jueves, 24 de febrero de 2022

CHARLES AZNAVOUR vs GEORGES RIVIÈRE


Charles Aznavour (a la derecha) jugando al ajedrez contra Georges Rivière  en el set de la película Le passage du Rhin (El paso del Rhin; André Cayatte, 1960).

lunes, 21 de febrero de 2022

SAMI BRISS


El jugador de ajedrez es una cromolitografía de Sami Briss (1930), artista rumano residente en París. En su primera etapa, coincidiendo con su marcha a Israel, Briss realizó obras monumentales de carácter público. Paralelamente, comienza a publicar grandes series de grabados y litografías de pequeño formato en las que el ajedrez aparece como tema en varias obras.

viernes, 18 de febrero de 2022

SCHACHNOVELLE


Supongo que la mayoría de los ajedrecistas han leído o al menos conocen el argumento de la Novela de ajedrez de Stefan Zweig. Sí es así, pueden saltarse los dos primeros párrafos de esta nota tranquilamente. Si no lo es, resumo de forma muy rápida y tosca el argumento de la novela.

Viena, 1938. Los alemanes se anexionan Austria. El dr. B., un aristocrático notario, es el único que conoce la clave que da acceso a las fortunas de sus clientes, algo que los nazis codician. Para lograr que hable recurren a un medio más sofisticado que la violencia física, la violencia sicológica. Encierran a B. en un cuartucho de hotel en el que apenas hay un jergón y una palangana y las ventanas están cegadas. Sin libros, sin papel, sin radio, sin ninguna distracción. Solo sale de su cuarto para ser interrogado. En una de esas salidas logra apoderarse de un libro. Su ilusión por los placeres que encontrar en la lectura se desvanece cuando descubre que es un libro de ajedrez. Sin embargo, logra aprender el juego y en un tablero fabricado artesanalmente empieza a jugar constantemente. Es descubierto y privado del libro y de los útiles para jugar, pero da lo mismo, para ese entonces ya es capaz de visualizar el tablero en su cabeza. Así empieza un proceso sin fin de análisis ajedrecístico que solo se interrumpe cuando Viena es liberada por los aliados. Desecho por la tortura, decide emigrar a los Estados Unidos en un transatlántico. A bordo viaja el campeón del mundo de ajedrez, Mirko Czentovic. Desde ese momento, los dos hombres están condenados a encontrarse frente a un tablero de ajedrez.


El problema de las adaptaciones, más allá del tópico que quiere que segundas partes nunca sean buenas, es que inevitablemente se ven confrontadas con la obra que les sirvió de inspiración. Si la obra original es buena, esa confrontación puede ser desastrosa.

Este es el caso de Schachnovelle (Philipp Stölzl, 2021) —basada en la magnífica novela de Stefan Zweig de 1938 (aunque publicada en 1942) de la que hablamos más arriba, y con el precedente de una notable adaptación cinematográfica de 1960 a cargo del director alemán Gerd Oswald—, que no sale bien parada en la comparación.

Si no existiera el libro de Zweig, nos encontraríamos son una película interesante. Una brillante fotografía de Thomas W. Kiennast que logra trasmitir el brillo del alegre mundo de preguerra, donde se mueve el protagonista; que nos angustia durante el proceso de deterioro que la tortura hace en el encantador pero petulante protagonista; y que alcanza una turbadora belleza en las escenas del crucero.


Unas interpretaciones irregulares, sobresaliente la de Oliver Masucci en el papel de B. ofreciendo multitud de matices: como noble, amante y bon vivant; como honradísimo notario al servicio de la fea burguesía; y como hombre torturado y abocado a la locura. No tanto la de Albrecht Schuch en su doble papel de torturador y campeón del mundo de ajedrez. Correcto en el primer caso, aunque le falta algo de «maldad» en la mirada, pero muy mediocre en el caso de Czentovic, al que convierte en una grotesca caricatura (aunque probablemente, la culpa se la tenga que repartir con el guionista y el director, aliados a la hora de componer un personaje imposible).

Y una trama interesante en la que el acento se pone en la integridad de unas personas y la miseria moral de otras. La seducción del mal y la indiferencia ante él. 


Por supuesto que es plenamente legítimo partir de una idea ajena para ofrecer unas conclusiones propias, pero en esta película las desviaciones del original no parecen enriquecer la historia. La desaparición del narrador, que da unidad a la novela, solo sirve para hacer más confusa la trama. Y la deliberada ambigüedad, que hace que el espectador no sepa qué es verdad y qué es mentira, al menos hasta el final, puede que dé interés a la película, pero le resta profundidad a la historia. Como la reducción de algunos personajes a una caricatura les resta verosimilitud y humanidad. Quizá Schachnovelle sea a un tiempo una buena película y una mala adaptación de una obra maestra, ustedes juzgarán cuando la vean.





 

martes, 15 de febrero de 2022

PINI HAMOU


Pini Hanou (1968) es un fotógrafo israelí que combina el trabajo comercial con la creación de una obra personal.

Su primer contacto con el arte fue a través de la pintura, pero pronto se sintió cautivado por la inmediatez de la fotografía. Lo que no quiere decir que no planifique cuidadosamente sus tomas. Hanou pretende contar historias, sugerir ideas. Técnicamente prefiere trabajar con luz ambiente y en localizaciones naturales antes que en estudio

Su producción se centra fundamentalmente, aunque no en su totalidad, en el universos femenino. Heroínas clásicas de la literatura: Ofelia, Alicia, La dama de Shallot ocupan un lugar destacado en su producción. Y también mujeres reales; como modelo, Frida Kahlo por ejemplo, o como inspiración, Virginia Wolf, en una de sus series más interesantes: Una habitación propia (como el célebre ensayo de la escritora británica).

Las mujeres, mayoritariamente solas, en la naturaleza o en interiores, están entregadas a actividades sorprendentes y de difícil interpretación, en un mundo onírico y surreal. Las fotos de Pini Hanou no tienen título, así que no tenemos ninguna pista por parte del autor del significado de las fotos. El espectador debe poner todo de su parte.

En la foto que mostramos, realizada en 2017, la modelo Kate Ri, transmutada en una dama blanca, ha derrotado a una rival en su amor, entendemos que prohibido, por el rey negro.

domingo, 13 de febrero de 2022

LA CUESTIÓN UCRANIANA


Editorial gráfico del artista suizo Peter Schrank para la revista digital Encompass sobre la eterna crisis entre Ucrania y Rusia.

sábado, 12 de febrero de 2022

FRANCIA OLÍMPICA


En el catálogo del Museo de Arte de Philadelphia, donde está depositada dentro del legado de Marcel y Alexina Duchamp, esta foto viene descrita como «grupo de ajedrecistas no identificados que incluye a Marcel Duchamp» y se fecha en Praga a comienzos de los años 30 del siglo XX.

Además de Duchamp, en el centro de la fotografía destaca la figura del entonces Campeón del Mundo, Alexander Alekhine, lo que me llevó a pensar si no se trataría del equipo nacional francés, participante en las IV Olimpiadas de ajedrez, que se celebraron precisamente en Praga en 1931. Una rápida investigación parece corroborar mi apreciación.

Los jugadores que aparecen en la foto serían, de izquierda a derecha: Aristide Gromer, segundo tablero; Marcel Duchamp, reserva; Alexander Alekhine, primer tablero; Victor Kahn, tercer tablero; y Louis Betbeder, cuarto tablero.

Pese a contar con Alekhine, que ganó la medalla de oro al primero tablero con el 75% de los puntos disputados, el desempeño del equipo francés fue mediocre, clasificándose decimocuarta de diecinueve selecciones. Peor quedó España, última.

Cuando veo a Duchamp en fotos como esta, siempre me preguntó qué pensarían sus compañeros ajedrecistas del artista, qué idea tendrían de él. La fama de Marcel había llegado a su punto máximo entre 1912 y 1917 con sus controvertidas participaciones en el Armory Show de 1913 y en la exposición de La Sociedad de Artistas Independientes de 1917, pero en los años 30 esto ya había caído en el olvido. Y su recuperación como icono de la modernidad por parte de los jóvenes artistas norteamericanos no llegaría hasta los años 50. ¿Sabrían que su compañero de equipo, héroe para unos, villano para los más, había puesto patas arriba el mundo del arte y que después de él ya nada sería lo mismo en las artes plásticas?

viernes, 11 de febrero de 2022

EL FESTIVAL DE RIFKIN

Wallace Shawn y Cristoph Waltz parodiando la escena ajedrecística de El séptimo sello de Ingmar Bergman.

El tablero está mal colocado, pero nos cabe la duda de que Woody Allen pretendiera homenajear a la película de Bergman, donde es tablero también aparece mal colocado (aunque no en todos los planos).



La última película hasta la fecha de Woody Allen es Rifkin's Festival, una comedia  —dicen que romántica— en la que un profesor de Cine norteamericano devenido novelista viaja al Festival de Cine de San Sebastián acompañado por su esposa. El profesor, interpretado por Wallace Shawn —Vizzini en la inolvidable La princesa prometida, aunque esto puede ser simple mitología personal)—, es un trasunto del personaje tantas veces interpretado por el propio Woody Allen: un judío neoyorquino, neurótico, hipocondríaco y esnob que vive atormentado por abstrusas cuestiones existenciales.

Mort —¡qué nombre!— va al Festival a acompañar a su mujer, notablemente más joven que él, que va a trabajar como agregada de prensa. El matrimonio está en crisis y la mujer flirtea sin ambages con un director de cine francés tan huero como presuntuoso, dos características que Mort detesta. Él intenta hacer lo propio con una joven doctora donostiarra, no en vano es hipocondríaco.

Mientras la trama progresa, en la mejor tradición woodyallenesca, el protagonista sueña que es el protagonista de escenas de películas de cine clásico —en blanco y negro, como debe ser— que remiten a sus tribulaciones en la vida real. Al final de la escapada, Ocho y medio, Persona, El ángel exterminador o El séptimo sello pueblan los sueños de nuestro hombre.

Si no se lo digo, les costará adivinar qué escena eligió Woody Allen de El séptimo sello para dar rienda suelta a los desahogos oníricos de Mort.


martes, 1 de febrero de 2022

MARK TWAIN EN EL MISISIPÍ


Life on the Mississippi fue el primer original mecanografiado que llegó a una editorial (James R. Osgood & Co. Boston, 1883) y es un libro de carácter autobiográfico de Samuel Langhorne Clemens (1835-1910), mejor conocido como Mark Twain.

Mark Twain había crecido en un pueblo a orillas del Misisipí y el río tiene una presencia importante en su vida y en su obra, sobre todo en sus grandes novelas Las aventuras de Tom Sawyer y Las aventuras de Huckleberry Finn

En su juventud, Twain se había ganado la vida como piloto en los barcos de vapor que recorrían el río, transportando personas y mercancías, y que contribuyeron de forma importante al desarrollo económico del país. 

En La vida en el Misisipí, la primera parte del libro describe el proceso de aprendizaje de un río siempre cambiante en el que los aprendices de piloto tenían que memorizar cada centímetro de ribera, tanto en sentido norte como en sentido sur, tanto de día como de noche, para poder evitar los bajíos, los bancos de arena, los escollos y otros accidentes geográficos que hacían peligrosísima la navegación. 

La segunda mitad, describe un viaje hecho por el río por un Mark Twain ya maduro en el que reflexiona sobre la decadencia del transporte fluvial, arruinado por el ferrocarril, y se desgranan multitud de pequeños cuentos sobre las gentes que habitaban las orillas del río.

Durante su periodo de aprendizaje, Twain navegó con muchos pilotos experimentados. De uno de ellos, George Ealer, cuenta lo siguiente:
Cuando hacíamos alguna parada, escuchaba a George Ealer tocar la flauta o leer párrafos de sus dos biblias —Goldsmith y Shakespeare—, o jugaba con él al ajedrez. Incluso alguna vez pude haberle ganado, pero siempre retiraba su último movimiento y cambiaba su juego.

Las aficiones de Ealer eran intensas. En un terrible accidente, el estallido de las calderas de un vapor que pilotaba...

Todos los que respiraron ese vapor murieron —y fueron muchos—; ninguno se salvó. Pero Ealer no lo respiró. Se abrió camino hasta donde había aire limpio tan rápido como pudo y, en cuanto el vapor se despejó, regresó y volvió a subir a las calderas, donde con paciencia buscó y reunió todas y cada una de las figuras de su ajedrez y los pedazos de su flauta.

En la ilustración de María José Acosta, Mark Twain rememora esas aventuras juveniles en el cuarto de derrota de un barco en cuya mesa de cartas náuticas hay un tablero de ajedrez.


FICHA TÉCNICA
MARK TWAIN
ILUSTRACIONES DE EMUND H. GARRRETT, JOHN HARLEY Y A. BURNHAM SHUTE
LA VIDA EN EL MISISIPI
REINO DE CORDELIA. MADRID, 2021
TRADUCCIÓN DE SUSANA CARRAL