Una portada llama mi atención. Una mano en escorzo surge de un fondo neutro y oscuro moviendo una dama de ajedrez sobre un tablero. La pieza deja un rastro ensangrentado sobre los escaques. Un título intrigante —Sub Sua— que me trae a la memoria el lamentablemente olvidado latín del bachillerato. «Sub» es un prefijo que denota subordinación y «sua» un posesivo. ¿Querrá decir «debajo de ella» o «subordinado a ella»? Probablemente no, pero la intriga bastó para que, después de (h)ojear muy superficialmente la información editorial, comprara la edición digital del libro. Se trata de una ópera prima —Carla T. Kohlberg (1991)— pero siempre estoy dispuesto a leer una historia de ajedrez.
Mi entusiasmo lector, sin embargo, quedó radicalmente mermado al leer el segundo de los epígrafes que encabezan el libro:
Hay un momento de la partida en que un jugador sabe que le van a hacer jaque mate y tiene que decidir si abandona o si quiere jugar hasta el final. Ese concepto es conocido como Sub Sua.
Me llevó un rato entender que quizá la autora quería referirse al término alemán, pero aceptado plenamente por la comunidad ajedrecística internacional, Zugzwang —literalmente «obligación de mover»—. Pero la definición de Zugzwang dista mucho de la que se da en la novela. Estar o poner en Zugzwang quiere decir alcanzar una posición donde cualquier jugada posible para uno de los bandos empeora la posición. Si se pudiera «pasar», como en algunos juegos de cartas, no sucedería nada, pero la obligatoriedad de jugar obliga a realizar una jugada objetivamente mala que conduce a la derrota.
La verdad es que Sub Sua ilustra a la perfección el peligro de emplear términos técnicos ajedrecísticos sin estar familiarizado con el juego. No solo la peculiar definición de zugzwang, si es que la autora pretendía referirse a esto con su título, que no lo tengo claro del todo, delata poco conocimiento del juego: a lo largo de la novela se habla de fichas, en lugar de piezas; de reina, en lugar de dama; de matar, en lugar de cambiar, comer o capturar...
Y los comentarios acerca del juego no mejoran la cosa. Por ejemplo:
La parte más inesperada y emocionante suele ser cuando ya se han sacrificado muchos peones y falta poco para las figuras importantes.
O, aún peor:
Todo el mundo va a por el rey, cuando juega al ajedrez. Pero, ¿cuántos desperdician el momento de matar a la reina? ¿Incluso aunque el rey ya no tenga otra manera de sobrevivir?
Curiosamente, uno de los personajes del libro dice en un momento dado:
La mayoría de gente que cree que sabe de ajedrez, no sabe.
La trama presenta una truculenta venganza en la que un asesino en serie arranca el corazón de sus víctimas para dejar en su lugar una pieza de ajedrez. Y dentro de esta trama aparece el tópico de la ciudad como tablero en el que se desarrolla un enfrentamiento entre el investigador y el asesino que se quiere trasunto de una partida de ajedrez. Tópico ya utilizado en la literatura (Las casillas de la ciudad. John Brunner. Editorial Martínez Roca. Barcelona, 1992) o en el cine (Knight Moves. Carl Schenkel, 1992) y que olvida que los seres humanos, al revés que las piezas del ajedrez, tienen voluntad propia y que asignar a una parte cualquiera de una ciudad una determinada casilla y situar ahí un asesinato tiene poco que ver con el ajedrez.
FICHA TÉCNICA
SUB SUA
CARLA T. KOHLBERG
EDITORIAL AMARANTE. SALAMANCA, 2020
&
EDICIÓN EBOOK. EDITORIAL AMARANTE. MARZO, 2020
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