sábado, 31 de agosto de 2024
JEAN FRANÇOIS TÉOULÉ
viernes, 30 de agosto de 2024
OLGA CALDAS
jueves, 29 de agosto de 2024
CHARLES DAVIS MITCHELL
miércoles, 28 de agosto de 2024
AGROMÁN
martes, 27 de agosto de 2024
1984, VERSIÓN DE JEAN-CHRISTOPHE DERRIEN Y RÉMI TORREGROSSA
Había un tablero de ajedrez sobre la mesa, con todas las piezas colocadas, pero no habían empezado a jugar. |
Los camareros conocían las costumbres de Winston. El tablero de ajedrez le esperaba siempre, y siempre le reservaban la mesa del rincón. |
lunes, 26 de agosto de 2024
EL CEREBRO INFANTIL, POR EDMUND COOPER
Una máxima muy conocida nos conmina a tener cuidado con lo que deseamos porque puede llegar a cumplirse. A veces esta frase se atribuye a Oscar Wilde, a veces a la sabiduría ancestral china. A mí me gusta más la teoría que sitúa su origen en Homero. En la Iliada, Aquiles tiene que elegir entre una muerte temprana, pero que le granjeará una fama imperecedera, o una vida larga y dichosa que no dejaría huella en la memoria de los hombres. Aquiles, es bien sabido, eligió la gloria. Sin embargo, en la Odisea Ulises se encuentra con Aquiles en el Hades quien le confiesa que preferiría ser el más miserable de los campesinos, pero estar vivo, que ser el muy famoso héroe que habita en el reino de los muertos. Los deseos de Aquiles se cumplieron, pero no quedó muy satisfecho con ello.
Algo parecido le pasó al profesor Thomas Merrinoe, el protagonista de El cerebro infantil, un cuento de Edmund Cooper (1926-1982) publicado bajo el título de El niño invisible en The Saturday Evening Post el 23 de junio de 1956.
En este cuento, el profesor Merrinoe es un científico que está trabajando en Inteligencia Artificial. El fruto de sus investigaciones fue un cerebro electrónico al que bautizó como Peeping Tom. Pero el profesor tenía una pena profunda, su hijo de diez años, lejos de ser el genio que él deseaba, era un chico normal; diríamos que hasta demasiado normal para sus gustos. Pese a que la esposa de Merrinoe insistía en que una infancia normal era lo mejor para cualquier niño...
Con su característica impaciencia, el doctor Merrinoe había tratado de enseñar a Timothy a jugar al ajedrez a la edad de tres años, y el cálculo diferencial a los cuatro años y medio.
Un día, en una de sus conversaciones con Peeping Tom —en la que por cierto el profesor le pregunta si sería capaz de ganarle al ajedrez. A lo que el ordenador contestó con un lacónico «sí, señor»— Merrinoe se queja del poco recorrido intelectual que está desarrollando su hijo. El cerebro electrónico, después de hacerle algunas preguntas sobre el niño, concluye que la culpa la tiene él, el padre, para acto seguido sugerirle que le deje ocuparse a él, Peeping Tom, del chico.
El fin de semana siguiente Merrinoe lleva a su hijo al laboratorio y deja a Timothy a Peeping Tom solos un par de horas. El profesor suponía que el ordenador propondría al niño algunos juegos de enigmas para motivarle, pero Peeping Tom, aprovechando los vastos conocimientos que atesoraba, recurrió a la hipnosis profunda para hurgar en el cerebro de Timothy.
El profesor se sintió algo inquieto, pero nada parecía haber pasado en la mente de Timothy. Lo único reseñable fue que después de merendar en vez de abalanzarse sobre el televisor se puso a leer un libro, lo que generó la lógica preocupación en su madre. Lo siguiente que pasó no fue menos desasosegante. Timothy retó a su padre a una partida de ajedrez:
—¿Te gustaría jugar una partida de ajedrez, papá? Hace tiempo que no jugamos.
—Creía que no te gustaba el ajedrez... Siempre has dicho que te aburría.—Sí, es cierto —dijo Timothy—. Pero entonces era más joven que ahora.
(...)
—¿No te enfadarás si te gano? —preguntó Timothy.
—Desde luego que no —aseguró el doctor Merrinoe, moviendo su peón de rey—. Al contrario, me alegraría... y también me sorprendería.
—A mí no —dijo Timothy. Pero, al cabo de un cuarto de hora, su padre le dio jaque mate con cierta facilidad... y con una sensación de alivio. El muchacho no había cambiado... o había cambiado muy poco, por lo menos.
Eso pensaba Merrinoe, pero no podía estar más equivocado. El crío solo estaba preparando el terreno:
—No has jugado muy bien —acusó Timothy.
—Te he ganado, ¿no?
Una divertida sonrisa apareció en el rostro de Timothy.
—Vamos a jugar otra partida. Había olvidado alguno de los trucos.
—¿Tienes sed de venganza? —inquirió secamente el doctor Merrinoe.
Colocó las piezas otra vez. Timothy frunció ligeramente el ceño, pareció vacilar, y finalmente dijo:
—Si te gano, ¿me darás quince dólares?
—¿Qué?
—He dicho si me darás quince dólares si te gano.
El doctor Merrinoe miró a su hijo con una grave expresión.
—¿Y qué pasará si gano yo?
—Te daré treinta centavos a la semana durante un año —dijo Timothy rápidamente—. Es un trato justo, ¿no?
—Desde luego —respondió su padre, con una débil sonrisa—. Espero que esto será una lección para ti. ¿Para qué quieres los quince dólares?
Timothy hizo una mueca.
—Te lo diré cuando termine la partida.
—Tú mueves —dijo el doctor Merrinoe secamente.
La partida duró un poco más de dos horas. Al principio el doctor Merrinoe movió sus piezas con cierto descuido, y luego con más cuidado. Al cabo de veinte minutos había perdido un caballo y un alfil en rápida sucesión, en tanto que Timothy se había limitado a sacrificar tres peones. Esto pareció enervar al doctor. Empezó a jugar con intensa concentración, hasta que una brillante combinación que tenía que darle la partida le costó la reina. Timothy, por su parte, había vuelto a coger la novela y se absorbió en ella entre movimiento y movimiento. Casi con pesar administró el coup de grace al mismo tiempo que llegaba al final del capítulo diecisiete.
El pobre profesor Merrinoe había ansiado tener un hijo que fuera brillante intelectualmente. Para su desgracia sus deseos se convirtieron en realidad. Esos quince dólares ganados al ajedrez permitieron que su hijo se embarcara en las más disparatadas, pero exitosas, investigaciones científicas: la invisibilidad, la antigravedad... Merrinoe pasaría mucho tiempo en adelante calculando cuánto le costaría sobornar a su hijo para que pusiera freno a sus ideas.
En El cerebro infantil que, como habrán deducido de las líneas precedentes, es un cuento humorístico sobre los incipientes cerebros electrónicos de mediados del siglo XX, se apuesta decididamente por el ajedrez como piedra de toque de la inteligencia —según sentencia de Goethe—. No debe ser ajeno a este hecho que el gran pionero de la Inteligencia Artificial, el británico Alan Turing (1912-1954), tomara el ajedrez como ejemplo de lo que los algoritmos y los computadores podían llegar a hacer. Y ya sabemos lo que han llegado a hacer: en nuestros bolsillos albergamos un teléfono capaz, entre otras muchas cosas, de derrotar al Campeón del Mundo humano de ajedrez; y la IA gobierna, a veces de manera aterradora, nuestras vidas.
Sin embargo, lo que el cuento apunta es a que los inteligentes juegan bien al ajedrez. La inteligencia sería un atributo necesario para jugar bien al ajedrez. Por ello, Timothy pasa de ser un niño que pierde fácilmente ante su padre a ser intratable ante el tablero cuando se «vuelve» inteligente por la intervención de Peeping Tom. En la realidad hay un encendido debate sobre el tema —no está claro si el ajedrez desarrolla la inteligencia o simplemente es una disciplina que atrae a las personas inteligentes—, pero en el mundo del arte no hay duda: el ajedrez es para inteligentes.
domingo, 25 de agosto de 2024
DANIEL MERRIAM TOMANDO LA REALIDAD POR SORPRESA
sábado, 24 de agosto de 2024
LOS PEAKY BLINDERS DE BORIS KRUPNIK
viernes, 23 de agosto de 2024
LOUIS SARKOZY
Louis Sarkozy (1997), hijo del expresidente de Francia Nicolás Sarkozy, ha debutado como escritor este año con la publicación de Napoleon's Library (Casemate. Havertown, 2024) sobre lo libros que Bonaparte tenía en su biblioteca personal.
En una entrevista para la revista Tatler, el escritor fue retratado delante de un tablero de ajedrez.
jueves, 22 de agosto de 2024
WILLIAM FETTES DOUGLAS
ÓLEO SOBRE TABLA. 22 x 35.5 cm.
miércoles, 21 de agosto de 2024
PAKISTAN TODAY
martes, 20 de agosto de 2024
ASESINATO A DISTANCIA, POR RODOLFO WALSH
Asesinato a distancia es el tercer y último cuento que Rodolfo Walsh (1927-1977) incluyó en su volumen Variaciones en rojo, su primer libro publicado. Como en La aventura de las pruebas de imprenta, que comentamos aquí hace unos días, el protagonista es Daniel Hernández, corrector de pruebas de la Editorial Corsario y colaborador del comisario Jiménez en los casos que a este se le resisten. Miope y poca cosa a simple vista, Daniel posee una inteligencia, unas dotes de observación y una capacidad deductiva asombrosas, por lo que suele resolver fácilmente los casos en los que participa, por más enrevesados que se presenten. En este cuento, como en el anterior, también se menciona el ajedrez.
En una villa cercana al mar, un hombre adinerado vive corroído por la duda de si la muerte de su hijo fue accidental, tal y como concluyó la investigación policial, o un asesinato. Está rodeado por una serie de personajes —su secretario, la prometida de su hijo muerto, un hijo que tuvo con su primera esposa, su doctor— que viven enfrentados entre sí, ambiciosos, hipócritas, esperando la herencia del anciano.
Lázaro, el otro hijo, se nos presenta analizando una partida de ajedrez:
Seguramente los había oído entrar, pero seguía con los ojos clavados en el tablero donde reproducía una partida de ajedrez. Daniel pensó que deliberadamente no parpadeaba. Disimulaba el ritmo de su respiración y tenía una mano suspendida en el aire, en ademán de capturar una pieza.
(...)
Alzó bruscamente la cabeza y los miró con expresión indefinible. De pronto sonrió.
—Tengo aquí la partida de Marshall y Halper —dijo.
Se dirigía a Daniel. A su padre no le interesaba el ajedrez.
—¿El gambito escocés?
—Sí. ¿lo conoce? En realidad es un gambito danés modificado. —Una luz de repentina ansiedad se encendió en sus ojos—. ¿Lo vemos después de la cena.
Y después de la cena:
Lázaro comentaba la partida, que sabía de memoria.
—...ha entregado la dama a cambio de dos piezas menores... Es un error..., el análisis posterior lo demuestra. Pero el adversario, deslumbrado por la certeza del triunfo, no ve la única refutación. Técnicamente, la partida es imperfecta. Psicológicamente, es única. Marshall se ha introducido en el pensamiento del adversario, ha previsto su reacción...
Hablando de su tema favorito, Lázaro se transformaba. Las alternativas del juego se reflejaban en su fisonomía, en los sutiles planos de luz y sombra que componían su rostro. Se operaba en él una misteriosa catarsis El tablero era un escenario donde las piezas representaban un drama sólido y cargado de pasiones. Observándolo, Daniel recordó las mágicas palabras de Lasker: «Este alfil sonríe». Cada movida era la definición de u hombre, de todos los momentos anteriores de un hombre. Lázaro pensaba que una partida podía dividirse en actos y escenas. Algunas escenas eran como un insidioso juego diplomático, en otras se oía el chocar de las espadas, algunas tenían la gracias de un lánguido ballet o el grotesco aparato de una farsa. Y un gran maestro era siempre un clásico o un romántico.
La partida Marshall vs Halper se disputó realmente en Nueva York en 1942 en uno de los campeonatos del Marshall Chess Club. Como se dice en el texto, Halper obtuvo una posición ganadora, pero un grave error permitió que Marshall retomara la iniciativa del juego y se hiciera finalmente con la victoria.
Veamos la partida en un tablero interactivo:
Lázaro viene descrito en el cuento como una persona débil, deforme, oscura, maleducada, y tremendamente inteligente. Sin embargo, no hacía un buen uso de esta última circunstancia. Mal ganador, además, como demuestra la siguiente escena:
Osvaldo estaba sentado ante una mesita, con los ojos clavados en el tablero de ajedrez. Lázaro giraba a su alrededor con veloces movimientos simiescos y se frotaba las manos al tiempo que chillaba:¡Mate! ¡Jaque mate! ¿Adónde va ese rey? ¡La apertura Orangután es invencible! ¡Ja, ja, ja! ¡En dieciséis movidas! ¡Jaque mate! ¿Vamos otra? ¡Le juego a ciegas! ¡Ja, ja, ja! ¡Le doy la dama de ventaja!Osvaldo estaba escarlata. Con un brusco manotazo aventó las piezas por los cuatro costados de la biblioteca y se puso de pie, alto y amenazante. Sus puños estaban crispados.
La sangre no llega al río por la aparición de Daniel Hernández. Lázaro le explica maliciosamente que lleva seis años jugándole a Osvaldo la apertura Orangután y que este no ha encontrado aún la refutación. Curiosamente, Walsh introduce aquí una nota a pie de página en la que aclara lo siguiente:
No es una apertura imaginaria. La popularizo Anthony Santasiere, y fue demolida por L. Levy. He aquí las jugadas iniciales de aquella partida. 1. C3AR P4D 2. P4CD!!?..., movida que carece de valor intrínseco y cuyo único propósito es desconcertar al adversario. Levy contestó: 2. ... P3AR! (Nueva York, 1942).
Walsh emplea la notación descriptiva, común en los países de habla hispana en la época de publicación del cuento. En la moderna notación descriptiva sería: 1. ♘f3 d5 2. b4 f6. Realmente se conoce como Orangután la apertura que comienza con 1. b4, aunque lo que se cita en el libro puede ser una trasposición. La valoración de 2. ... f6 quizá sea un tanto optimista por parte de Walsh: no parece que sea una refutación total del sistema blanco.
La partida es la siguiente:
Acto seguido Lázaro reta a Daniel. Este acepta, intentando profundizar en la personalidad de su rival durante el juego. Plantea una defensa siciliana, pero el ataque blanco por el flanco de rey fue decisivo. Daniel ni siquiera se planteó pedir la revancha.
Juega Walsh aquí con la idea de que se puede conocer a una persona por la forma en que juega al ajedrez, que sus estrategias de juego son un trasunto de su personalidad, que se pueden entender sus procesos mentales viéndolo mover las piezas. En casos similares, cuando se da un enfrentamiento entre un sospechoso y un detective, la partida suele terminar con la victoria de este. Como si la excelencia en el ajedrez fuera una cualidad moral, y los buenos siempre ganaran a los malos. Por supuesto, Walsh sabe demasiado de ajedrez para caer en esta simplificación. El colofón con el que cerrará Daniel Hernández su narración será que Lázaro era mucho mejor en el juego del ajedrez que en juego de la vida.
Pero si recordamos la nota que abre este cuento, la traducción de Fitzgerald del célebre cuarteto de Omar Jayyam:
Tis all a Chequer-board of nights and days
Where Destiny with men for Pieces plays:
Hither and thither moves, and mates,and slays,
And one by one back in the closet lays*.
podemos sospechar que Walsh entiende que los personajes de su relato son como piezas manejadas por las circunstancias, incapaces de escapar a su propio destino, condenadas a actuar según sus condicionantes de clase, su carácter y sus circunstancias.
Para terminar, comentar que hace ya tiempo que se puso en duda que el original de Jayyan hablara no ya de ajedrez sino ni siquiera de algún juego de tablero. Al parecer lo que hace el poeta persa es comparar a los seres humanos con marionetas manejadas por un titiritero que las retira del escenario cuando acaba la función. La idea es la misma, pero sin relación con el ajedrez. Tratamos este tema un poco más en profundidad aquí.
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Todo es un tablero de noches y díasDonde el destino juega con los hombres como piezas:De aquí para allá los mueve, los empareja, o mata,hasta que uno a uno vuelven a la caja.
lunes, 19 de agosto de 2024
EL REY LEAR
Probablemente la razón se halle en este diálogo de la primera escena del Acto I, cuando Kent está reprochando a Lear haber desheredado a Cordelia.
LEAR
—¡Basta Kent, por tu vida!
KENT
—Mi vida nunca fue sino un peón jugado en contra de tus enemigos; nunca temí perderla si era el motivo tu seguridad.
domingo, 18 de agosto de 2024
THEA OWENS POR ROGER NEVE
sábado, 17 de agosto de 2024
JULIANNA WELLS
5th AND BROTHERTON, 2023
ÓLEO SOBRE LIENZO. 121,92 x 152,4 cm.
COLECCIÓN PARTICULAR
viernes, 16 de agosto de 2024
IMPORTANCIA EDUCATIVA DEL AJEDREZ
Una afortunada coincidencia nos ha llevado a averiguar el autor de la imagen: Panteleimon Nikolaevich Lepeshinsky. Escritor, historiador y aficionado al dibujo. La historia de la imagen aquí.
jueves, 15 de agosto de 2024
BOB DYLAN
miércoles, 14 de agosto de 2024
TENEMOS QUE HABLAR
martes, 13 de agosto de 2024
LOST COMMAND
lunes, 12 de agosto de 2024
POLANSKY EN LA VILLA OLÍMPICA
domingo, 11 de agosto de 2024
ZUGZWANG Y BONDAGE
sábado, 10 de agosto de 2024
JOSEP PLA
Los mirones son una parte fundamental del ajedrez aficionado. «Los mirones son de piedra y dan tabaco» era una frase hecha con la que se intentaba contener la facundia analítica de algunos mirones que apenas podían reprimir el dar su opinión sobre la partida que se estaba desarrollando bajo su experta mirada de mirón. En la jerga del ajedrez se emplea para designarlos un término yidis, el idioma de los judíos de la Europa Central y Oriental, kibitzer.
En Lo infinitamente pequeño Josep Pla ofrece una deliciosa semblanza de un mirón —o kibitzer—. Lo infinitamente pequeño es un volumen que recoge artículos publicados entre 1948 y 1952 en la revista Destino. En ellos se hace patente la capacidad de observación y la ironía de Pla.
Ya sabe usted —me dice un amigo de mi edad— que soy aficionado al ajedrez. Lo juego, un rato, antes de cenar, en el Casino. Juego mal, pero a veces me parece que hubiera podido jugarlo mejor. A pesar de mi temperamento nervioso, he podido resistir siempre que los mirones siguieran mis jugadas. El otro día se plantó un señor vertical detrás de mi silla. Era un forastero. Adoptó un aire meditabundo, bajó la cabeza, puso el brazo en ristre y se aguantó mucho rato, con el puño cerrado en la barbilla. Tuve constantemente la sensación de que aquel señor era realmente un entendido. Dio siempre la impresión de seguir profundamente toda la partida, y, además, de corregirla, in mente, con gran tino. Creo que la presencia de aquel excelente observador me ayudó y que aquella tarde tuve una cierta agilidad mental. Cuando, habiendo ganado, me levanté del tablero, pensé que aquel señor me diría algo relacionado con el juego. Me dijo: «¿Sabe usted que le clarea mucho el cabello?»
viernes, 9 de agosto de 2024
BIZARRO
Una característica de las viñetas de la serie es que contienen secret symbols (símbolos secretos) que el lector tiene que encontrar. Su número viene anunciado por una cifra que aparece al lado de la firma. Uno de los alicientes de sus viñetas es encontrarlos todos. En la viñeta que nos ocupa son seis. Aquí hay una explicación de los mismos.
jueves, 8 de agosto de 2024
RODOLFO WALSH
La aventura de las pruebas de imprenta es el primero de los tres cuentos que Rodolfo Walsh (1927-1977) publicó en el volumen Variaciones en rojo, que supuso su primera incursión en el mundo de las letras. Son tres historias policiales, que deben mucho implícita y explícitamente a Sherlock Holmes, el personaje de Arthur Conan Doyle. Están protagonizados por un corrector de pruebas editorial, Daniel Hernández, cuyas capacidades deductivas se pondrán al servicio de la policía en casos muy difíciles.
Walsh fue muy aficionado al ajedrez, y ya en sus primeras obras aparecen pinceladas sobre el juego. En el cuento que comentamos se describe a un personaje adinerado, escritor, traductor y corrector de la siguiente manera.
Su trabajo solía agotarlo, y siempre se lamentaba de no tener algún hobby, alguna habilidad manual capaz de distraerlo. Pienso que esta noche se habrá sentido particularmente fatigado, y a falta de otra cosa trató de interesarse en la limpieza de esa pistola. Otras veces jugaba solo al ajedrez , o hacía algún solitario. Supongo que esas ocupaciones sencillas eran una especie de compensación.
Encontramos en este párrafo uno de los tópicos literarios relacionados con el ajedrez: el de servir de entretenimiento, de descanso, de lenitivo de las preocupaciones, para personas que desarrollan trabajos altamente intelectualizados. Walsh sabía de lo que hablaba porque durante muchos momentos de su vida jugó al ajedrez diariamente.
miércoles, 7 de agosto de 2024
THOMAS PRAMHAS
FIRST LENA, 2019
ÓLEO SOBRE LIENZO. 120 x 80 cm.
COLECCIÓN DEL ARTISTA
martes, 6 de agosto de 2024
CCC
Husmeando en el Rastro madrileño he encontrado una serie de revistas con el título Club CCC, correspondientes a los años 1956 y 1957. CCC es una academia española fundada en 1939 y pionera en la educación a distancia.
La revista se editó por primera vez en abril de 1954 y no he podido averiguar cuando terminó su publicación, aunque a finales de los años setenta su cabecera todavía estaba activa.
La revista está dirigida fundamentalmente a alumnos y exalumnos de la academia y en sus contenidos destacan las secciones dedicadas al entretenimiento, con espacios reservados a la divulgación científica, histórica, literaria, pasatiempos, actualidad, etc.
Una de esas secciones estaba dedicada al ajedrez. La mayor parte de la sección se dedica a los torneos entre los abonados de la revista, que estando especializada en educación a distancia, se celebraban lógicamente bajo la modalidad postal. También había concursos de problemas y finales técnicos. Solo uno de los artículos aparece firmado. Por un tal José María Losa, del que no he sabido encontrar noticia cierta.
Además, se analizaban partidas o posiciones de interés teórico de la práctica magistral. En los números que he podido ver se reproduce la celebérrima partida entre Georg Rotlewi y Akiba Rubinstein disputada en Lodz en 1907 —conocida como la Inmortal de Rubinstein— que podemos ver en la siguiente foto.
Y a continuación en un tablero interactivo:
También se analiza un enfrentamiento entre David Bronstein y Miguel Najdorf disputado en 1954 dentro del encuentro amistoso Argentina-URSS celebrado en Buenos Aires. El comentarista da como ganador a Bronstein, después de una brillante combinación, pero realmente Bronstein no acertó con la continuación ganadora y terminó perdiendo.
Esta fue la publicación de Club CCC:
Y esta la partida y sus variantes en un tablero interactivo:
La revista estaba profusamente ilustrada, aunque sin mencionar los nombre de los colaboradores. Tampoco de los dibujantes. La sección de ajedrez no escapaba a la norma. A continuación algunas de las ilustraciones que acompañaban a los artículos.
Año III nº 35. Febrero de 1957 |
Año III nº 36. Marzo de 1957 |
Año IV nº 37. Abril de 1957 |
Año IV nº 39. Junio de 1957 |
lunes, 5 de agosto de 2024
INGEBORG TENHAEFF
Ingeborg tenHaeff (1915-2011) fue una artista alemana que después de vivir unos años en Brasil se instaló definitivamente en Nueva York.
La fotografía de Ingeborg jugando al ajedrez corresponde al catálogo de su obra realizado por su tercer marido, John Githens y publicado por Nabi Press en Nueva York en 2004.