Cuando los navegantes portugueses llegaron a India y conocieron a las devadasi —niñas que eran reclutadas para servir de por vida a una divinidad dentro de un templo— las llamaron bailadeiras (bailarinas), porque entre sus obligaciones la danza ritual era una de las más importantes. El término pasó al francés como bayadère y de ahí, de forma parecida, al resto de idiomas europeos.
En 1877, en plena fascinación europea por un oriente que se intuía como misterioso y exótico, se estrenó La Bayadère, un ballet con música de Ludwig Minkus, libreto de Serguéi Judekov y coreografía de Marius Petipa, cuya figura central es una de esas bailarinas sagradas.
El ballet, basado en escritos de un poeta clásico indio de la transición del siglo IV al V de nuestra era, Kālidāsa, cuenta una historia de amores, traiciones y venganzas que se ha convertido, desde su primera representación en el Teatro Bolshoi de San Petersburgo a cargo del Ballet Imperial Ruso, en una pieza habitual de las compañías de danza clásica.
Una versión mucho más moderna de este ballet, producido por Natalia Makarova para The Royal Opera House Covent Garden en 2018, tiene la peculiaridad de que un gran tablero de ajedrez ocupa un lugar destacado en el escenario y una buena parte del espectáculo gira entorno a él.
Las fotografías pertenecen a varias representaciones distintas de la compañía en diversas ciudades europeas.
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