martes, 27 de febrero de 2024

EL FARO DEL FIN, UNA NOVELA DE RICARDO MOYANO


El faro del fin es la segunda novela del Magistrado de la Audiencia Provincial de Las Palmas y Profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Ricardo Moyano (1957).

Un joven juez, Matías, es destinado al punto más occidental de España: la isla de El Hierro. Pequeños delitos, problemas registrales de tierras, las tensiones que el progreso, tan presentes siempre, generan entre los defensores de la naturaleza y los partidarios del desarrollismo a cualquier precio, son el panorama al que debe enfrentarse. Todo se complica con un asesinato.

La bisoñez del juez, el cerrado ambiente de una isla pequeña y poco habitada y los intereses de personas muy poderosas entorpecen las investigaciones. Probablemente, la experiencia profesional del autor contribuya a dar verosimilitud al desarrollo de los acontecimientos. Matías tiene vida. Tiene amigos, bebe, intenta seducir a las mujeres que se le ponen a tiro, juega al ajedrez, se aburre. Nada que ver con el detective obsesionado de muchas novelas, que trabaja sin descanso, no duerme, no respeta los tiempos policiales, allana, si tiene que recurrir a ello, tanto domicilios privados como instancias públicas, reparte mamporros a diestro y siniestro y tiene una vida familiar y social inexistente.

Uno tiende a pensar que la realidad se parece más a lo que se cuenta aquí: un trabajo policial metódico, riguroso, de lento madurar. A veces sujeto a un hallazgo casual o al simple azar. Y, por supuesto, la voluntad de ser hacer prevalecer la verdad.

En el debe, quizá tengamos que lamentar el gran número de personajes, algunos sin demasiada entidad ni por sí mismos ni para la trama del libro, presentes en la novela y que terminan por distraer de lo importante de la acción. Parece que el autor ha intentado meter demasiadas cosas su obra. 

Como se deduce de la portada de Juan Carlos Sanz Menéndez, y ya hemos apuntado antes, el ajedrez tiene una presencia significativa en la novela. No es de extrañar ya que Ricardo Moyano es un ajedrecista de cierto nivel, que llegó a participar en el Campeonato de España de 1973 y es Maestro Nacional de Ajedrez por Correspondencia. Además, es autor de El juego de nuestras vidas, una historia del ajedrez grancanario en cuatro volúmenes.

El juez protagonista de la novela es aficionado al ajedrez. Varias son las ideas en torno al ajedrez que recorren la novela. La primera, la capacidad del ajedrez para crear vínculos. Algo muy importante en la claustrofóbica sociedad de un isla pequeña. Quien juega al ajedrez busca rivales. Y unos rivales llevan a otros. Así pasa en la novela, nuestro protagonista ve un día en un bar a un par de hombres jugando al ajedrez (son un médico de familia y un cabo de la guardia civil) en un bar, se acerca, le invitan a jugar una partida, se hacen amigos. Luego uno de ellos le irá presentando a otros jugadores de la isla. Se ha establecido una relación entre ellos.

Por otra parte, es bien sabido que el ajedrez crea su propia jerarquía. Dentro de un club se olvidan las clases sociales; las diferencias de edad o condición se minimizan o anulan completamente. Los ajedrecistas solo reconocen una ley: la ley del juego. La larga tradición de relacionar la inteligencia con la capacidad de jugar al ajedrez, por más que Unamuno advirtiera que ser bueno en el ajedrez solo prueba que se es bueno en el ajedrez, dota de cierta aura de superioridad a quien la posee. Nuestro juez pronto demuestra que es mejor jugador que todos los demás (con una única excepción) lo que suma a su dignidad oficial el prestigio de su competencia ajedrecística.

La excepción de la que hablábamos es la dueña de un hotel, Elizabeth. No será necesario insistir en que el ajedrez es una forma de simbolizar la tensión sexual entre personajes, los lectores del blog lo saben de sobra. Elizabeth es un personaje enigmático, mujer de gran belleza e inteligencia. Rápidamente se establece una corriente de mutuo deseo entre los personajes. Su condición de ajedrecistas los lleva a retarse en el tablero. Las dos primeras partidas que juegan terminan en tablas. Posteriormente juegan otras dos y cada uno logra una victoria. La tensión se mantiene en todo lo alto.

En una entrevista, el autor declaró que una de las enseñanzas que el juego del ajedrez  le había proporcionado es que «después de una derrota, la vida sigue». Algunos aspectos de la novela parecen ejemplificar ese aforismo.

FICHA TÉCNICA
RICARDO MOYANO
EL FARO DEL FIN
PUBLICACIÓN INDEPENDIENTE, 2023

2 comentarios:

Ricardo Moyano dijo...

Muchas gracias por la critica de la novela

Mariano García Díez dijo...

A ti, Ricardo.

A ver si puedes presentar en Madrid, me encantaría saludarte.

Mariano