Alfred Eisenstaedt fue un fotógrafo estadounidense de origen alemán que se inició como profesional en Berlín, en los años veinte, aunque en 1935, ante el ascenso del nazismo, tuvo que emigrar a los Estados Unidos. Allí pronto se integró como fotógrafo de plantilla en la revista Life en la que fue foto de portada más de 90 veces en los treinta y seis años que duró su colaboración.
Eisenstaedt es autor de algunas fotos emblemáticas del siglo XX. Quizá la más conocida sea la del marinero besando a una enfermera en Times Square el 14 de agosto de 1945. "El beso", que ha pasado a simbolizar el gozo por el final de la II Guerra Mundial. No menos famosa es una foto de 1935 que por si sola acabó con un sinfín de retórica belicista. Fue tomada en Etiopía durante la segunda guerra ítalo-etíope y muestra los pies de un soldado etíope. De un vistazo queda patente que las tropas fascistas se estaban enfrentando a un ejército que combatía descalzo.
Otro aspecto importante de su producción fueron sus retratos de personajes famosos: políticos, artistas, deportistas. Dentro de este terreno se inscribe el retrato de la campeona de Estados Unidos de ajedrez, Lisa Lane, disputando un torneo en el Marshall Chess Club de Nueva York en 1962.
Una de las características del trabajo de Eisenstadt fue el aprovechamiento de la luz natural y el uso de un equipo fotográfico muy reducido, lo que le ayudaba a pasar desapercibido. De esta forma lograba fotos de gran espontaneidad y penetración psicológica.
Lisa Lane fue campeona de los Estados Unidos entre 1959 y 1962 (posteriormente sería co-campeona en 1966 empatada con Gisela Gresser). Aprendió a jugar a los diecinueve años y solo dos años después se había proclamado campeona de su país y decidió dedicarse profesionalmente al ajedrez. Sin embargo, en sus intentos por clasificarse como aspirante al título mundial femenino quedó muy lejos de los primeros puestos. A partir de 1966, abandonó la practica del ajedrez para dedicarse a los negocios.
La importancia de Lisa Lane fue más mediática que ajedrecística. Su juventud y atractivo cautivaron a los medios de comunicación y Lisa fue portada de numerosas revistas y participó en varios programas de televisión. De hecho fue el ajedrecista más popular de Estados Unidos hasta que los éxitos de Bobby Fischer eclipsaron su fama. Bueno, la de ella y la del resto de los ajedrecistas del mundo. Su celebridad no la libró de las feroces invectivas de Fischer, que tenía una pésima consideración del juego de las mujeres. Al serle comentado que Lisa había declarado en una entrevista que le consideraba el mejor jugador del mundo, Fischer respondió que, por supuesto, era verdad, pero que ella no podía saberlo porque jugaba muy mal. Todo un caballero.
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