El dramaturgo y poeta Bertolt Brecht y el filósofo y crítico literario y artístico Walter Benjamin (ambos alemanes) desarrollaron una fecunda amistad desde 1924, fecha en la que fueron presentados por Asja Lacis, a la sazón amante de Benjamin, hasta la muerte del filósofo en 1940. Hannah Arendt dijo en 1968 que esa amistad había unido al poeta vivo más grande de Alemania con el mejor crítico del país.
Ambos se preocuparon por el papel del arte en la sociedad, ambos se opusieron firmemente al nazismo y ambos criticaron duramente al sistema capitalista, ambos tuvieron que huir y exiliarse de su país.
En 1933, después de deambular por Praga, Viena y Zürich, Brecht se instaló en la ciudad danesa de Svendborg con su familia, donde residiría durante cinco años. En mayo, al no podérselo hacer en persona, los nacionalsocialistas se resarcieron quemando sus libros.
Benjamin buscó cobijo por Francia, Italia y España, desde donde pretendía pasar a los Estados Unidos. Pero la muerte le alcanzó en Portbou. Las autoridades franquistas cancelaron los visados de tránsito por el país y, ante la perspectiva de caer en manos de la Gestapo, Benjamin se suicidó.
Antes, en 1934, 1936 y 1938, había visitado a su amigo en su residencia de Svendborg. Por el libro de Erdmut Wizisla Benjamin y Brecht. Historia de una amistad (Paidós. Buenos Aires, 2007. Traducción de Griselda Mársico) sabemos que la rutina diaria de ambos escritores incluía jugar un par de partidas de ajedrez después de la comida. De una de las partidas disputadas en el verano de 1934 quedan tres fotografías, tomadas en un breve intervalo de tiempo, en el que los contendientes efectúan tres jugadas y media, mientras el anónimo fotógrafo (o fotógrafa) daba la vuelta a la mesa retratando a los jugadores.
En el artículo Benjamin and Brecht: Attrition in friendship, publicado en el número 161 de la revista Radical Philosophy (mayo/junio de 2010) firmado por Andrew McGettigan se propone un posible desarrollo de la partida a partir de lo que se puede observar en las fotografías. En la reconstrucción de las jugadas que comentamos a continuación se sigue, en parte, dicho artículo.
La posición de las piezas sobre el tablero en la primera fotografía parece ser la que mostramos en el siguiente diagrama:
McGettigan, en el artículo citado, propone es siguiente desarrollo, advirtiendo de que podría llegarse a la misma posición por otros caminos parecidos:
1. e4 e6 2. d4 d5 3. e5 c5 4. f4 c4 5. g3 Ab4 6. Cbd2 Ad2 7. Ad2 f6 8. ef6 Df6
La segunda fotografía apenas supone un avance con respecto a la primera. Brecht ha defendido su peón de dama atacado con 9. Ae3 y Benjamin tiene en su mano el caballo de g8.
Así pues se ha ha jugado 9. Ae3 y Benajmin está en proceso de jugar 9 ... Ce7. Desde aquí hasta la posición de las piezas en la tercera fotografía se llega mediante la siguiente sucesión de jugadas: 10. h4 Cf5 11. Af2 Cc6 12. c3
Basándose en esta reconstrucción, McGettigan concede a ambos jugadores la condición de ser algo más que meros principiantes o simples «movedores de madera» e incluso se pregunta si conocerían las ideas de Nimzovitch —por aquello de que la idea subyacente en la variante del avance de la Defensa Francesa, que es la empleada en la partida, suele atribuírsele a él— tan influyentes en el ajedrez de principios del siglo XX.
Después de analizar someramente la partida, creemos que a McGettigan le cegó la pasión. Brecht y Benajamin fueron gigantes en lo suyo, pero probablemente no tuvieran ni tiempo ni ganas de profundizar en el ajedrez, que sería para ellos un simple pasatiempo con el que relajarse de las tensiones de su trabajo intelectual.
Cuando recibió la noticia de la muerte de su amigo, Brecht escribió un estremecedor poema en su memoria. En sus versos recuerda sus partidas de ajedrez en el verano de Svendborg:
A Walter Benjamin que se quitó la vida huyendo de Hitler
Cansar al otro era tu táctica preferida
en la mesa de ajedrez a la sombra del peral
el enemigo que te echó de tus libros
no se deja cansar por alguien como nosotros.
Además, el poema nos da una indicación sobre la forma de jugar de Benjamin: reflexionar largo rato las jugadas hasta extenuar al rival. Brecht insiste en ello en una carta que se conserva y en la que invita a Benjamin a visitarle:
El tablero de ajedrez está huérfano. Cada media hora lo recorre un temblor de recuerdo: ahí siempre movía usted.
Una hipérbole, sin duda, pero la lentitud en el juego de Benjamin es corroborada por otro testimonio. Margarete Steffin, actriz, traductora y escritora, colaboradora cercana de Brecht y también residente en Svendborg, donde oficiaba de secretaria del escritor alemán y jugaba al ajedrez con él (como se puede ver en la siguiente fotografía de 1936), escribió a Benjamin:
Todavía me acuerdo, con respecto a su manera de jugar al ajedrez, de la «táctica del agotamiento», ¿sigue practicándola?
Así pues, como se decía en la época en la que no se había generaliado el uso del reloj de ajedrez, Benjamin parecía defender que para jugar al ajedrez tanto valía un buen cerebro como unas buenas posaderas.
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Quiero agradecer a Uwe Schoor que me recomendara el libro de Edmurt Wiszla. Pueden visitar su blog A6 y conocer algo de sus otras actividades aquí.