viernes, 8 de mayo de 2020

ASIMOV Y EL AJEDREZ

En los años siguientes descubrí que todo el mundo me ganaba, independientemente de su raza, color o religión. Sencillamente, era el peor jugador de todos los tiempos y, con los años, dejé de jugar al ajedrez.
Ilustración de Grazia de Nimio Azar, 2020

En su libro autobiográfico Memorias, publicado póstumamente en 1994, Isaac Asimov explica su pesadumbre por no haber podido nunca jugar decentemente al ajedrez. Esto le molestaba enormemente porque Asimov se consideraba a sí mismo un hombre muy inteligente. Y lo era en verdad. Y el ajedrez y la inteligencia suelen asociarse con frecuencia.

Veamos lo que dice Asimov:
Nunca me ha importado no hacer un buen papel en los deportes (...) pero me molestaba mi fracaso en el ajedrez. (...) conseguí convencer a mi padre de que me comprara las piezas de verdad. Después enseñé a mi hermana las jugadas y empecé a echar partidas con ella. Los dos jugábamos bastante mal. Mi hermano Stanley, que nos miraba mientras competíamos, aprendió las jugadas y me preguntó si podía probar suerte. Como su condescendiente hermano mayor le dije que sí y me preparé para darle una paliza. El problema fue que en la primera partida de su vida me ganó.
En los años siguientes descubrí que todo el mundo me ganaba, independientemente de su raza, color o religión. Sencillamente, era el peor jugador de todos los tiempos y, con los años, dejé de jugar al ajedrez.
Por supuesto, esto no podía dejar indiferente a una personalidad con la enorme curiosidad científica que tenía Isaac Asimov. Así pues, resolvió investigar por qué pasaba esto y qué estaba detrás de su fracaso como ajedrecista. 
Este fracaso me dolió realmente. Estaba en total contradicción con mi «inteligencia», pero ahora sé (o al menos eso me han dicho) que los grandes jugadores de ajedrez logran sus resultados estudiando durante años y años partidas de ajedrez, memorizando gran cantidad de complejas «combinaciones». No ven el ajedrez como una sucesión de jugadas sino como un patrón. Sé lo que eso significa porque yo veo los artículos o los relatos como patrones.
Pero son aptitudes diferentes. Kasparov considera el juego de ajedrez como un patrón, pero para él, un artículo no es más que una mera sucesión de palabras. Yo veo los artículos como patrones y las partidas de ajedrez como meras sucesiones de movimientos. Así que él puede jugar al ajedrez y yo puedo escribir artículos, pero no al revés.
Sin embargo, esto no es suficiente. Nunca pensé en compararme con grandes maestros del ajedrez. ¡Lo que me molestaba era mi incapacidad de ganar a nadie! La conclusión a que llegué finalmente (cierta o equivocada) era que no estaba dispuesto a estudiar el tablero y sopesar las consecuencias de cada uno de los movimientos posibles. Incluso la gente que no es capaz de ver patrones complejos por lo menos puede deducir las dos o tres jugadas siguientes, pero yo no. Muevo por impulsos, cuando no al azar, y soy incapaz de hacer nada más. Esto quiere decir que tengo todas las probabilidades de perder. 
Y una vez más, ¿por qué? A mí, me parece obvio. Mi capacidad para comprender y recordar todo enseguida es lo que me inutiliza. Esperaba ver las cosas de inmediato y me negaba a aceptar una situación en la que algo así no era posible. (Igual que cuando me negaba a estudiar en el instituto y en el college).
Tengo la gran suerte de poder ver los patrones de inmediato, sin esfuerzo, cuando escribo y cuando doy conferencias. Si tuviese que pensarlo, supongo que habría fracasado en ambas cosas. (Y no me sorprendería que mi falta de disposición para tomarme el tiempo para pensar las cosas haya contribuido a mi fracaso como científico).

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