Knight flemático, y lo pareció aún más en contraste con la agitación de Elfride.

—No debe hacerlo, no pienso tolerarlo.

—Muy bien.

—No, eso no servirá de nada. Insisto en que me prometa no hacer algo tan absurdo. ¡Eso es insultarme!

—Muy bien, señora. No haré algo tan absurdo. Usted no ganará.

—¡Eso habrá que verlo!

Pero Elfride vuelve a perder. Incapaz de soportar la humillación, se retira a sus aposentos y cae enferma. El doctor que acude a visitarla le prohíbe volver a jugar al ajedrez.


Al final, Knight termina enamorándose de Elfride pero su compromiso se ve truncado cuando el caballero descubre que la joven había tenido relaciones con Stephen Smith tiempo atrás y la rechaza por ello. Una estúpida convención más. Elfride terminará casándose con un tercer galanteador, pero su corazón está roto y morirá de parto pocos meses después. La vida de tres personas se ha visto moldeada por unas convenciones tan rígidas como hipócritas.

Ni Elfride, veleidosa, caprichosa, inmadura y fácilmente manipulable por su entorno, sobre todo por su padre, del que ha recibido una educación deficiente por el mero hecho de  ser mujer; ni su padre, ridículo en su pretensión de nobleza y que se casa sin amor para favorecer el impulso social que quiere dar a su hija; ni Knight, caballero de exquisita educación pero envarado, rígido y henchido de prejuicios hasta no poder más son personajes simpáticos. Si acaso, el primer pretendiente, Stephen, trasunto del propio Hardy, parece sentir un amor verdadero por Elfride, aunque su lucha toma la forma de una huida, ceder a los convencionalismos de la época e ir a ganar fortuna dejando a su amor detrás. Aquí hay que acotar que Hardy se casó con su mujer en contra de la opinión categórica de las familias de ambos. Sabía, pues, de qué estaba hablando.

Pero Hardy, queriendo fustigar los prejuicios de la sociedad, tampoco escapa del todo a ellos. Eso se ve sobre todo en la caracterización de los personajes femeninos como débiles y necesitados de guía.

La madrastra de Elfride mantiene la siguiente conversación con Knight:

¡Primo Knight, ¿en qué estabas pensando? Su tierna inteligencia no soporta que la estrujen como si fuera tu gran cerebro. Deberías haberle prohibido terminantemente que volviera a jugar.

Desde luego, Knihgt no da indicio alguno de tener un gran cerebro en su relación con Elfride, más bien al contrario. Y el médico que la atendió después de su indisposición tras jugar la partida de ajedrez, ocasionada más por el enfado por sentirse minusvalorada y la humillación de la derrota que por el esfuerzo realizado, remató la jugada:

...afirmó que el sistema nervioso de Elfride estaba bastante alterado; le recetó un bebedizo para aliviarla y dio orden de que bajo ningún concepto volviera a jugar al ajedrez.

George Goodwin Kilburne
Un caso desesperado, s/f
Óleo sobre lienzo. 76,9 X 16,7 cm.
Colección particular
Los dos encuentros ajedrecísticos ocupan un lugar central en la evolución de la trama, ofreciendo, como se ha dicho más arriba, una visión especular uno con respecto del otro. En ambos casos el vencedor en la contienda es el más experimentado, no solo en el juego, sino también vitalmente. Pero mientras la victoria de Elfride es un estímulo más para el enamoramiento del joven Stephen, que se contenta con la simple adoración de la muchacha; la derrota de la joven ante Knight se transforma en humillación. Se siente despreciada, ni siquiera merecedora de la atención de su rival y, finalmente, minusvalorada cuando descubre que Knight se está dejando ganar. Cuanto mayor es su derrota, más necesidad siente de intentar demostrarle su capacidad intelectual. Es durante el segundo encuentro ajedrecístico cuando los sentimientos de Elfride basculan de forma decisiva hacia Knight. Las promesas hechas a Stephen le parecen algo propio de niños y el mismo Stephen alguien infantil e inmaduro. De alguna forma, el ajedrez simboliza esa transición; la victoria de Knight lo sitúa en un plano superior, inalcanzable y, por lo tanto, deseable.

En cuanto a lo puramente ajedrecístico, en 1873, fecha de publicación de la novela, el jugador más fuerte del mundo era sin discusión Wilhelm Steinitz, estando tanto Morphy como Staunton —que moriría al año siguiente— retirados. Sin embargo, parece lógico que Hardy citara a los mencionados, antes que al ajedrecista centroeuropeo, porque ambos serían más cercanos al lector anglosajón no especializado en ajedrez

El libro de Staunton que se cita en una de las partidas entre Knight y Elfride, Chess Praxis, fue editado en 1860 y es un colofón a su gran obra, The Chessplayer's Handbook, que había publicado en 1847. Ambos libros debían ser parte de la biblioteca privada de cualquier aficionado al ajedrez y aun de la gente meramente interesada en el juego. Gran parte de esta obra se dedica a glosar la figura de Morphy y es probable que Hardy poseyera un ejemplar.

El gambito Muzio, mencionado por primera vez en el libro de Alessandro Salvio Trattato dell'Inventione et Arte Liberale del Gioco Degli Scacchi, Nápoles 1604, es una de las variantes más agresivas del gambito de Rey. Fue popularizado en la Inglaterra del siglo XIX por las obras de Jacob H. Sarratt, en especial en A New Treatise of the Game of Chess, Londres, 1828.

FICHA TÉCNICA
THOMAS HARDY
UN PAR DE OJOS AZULES
EDICIONES DEL BRONCE. BARCELONA, 2001
TRADUCCIÓN DE DAMIÁN ALOU

viernes, 18 de noviembre de 2016

KOЯALOVSKI



Ajedrez incidental en el tomo I de Koralovski, cómic del francés Philippe Gauckler sobre la política y la mafia rusas.

FICHA TÉCNICA
KOЯALOVSKI 1. EL OLIGARCA
PHILIPPE GAICKLER (GUIÓN Y DIBUJO)
SCARLETT SMULKOWSKI (COLOREADO)
NORMA EDITORIAL. BARCELONA, 2016
TRADUCCIÓN DE GEMA MORALEDA

miércoles, 16 de noviembre de 2016

EN LAS CALLES DE... VIENA

Vienna Austria 1953 Photo: Erich Lessing:

Fotografía de unos hombres jugando al ajedrez en el interior de un café de Viena, tomada en 1953 por el fotógrafo austriaco Erich Lessing, aunque las peripecias del juego se siguen con idéntico interés desde la calle.

lunes, 14 de noviembre de 2016

ERES LA REINA


PIENSAS, DECIDES Y VIVES DE FORMA INTELIGENTE Y, ADEMÁS, PREFIERES JOYAS MARDUK
SIN DUDA,
ERES LA REINA

Publicidad de la empresa de joyería Marduk aparecida en la revista de moda y belleza Telva en 2008. Por muchos peones que pongan a sus pies, la reina del ajedrez recibe el nombre de dama.


viernes, 11 de noviembre de 2016

EL LIBRO DE ALEXANDRE

Los unos tenien armas       quebrantauan taulados
los otros trebeiauan       axadrezes & dados
los otros fazien juegos       menudos e granados
non preçiauan un figo       los lazerios passados.


FICHA TÉCNICA

LIBRO DE ALEXANDRE
ESTUDIO Y EDICIÓN DE FRANCISCO MARCOS MARTÍN

Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
www.cervantesvirtual.com

ILUSTRACIÓN
THE ROMANCE OF ALEXANDER IN FRANCH VERSE, 1338/44
BIBLIOTECA BODLEIAN

miércoles, 9 de noviembre de 2016

MEMORIAS DE GUS


Esta entrega de las «Memorias de Gus», una tira cómica semanal de Raúl Arias (dibujos) y Nacho Moreno (guión), fue publicada en el Pequeño País, suplemento infantil del periódico El País, el domingo 22 de febrero de 2004.

Gus es un preadolescente que cuenta en sus memorias su día a día en la escuela y en su hogar. Y sus intentos por sobrevivir tanto a su popular hermana como, sobre todo, a los matones de su colegio, a veces con la inestimable ayuda de su amigo invisible marciano.



lunes, 7 de noviembre de 2016

CHE & CHESS


Chess School (Escuela de ajedrez) es una serie del fotógrafo holandés, afincado en Francia, Vincent de Groot. Fue realizada en enero de 2009, en la localidad de Cienfuegos, en el marco de un viaje del fotógrafo por Cuba.

De Groot era un fotógrafo paisajista y de arquitectura hasta que un viaje a Malí le hizo cambiar de perspectiva; a partir de ese momento, la gente pasó a ser su principal objetivo y el retrato su tema preferido. Formalmente, se mantiene fiel a la tradición de un blanco y negro que ayuda a centrar la atención en los sujetos.

viernes, 4 de noviembre de 2016

DUCHAMP X 3



Dos obras de Maria Przyszychowska inspiradas en  la célebre fotografía de Oriol Maspons que muestra a Marcel Duchamp jugando al ajedrez en el bar Melitón de Cadaqués en 1964.

La primera de las obras se títula «Duchamp y el ajedrez» y es de 2008. La segunda, de 2004, se titula simplemente «Ajedrez».

La obra de Maria Pryszychowska puede verse en este blog.


miércoles, 2 de noviembre de 2016

EL AJEDREZ. ARTÍCULO BUFO

El domingo 1 de septiembre de 1872 veía la luz el diario Jaque-Mate, dirigido por el periodista y escritor Antonio Sánchez Pérez. Eran los últimos tiempos del convulso reinado de Amadeo I de Saboya y el periódico, de inequívoca vocación republicana, se presentaba a sus lectores con esta rotunda declaración de intenciones: «Tener en contínuo y nunca interrumpido jaque á los farsantes de la política». Y poco más adelante advertía: «Sepa el lector curioso, y sépalo de hoy para siempre, que nuestra idiosincrasia especial nos impide absolutamente aplaudir: JAQUE-MATE nunca aplaudirá. El político sábio, —si alguno hay, —el actor aceptable, —si por ventura le hubiese, —el buen poeta, el industrial laborioso, el empleado probo, el ministro recto, solo conseguirán de nosotros el silencio: JAQUE-MATE es periódico maldiciente; solo para decir mal nace, y morirá cuando de nadie haya que maldecir».


Era por lo tanto un periódico humorístico, festivo y ligero, que son los mejores ingredientes para digerir unas políticas que, tanto entonces como ahora, son tan indigestas como difíciles de asumir sin cerrar los ojos y la boca del estómago a un tiempo. Puesto bajo la advocación de Caissa desde el título, varias de sus secciones fijas hacían referencia al ajedrez. Los «saltos de caballo», por ejemplo, eran un pasatiempo frecuente y no diferían mucho de los que hasta hace poco se podían encontrar en los periódicos modernos. O una sección, llamada «Piezas sueltas», en la que se daban breves pinceladas de la actualidad política.

En el primer número, además, se publicó un artículo titulado «El ajedrez. Artículo bufo» en el que se hacía una analogía entre la actualidad política del momento y el juego milenario. A continuación reproducimos íntegro dicho artículo respetando, al igual que en todas las citas precedentes, la ortografía y puntuación de la época.

EL AJEDREZ
ARTÍCULO BUFO
He visto andar á coscorrones á muchos de esos filósofos por no tener nada que hacer, disputando sobre el origen del ajedréz, y siempre me ha parecido una tontería cuestionar sobre el asunto.
Además, yo —como Fernandez y Gonzalez— he presentido siempre lo que ignoraba, y debo confesar á Vds. que sigo presintiendo muchas cosas. 
Por esta razon, en uno de mis arranques de génio —y perdonen Vds. el modo de señalar— exclamé cuando cayó doña Isabel: «difunta hay para rato»; por lo mismo pensé que los electores de Logroño antes votarían al mismo marqués de Colomina que á Sagasta.
El ajedrez es un juego puramente español; yo lo presiento y basta; tan español como el aceite de bellotas, salvo la parte de coco ecuatorial.
El ajedrez es una sátira y sus piezas otras tantas caricaturas.
La invención de este juego se atribuye á un fraile, porque en España todas las invenciones se atribuyen a los frailes; la de la pólvora, (1) inclusa, la del cólera morbo y la de los embuchados.
El tablero representa el país: el rey negro un candidato como Montpensier; el rey blanco un monarca pacífico como D. Amadeo. Las reinas dos señoras respetables que se encargan de velar por las costumbres de sus maridos, evitándoles los jaques, librándoles de ellos y acompañándoles en el sentimiento cuando llega el mate.
La Torre es una pieza ¡pero buena pieza! Lo mismo corre en un sentido que en otro: es la pieza más corriente entre todas; la más temible cuando los peones la permiten la salida. Se la vé algunas veces tomar el lugar del rey, y este pasar á casa de La Torre, donde permanece algunas horas de la noche, mientras La Torre le defiende.
Otras veces se ha visto á La Torre tomar las de Villadiego.
Los caballo son los radicales, que por todas partes van al presupuesto, exceptuando á Dios, y á Decoros, y á Mañanas, que son tres personas distintas, y tres espíritus, y tres nombres que pasman.
Los arfiles representan a los unionistas; siempre toman la diagonal para disimular mejor sus tendencias. Participan de uno de los movimientos de la reina; pero se separan de todo el mundo cuando se trata de marchar rectamente.
Llegamos á los peones, que son los más y los más infelices; los peones son los que más trabajan, los que con más dificultades adelantan en su carrera y conservan su existencia, exponiéndose á ser comidos por las piezas gordas á cada paso, y comiéndose unos á otros cada cual por defender su causa.
Los peones hacen reinas y salvan reyes, y levantan Torres,  y los caballos, y los arfiles, y todos se defienden y se conservan tan grandes á costa de las piezas menudas. El peonaje es la representaciones del pueblo.
Algunas veces los peones destruyen á los gordos y se comen á los reyes y á las reinas, y á las Torres; pero esto no sucede con frecuencia.
Una partida de ajedrez es una revolución ó un pronunciamiento. Cuando las fuerzas están equilibradas, puede considerarse como lo primero: cuando uno de los contrincantes abusa de la fuerza ó de la debilidad de si contrario, y aprovechando su improvisión le ataca viéndole desprevenido, y le arrolla, y le dá el mate, debe juzgarse como un pronunciamiento.
¡Y á cuántas consideraciones se presta la lucha del ajedrez!
Todos lamentan cuando les quitan una pieza gorda: la muerte del rey es el colmo de la desesperación del jugador, y produce un gran efecto en el concurso. Que desaparezca un peon, y á nadie le importa. Muchas veces, para conseguir que el enemigo caiga en el lazo de una combinación, se le dán a comer un par de peones.
Y sin embargo ellos forman la base, el núcleo de la fuerza: y son los más prudentes, y los más constantes, y los más bravos… Y viene una Torre, ó un Sagasta, ó un… digo… ya me voy á la política: ustedes me dispensen. Pues, como decía, vino un Montpensier, ó un Alfonso, ó un Amadeo… ¡Dale!
Ello es que todos viven á su costa, y los sacrifican, y los menosprecian.
Sin embargo, hay muchos ejemplos en la historia del ajedrez, de la importancia que tiene un peon, y si algo bueno se hace alguna vez en el juego, estén Vds. seguros de que se deberá á los peones. 


UN PEON CAMINERO
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(1) Esta coma es una errata de imprenta. 

Parece claro que que el autor del artículo aprovecha las piezas del juego del ajedrez para comentar jocosamente acontecimientos de la política de su época. A algunos personajes se les cita por su nombre, otros son simplemente sugeridos. No he conseguido encontrar una atribución plausible para el personaje escondido tras La Torre. Admito gustosamente sugerencias al respecto. A continuación, intentaremos poner en contexto el artículo de JAQUE-MATE con el siguiente:

DRAMATIS PERSONAE

doña Isabel. Isabel II, reina de España, conocida como «la de los Tristes Destinos». Pudo gobernar solo por la derogación de la ley Sálica, ya que su padre Fernando VII —«el Deseado» para unos; «el Felón» para otros— había muerto sin descendencia masculina. Su proclamación estuvo en el origen de las guerras carlistas, al negarse los partidarios de su tío, Carlos María Isidro de Borbón, a reconocerla como reina. Dotada de un apetito sexual portentoso, la revolución de 1968, dicha «la Gloriosa»,vino en su ayuda al relajarla a un exilio parisino en el que pudo ser fiel a sus inclinaciones lejos del qué dirán. Mientras, en España, se debatía la forma de gobierno que había que adoptar en las nuevas Cortes Constituyentes.

Colomina, José Colomina y Arqués, marqués de. Senador electo por la provincia de Valencia.

Sagasta, Práxedes Mateo. Líder del partido liberal y varias veces presidente del Consejo de Ministros. Solía alternarse en la presidencia con el Partido Conservador de Antonio Cánovas del Castillo. Ahí, y no en otra parte, empezó el bipartidismo. Nació en un pueblo de la entonces provincia de Logroño, hoy La Rioja.

Montpensier, Antonio María de Orleans, duque de. Hijo de un rey de Francia. Conspirador profesional, pretendiente al trono de Ecuador, en un episodio premonitorio del surrealismo, y al de España, por ser marido de la segunda hija de Fernando VII. Hombre de pelo en pecho, se cargó de un disparo —en un duelo, eso sí— a su primo Enrique de Borbón.

D. Amadeo. Amadeo I de Saboya, «el Electo», rey de España. La revolución del 68 derribó a Isabel II pero dio paso a unas Cortes Constituyentes de mayoría monárquica, así que los diputados decidieron sacar a subasta el trono España. Ganó Amadeo. Sin embargo,  a los monárquicos tener que votar rey les pareció fatal. Su proclamación tuvo un efecto inmediato: unió a toda la oposición en su contra (hasta los monárquicos). Sufrió un atentado. Le tocó la tercera Guerra Carlista y la primera de Cuba. Por si fuera poco, el ejército le incitaba a gobernar de manera autoritaria. A los dos años no pudo más y abdicó con estas legendarias palabras: Io non capisco niente; siamo una gabbia di pazzi (no entiendo nada; esto es una jaula de locos). Con «esto» se refería a España, por si les cabía alguna duda.

radicales. Del Partido Demócrata-Radical de ideología liberal, progresista y republicano, uno de los grupos impulsores de la revolución de 1868.

unionistas. Del partido Unión Liberal. Liberal, moderado y monárquico. Los críticos dicen que carecía de ideología y que los único que les unía era el miedo a la libertad.

Alfonso. Alfonso XII, «el Pacificador», rey de España. Hijo de Isabel II y de padre desconocido. Finiquitada la I República, su coronación inauguró el periodo conocido como la Restauración. Protagonista de la película «¿Dónde vas Alfonso XII?», y de su secuela «¿Dónde vas triste de ti?», ambas de inmarcesible recuerdo para la gente que, como este humilde cronista, las vio en su niñez.