Riccardo Tommasi Ferroni (1934-2000) fue un pintor figurativo italiano muy interesado por los estilos artísticos del pasado, sobre todo por el Manierismo y el Barroco. Este interés no fue solo formal, algunas de sus figuras o composiciones son evidentes préstamos de famosos cuadros de pintores de los siglos VVI y XVII, sino también temático. La mitología, la religión o la historia ocupan un lugar muy destacado en su producción. Aunque casi siempre contienen un elemento disonante, un anacronismo, una broma, que introduce un sentido paródico que distorsiona el mensaje original y ofrece nuevos significados.
El cuadro que les enseñamos hoy se titula Una partida de ajedrez. En un entorno que parece sacado de un cuadro de Caravaggio y que debe representar el taller del artista, según delata el caballete que cierra la composición por la izquierda, tres hombres se reúnen en torno a un tablero de ajedrez. Los modelos son personas muy cercanas al pintor: a la izquierda, su hijo Giovanni; a la derecha, con blancas, un periodista de Il Corriere della Sera, Pietro Lanzara; y en el centro Mauro Borrelli, quien con el tiempo llegaría a ser director de arte en Hollywood y responsable visual de algunas de las más conocidas películas de Tim Burton.
El cuadro describe el momento en el que la partida de ajedrez que se está disputando se ve interrumpida por la aparición de un cuarto personaje, al que no vemos, pero que proyecta su sombra sobre la escena. La llegada de la inesperada visita, si hemos de atender al gesto de los tres hombres, hace que la acción se detenga. El personaje central detiene la mano del jugador de blancas, que deja caer la torre que se disponía a jugar, y coge por la muñeca al otro jugador al tiempo que los tres dirigen su mirada hacia la puerta.
Dicho esto, ¿qué puede significar el cuadro? ¿Quién aparece en la puerta del estudio causando tan honda impresión en los jugadores? La primera idea, con el ajedrez de por medio, es la Muerte (poderoso influjo de Bergman) que viene a buscar a uno de los jugadores. A este sentido apunta también la naturaleza muerta que ocupa el primer plano de la composición. Sobre una mesa redonda se encuentran diversos objetos, entre ellos una calavera, el elemento fundamental de los memento mori (recuerda que has de morir) del Barroco, junto con hierbas secas y flores marchitándose, algo que en la iconografía tradicional ha sido siempre símbolo de la fugacidad de la vida.
En este punto, podemos acercarnos a la posición del tablero, por si esta pudiera ofrecer alguna luz sobre la composición. Después de constatar apesadumbrados que se han vuelto a colocar mal las piezas en una obra de arte (el cuadro blanco debe quedar siempre a la derecha de los jugadores), advertimos que las blancas, pese a su desventaja material, estaban a punto de ganar la partida. La torre que cae de la mano del jugador se encaminaba a dar el mate conocido como de «el pasillo». Así pues, la interrupción del juego impide la derrota del jugador más joven de la composición y abre la puerta a una interpretación menos siniestra que la anterior.
El misterio, sin embargo, permanece.
Es curioso, para terminar, que una placa reproduciendo el rostro de Teresa de Ávila (del conjunto escultórico de Gian Lorenzo Bernini El éxtasis de Santa Teresa) cuelgue del muro del taller. No sabemos si el pintor italiano conocía la vinculación de la religiosa española con el ajedrez o si es un hecho fortuito, dado su gusto por reproducir obras barrocas en sus cuadros. Sea como fuere, la presencia de la santa ofrece nuevas posibilidades interpretativas al misterio que encierra el cuadro.
FICHA TÉCNICA
RICCARDO TOMMASI FERRONI
UNA PARTIDA DE AJEDREZ (1986)
ÓLEO SOBRE LIENZO. 200x200 cm.
COLECCIÓN DE LA FAMILIA TOMMASI FERRONI
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