sábado, 10 de mayo de 2025
FOUNDUE DE CHOCOLATE
jueves, 8 de mayo de 2025
NK
martes, 6 de mayo de 2025
¡QUÉ AUDAZ JUGADA!
domingo, 4 de mayo de 2025
JAQUE
ESCAC
La memòria es va esfilagarsant
com les cordes trencades de les barques
que el temporal s'ha endut.
Comprendre cansa. Però mai no tant
perquè no pugui ser l'últim refugi.
Som el rei i la reina en un final
difícil a un tauler ja amb poques peces.
JAQUE
La memoria se va deshilachando
como los cabos rotos de las barcas
que se ha llevado el temporal.
Comprender cansa. Pero esto nunca
le impide ser el último refugio.
Un difícil final de rey y reina
en un tablero ya con pocas piezas.
viernes, 2 de mayo de 2025
EVAN S. CONNELL, PUNTOS PARA UNA ROSA DE LOS VIENTOS
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Retrato de Evan S. Connell por Eve Crane, aparecido en la contraportada de la novela Mr. Bridge |
Mira. Los colores del tablero de ajedrez representannuestra doble condición: la Vida y la Muerte.Las piezas, por su parte, simbolizan los hombres de este mundo,que nacen iguales, ocupan diferentes puestos,ostentan títulos diversos, luchan entre sí y, por fin,se enfrentan a un mismo destino, que los iguala a todos.
A continuación, describe brevemente los movimientos de las piezas y, a la manera de Jacobo de Cessolis y su ajedrez moralizado, ofrece una analogía de estas con las dignidades de la época —de las que de momento nos conviene recordar la que dice que «los peones son los pobres»— y brinda al lector un consejo:
Juega con precaución, amigo mío: tu oponente es sutil.Piensa bien antes de mover, porque está en juegotu alma inmortal.
P-K4P-K3
(...) Nunca debemos,pues, despreciar los golpes del azar:aunque parezcan insignificantes, a veces son transcendentales.
Quizá te den igual estas historias, pero a mí no;siempre presto atención a lo que pueda instruirme.
No, espera. Escucha. Lo he pensado muchoy he decidido contarte la verdad.He desafiado a la Muerte a una partida de ajedrez,porque se llevó a Elizabeth, mi mujer,y soy el indestructible adversario de la Muerte.La supero con estratagemas diversas,pero, de vez en cuando, sus dedos, provocativos,me rozan los labios. Trago saliva y toso,y me siento obligado a mover.
El Grande es capaz de calcular diez movimientospor adelantado, dijo. La visión de Próximo es menor.¿Te apetece jugar?
Mira, yo tenía dos hijos. A uno lo mataron en Asia;el otro se ha vuelto loco. Los veo como piezasde un juego inmisericorde y de increíble complejidadque juegan, en su mayor parte, compañías de infantesexpulsados del tablero por caballeros, obisposy otros poderosos adversarios, supervisados,desde lejos por un amurallado y aterrorizado rey.
jueves, 1 de mayo de 2025
1º DE MAYO
miércoles, 30 de abril de 2025
MICHAEL FITZPATRICK
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Sesión fotográfica |
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Prueba final |
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La serie al completo presentada como un tríptico, aunque son obras independientes. |
lunes, 28 de abril de 2025
PARTIDA DE AJEDREZ EN DEADWOOD, POR FERDIE PACHECO
Otra obra de Ferdie Pacheco de temática artedrecística.
DEADWOOD CHESS GAME (PARTIDA DE AJEDREZ EN DEADWOOD), 2005
ÓLEO SOBRE LIENZO. 122 x 122 cm.
COLECCIÓN PARTICULAR
sábado, 26 de abril de 2025
FERDIE PACHECO
ECUMENICAL IMPASSE (COMPÁS DE ESPERA ECUMÉNICO), 1979
LITOGRAFÍA. 51 x 41 cm.
COLECCIÓN PARTICULAR
viernes, 25 de abril de 2025
PAOLA ESCOBAR
jueves, 24 de abril de 2025
EL DÍA QUE LE DI JAQUE A KÁRPOV
viernes, 18 de abril de 2025
L'ECLIPSE
Son las blancas las que juegan. Pero solo les queda una pieza: ¡el Rey! A su Majestad le gustaría avanzar, pero está bloqueado. La dama (la República), la torre (París), el caballo (D'Aumale) y el alfil (Rouher) mantienen a raya al nieto de San Luis. El rey está en jaque mate.
miércoles, 16 de abril de 2025
JUEGO
lunes, 14 de abril de 2025
CHESSUNIVERSE
viernes, 11 de abril de 2025
KASPAROV POR PETRUS
miércoles, 9 de abril de 2025
EVA VÁZQUEZ
lunes, 7 de abril de 2025
ESTUDIO DE UN JUGADOR DE AJEDREZ, POR VENANCIO DÍAZ MAIQUE
Más fotos de la serie Estudio de un jugador de ajedrez, del fotógrafo cubano Venancio Díaz Maique. Hablamos un poco sobre él ayer en esta entrada.
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Hay que adoptar medidas |
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Veo el movimiento relajado |
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Concentración ajedrecística |
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Mejor punto de vista |
domingo, 6 de abril de 2025
VENANCIO DÍAZ MAIQUE
viernes, 4 de abril de 2025
EN EL TABLERO DE AJEDREZ SE REPRESENTA EL GRAN TEATRO DEL MUNDO
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Fernando Arrabal en el set del programa En jaque. 1990 |
jueves, 3 de abril de 2025
LA MARCHA RADETZKY
La marcha Radetzky es una novela de Joseph Roth (1894-1939) que describe la decadencia y el fin del Imperio austrohúngaro. Narra la vida de tres generaciones de la familia Trotta. De orígenes muy humildes, la familia ascendió socialmente gracias a que, en la batalla de Solferino, el primer Trotta salvó la vida del emperador Francisco José. A partir de ahí, la munificencia imperial velará por su salvador y sus descendientes, haciendo que personajes mediocres, con poca capacidad de liderazgo o iniciativa, ocupen altos puestos en la administración del Estado o el Ejército.
La novela es un largo friso en el que se denuncia el anquilosamiento de la monarquía, anclada en una rigidez jerárquica incapaz de dar respuesta a la nueva sociedad que se avecina, en la que los cambios sociales y el nacionalismo de los pueblos del Imperio están luchando por emerger. Esa rigidez se traslada a las relaciones personales. Los Trotta son como el país en el que viven: incapaces de expresarse fuera del reglamento, de las ordenanzas, viviendo detrás de una máscara impenetrable. Incapaces de expresar emociones y de mantener relaciones normales con los demás.
El ajedrez es una presencia frecuente en las páginas del libro. La primera aparición del juego surge cuando Joseph, el héroe de Solferino, súbitamente ennoblecido, empieza a frecuentar compañías acordes a su nueva clase social. En el casino de la localidad en la que está destinado, juega con el notario, con una frecuencia fija, como un rito más.
Trotta gozó de la justa armonía que le proporcionaba su sana existencia militar en la pequeña guarnición donde servía; cada mañana iba a caballo al campo de instrucción, por la tarde jugaba al ajedrez con el notario en el café. Se fue acostumbrando a su cargo, a su situación, a su dignidad y a su fama.
Sobre la relevancia del ajedrez como juego de prestigio, poco habrá que insistir. Conviene a un capitán, héroe de guerra, conviene a un notario. Juego aristócrata, juego de reyes. A lo largo de la novela, el sonido de las piezas de ajedrez sobre el tablero se superpondrá, en los casinos, en los cafés, con el del billar o el del dominó, otros juegos adecuados a la dignidad nobiliaria.
Callaron. Se oía el choque de las bolas de billar y de las piezas de ajedrez. Afuera seguía cayendo la lluvia.
Un coronel de uno de los regimientos en los que sirvió el tercer Trotta, Carl Joseph, dejará clara la diferencia entre los juegos admisibles —ajedrez, billar, dominó— y los plebeyos —las cartas—. Son juegos que incluso se desarrollan en locales diferentes. Los soldados se juegan sus soldadas en tabernas a las que los oficiales tienen el acceso vedado. Distintas clases, distintos juegos, distintos locales. Algo que los nuevos tiempos también cambiará hacia el final de la novela.
El segundo Trotta, Franz, el único que no siguió la carrera militar, máximo jefe administrativo de un distrito, también tenía el ajedrez como distracción. También a término fijo y con un rival fijo: el doctor Skowronnek. Incluso en los aciagos días posteriores a la muerte de su hijo en la Gran Guerra seguía jugando.
La guerra parecía importarle poco al señor Trotta. Cogía el periódico únicamente para ocultar detrás de él su cráneo tembloroso. Nunca hablaba con el doctor Skowronnek de victorias ni de derrotas. Solían jugar al ajedrez sin cruzar palabra.
La novela se cierra con una escena en la que también está presente el ajedrez. Muerto el último Trotta, incapaz de sobrevivir al emperador y al imperio, como dice el doctor Skowronnek, este se dirige al lugar donde jugaba con su amigo.
Pensó que ya era tarde y que se acercaba la hora de la partida de ajedrez. Pero ahora ya no tenía con quien jugar; pese a todo, decidió irse al café.
(...)
Se fue, como cada día, a la mesa de costumbre. El tablero de ajedrez seguía allí, como si el jefe de distrito no hubiera muerto. El camarero acudió para quitar el tablero.
—Déjelo, no es necesario —dijo Skowronnek.
Se puso a jugar una partida solo, sonriendo de vez en cuando al sillón vacío que tenía delante. Oía todavía el suave murmullo de la lluvia otoñal que seguía deslizándose incansable por los cristales.
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La única cubierta que conozco que recoja el motivo ajedrecístico es la de la Asociación alemana del libro. Sttutgart, 1972. |
LA MARCHA RADETZKY
EDHASA. BARCELONA, 1989
TRADUCCIÓN DE ARTURO QUINTANA
martes, 1 de abril de 2025
POBRES CRIATURAS
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lunes, 31 de marzo de 2025
ORQUESTA
sábado, 29 de marzo de 2025
MARÍA ESPÍN
jueves, 27 de marzo de 2025
EL ÚLTIMO ARTEFACTO SOCIALISTA
El último artefacto socialista es una serie de televisión de producción croata, rodada en 2021 y dirigida por Dalibor Matanic a partir de una novela de Robert Perišić.
En el primer capítulo hay una aparición incidental del ajedrez. Nos muestra a un grupo de parados jugando una partida en la calle.
domingo, 23 de marzo de 2025
AJEDREZ EN LA TUNDRA
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sábado, 22 de marzo de 2025
EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA
En la novela de 1985 El amor en los tiempos del cólera, del premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014), encontramos varias referencias al ajedrez:
El refugiado antillano Jeremiah de Saint-Amour, inválido de guerra, fotógrafo de niños y su adversario de ajedrez más compasivo, se había puesto a salvo de los tormentos de la memoria con un sahumerio de cianuro de oro.
(...)
En el escritorio, junto a un tarro con varias cachimbas de lobo de mar, estaba el tablero de ajedrez con una partida inconclusa. A pesar de su prisa y de su ánimo sombrío, el doctor Urbino no resistió la tentación de estudiarla. Sabía que era la partida de la noche anterior, pues Jeremiah de Saint-Amour jugaba todas las tardes de la semana y por lo menos con tres adversarios distintos, pero llegaba siempre hasta el final y guardaba después el tablero y las fichas en su caja, y guardaba la caja en una gaveta del escritorio. Sabía que jugaba con las piezas blancas, y aquella vez era evidente que iba a ser derrotado sin salvación en cuatro jugadas más. «Si hubiera sido un crimen, aquí habría una buena pista —se dijo—. Solo conozco un hombre capaz de componer esta emboscada maestra». No hubiera podido vivir sin averiguar más tarde por qué aquel soldado indómito, acostumbrado a batirse hasta la última sangre, había dejado sin terminar la guerra final de su vida.
(...)
También avisaría a sus compinches de ajedrez, entre los cuales había desde profesionales insignes hasta menestrales sin nombre, y a otros amigos menos asiduos, pero que tal vez quisieran asistir al entierro.
(...)
De joven se demoraba en el Café de la Parroquia antes de volver a casa, y así perfeccionó su ajedrez con los cómplices de su suegro y con algunos refugiados del Caribe. Pero desde los albores del nuevo siglo no volvió al Café de la Parroquia y trató de organizar torneos nacionales patrocinados por el Club Social. Fue esa la época en que vino Jeremiah de Saint-Amour, ya con sus rodillas muertas y todavía sin el oficio de fotógrafo de niños, y antes de tres meses era conocido de todo el que supiera mover un alfil en un tablero, porque nadie había logrado ganarle una partida. Para el doctor Juvenal Urbino fue un encuentro milagroso, en un momento en que el ajedrez se le había convertido en una pasión indomable y ya no le quedaban muchos adversarios para saciarla.
(...)
Todo fue por el ajedrez. Al principio jugaban a las siete de la noche, después de la cena, con justas ventajas para el médico por la superioridad notable del adversario, pero con menos ventajas cada vez, hasta que estuvieron parejos. Más tarde, cuando don Galileo Daconte abrió el primer patio de cine, Jeremiah de Saint Amour fue uno de sus clientes más puntuales, y las partidas de ajedrez quedaron reducidas a las noches que sobraban de las películas de estreno.
(...)
El doctor Urbino no la reconoció, aunque la había visto varias veces entre las nebulosas de las partidas de ajedrez en la oficina del fotógrafo, y en laguna ocasión le había recetado unas papeletas de quinina para las fiebres tercianas.
(...)
Tratando de distraerlo lo invitó a jugar al ajedrez, y él había aceptado por complacerla, pero jugaba sin atención, con las piezas blancas, por supuesto, hasta que descubrió antes que ella que iba a ser derrotado en cuatro jugadas más, y se rindió sin honor. El médico comprendió entonces que el contenedor de la partida final había sido ella y no el general Jerónimo Argote, como él lo había supuesto. Murmuró asombrado:—¡Era una partida maestra!Ella insistió en que el mérito no era suyo, sino que Jeremiah de Saint-Amour, extraviado ya por las brumas de la muerte, movía las piezas sin amor. Cuando interrumpió la partida, como a las once y cuarto, pues ya se había acabado la música de los bailes públicos, él el pidió que le dejara solo. Quería escribir una carta al doctor Juvenal Urbino, al que consideraba el hombre más respetable que había conocido, y además un amigo del alma, como le gustaba decir, a pesar de que la única afinidad de ambos era el vicio del ajedrez entendido como un diálogo de la razón y no como una ciencia.
(...)
Sabía apenas que Jeremiah de Saint-Amour era un inválido de muletas a quien nunca había visto, que había escapado a un pelotón de fusilamiento en alguna de las tantas insurrecciones de alguna de las tantas islas de las Antillas, que se había hecho fotógrafo de niños por necesidad y llegó a ser el más solicitado de la provincia, y que le había ganado una partida de ajedrez a alguien que ella recordaba como Torremolinos pero que en realidad se llamaba Capablanca.
(...)
Si poder de concentración disminuía año tras año, hasta el punto que debía anotar en un papel cada jugada de ajedrez para saber por dónde iba.
(...)
Fue allí donde Lorenzo Daza le enseñó a Juvenal Urbino las lecciones primarias del ajedrez, y él fue un alumno tan aplicado que el ajedrez se convirtió en una adicción incurable que lo atormentó hasta el día de su muerte.