Aquella memoria específica de anticuario de Jakob Mendel, en último término improductiva y no creativa, mero inventario de cientos de miles de títulos y nombres grabados en la blanda corteza cerebral de un mamífero, en lugar de, como en otro tiempo, escritos en un catálogo en forma de libro, era, no obstante, en su perfección, única, un fenómeno de no menor importancia que la de Napoleón para las fisonomías, la de Mezzofanti para los idiomas, la de Lasker para las aperturas de ajedrez o la de Busoni para la música.
FICHA TÉCNICA
STEFAN ZWEIG
MENDEL EL DE LOS LIBROS
ACANTILADO. BARCELONA, 2009
TRADUCCIÓN DE BERTA VIAS MAHOU
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