DER GEFANGENE. MIT SICH SELBST. (EL PRISIONERO. CONTRA SÍ MISMO), 1966
LITOGRAFÍA SOBRE PAPEL VERJURADO. 37 x 30,5 cm.
COLECCIÓN PARTICULAR
Bajo este título, tomado de la revista que Javier Carpintero editó a mediados de la década de los 90, pretendo comentar las relaciones que el ajedrez ha mantenido y mantiene con la literatura y las artes plásticas.
Una partida de ajedrez con piezas vivas, sobre un tablero colosal, se ha organizado al aire libre en Cortina d'Ampezzo. Los jugadores se sentaron en sendas escaleras de mano situadas en los extremos del campo y las piezas (rey, dama, torres, alfiles, etc.) esperaban pacientemente las órdenes para moverse.
Las portadas de la revista fueron dibujadas durante cuarenta y cinco años por el pintor Achille Beltrame (1871-1945). En una Italia con todavía altas tasas de analfabetismo, su obra fue una ventana al mundo que llegaba hasta los hogares más humildes.
Menard, P. (1907), Traducción con prólogo y notas del Libro de la invención liberal y arte del juego del axedrez de Ruy López de Segura.
Publicación original: En Alcalá: en casa de Andres (sic) de Angulo, 1561.
Una traducción con prólogo y notas del Libro de la invención liberal y arte del juego del axedrez de Ruy López de Segura. (París, 1907). Citamos por la edición de Alianza Emecé. Jorge Luis Borges. Ficciones. Madrid, 1980.
Casi una exacta reproducción.
¿Un guiño a los lectores? ¿Una broma? Ya la autora en el prólogo habla de una carta de Ruy López a Sofonisba Anguissola, pintora italiana que vivió en la corte de Felipe II en la época narrada, que habría aparecido entre los bienes del pintor Luigi Mussini. En la biografía de Ruy López de los hermanos Gragera, que hemos mencionado antes, se dice que Montse Mazorriaga les explicó que incluyó el prólogo con fines narrativos, pero que no es una referencia real. Quizá haya pasado lo mismo con esto.
En la contracubierta del álbum aparece un diagrama con la posición que marca el inicio de la apertura española, también conocida como Ruy López.
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| Bodegón con viejas botellas y un peón negro Acrílico sobre lienzo 2 de enero de 2013 |
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| Rey caído Óleo sobre tabla. 6 x 9,4 cm. 5 de septiembre de 2011 |
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| Naturaleza muerta con cinco objetos óleo sobre tabla. 16 X 19 cm. 18 de noviembre de 2009 |
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| Peón caído Óleo sobre tabla. 5,6 x 7,8 cm. 28 de julio de 2009 |
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| Peón negro Óleo sobre tabla. 8,1 x 9 cm 27 de julio de 2009 |
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| Peón descascarillado Óleo sobre tabla 28 de julio de 2007 |
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| Mate de dama Óleo sobre tabla. 15 x18 cm. 30 de enero de 2007 |
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Milán, calibre 9 recoge la primera parte de los relatos de Giorgio Scerbanenco publicadas por Garzati en su edición original en 1969.
En Preludio para una matanza, el tercero de los cuentos de este volumen, que es un esbozo de lo que luego será la tercera novela del ciclo de Duca Lamberti Los milaneses matan en sábado, hay una referencia al ajedrez.
Las únicas cosas que Annetta Arazzi comprendía eran la televisión, no porque entendiese lo que sucedía en la pantalla, sino porque le fascinaban las imágenes en movimiento, y además las piezas de ajedrez, grandes, rojas y negras, de madera pulida, porque en Romaña, sobre todo en Lugo, aún se conserva el placer inteligente de ese juego, y Annetta había visto una vez a su padre y su hermano jugar una partida —todavía era pequeña: debía de tener seis o siete años— y tendió los brazos para tomar las piezas, y ellos dejaron de jugar y se las dieron, y desde entonces ella las tenía consigo todas las horas y minutos del día y de la noche, en una cajita, y a fuerza de tenerlas en la mano y acariciarlas, había desaparecido casi todo el barniz rojo y negro de las piezas, especialmente de los caballos, que eran las que más le gustaban y que a lo largo de los años se habían vuelto casi blancos.
Tan despreciable como entrenar el cuerpo, nos parecía malgastar el tiempo en el juego; tan solo el ajedrez, que exigía un esfuerzo mental, hallaba un poco de merced a nuestros ojos; y, cosa más absurda todavía, a pesar de que nos sentíamos poetas en ciernes o, en todo caso, en potencia, nos preocupaba muy poco la naturaleza.
| Stefan Zweig (izquierda) y Emil Fuchs jugando al ajedrez en un establecimiento hostelero de Ostende. Fotógrafo y fecha desconocidos |
| Stefan Zweig jugando contra Emil Fuchs en el café Mozart de Salzburgo. Dibujo de Maroine Dib que suele estar en exhibición en el Centro Stefan Zweig de la ciudad. |
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| Edición alemana de 1977 |
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| Edición inglesa de 2005 |
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| Edición española de 2013 |
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| Edición indonesia de 2018 |
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| Edición francesa de 2019 |
Antonio García Villarán (1976) es un pintor y crítico de arte español. Ha sido el creador del término «hamparte», defendido en el Manifiesto Hamparte de 1918, acuñado para descalificar un tipo de arte (fundamentalmente el conceptual) que estima falto de mérito artístico.
Ya hemos hablado un par de veces de Venere privata (Venus privada), el primer libro de la tetralogía de Duca Lamberti, escrita entre 1966 y 1969, que dio mucha fama a Giorgio Scerbanenco (1911-1969).
Duca Lamberti, un médico inhabilitado para ejercer su profesión por haber practicado una eutanasia, investiga para la policía junto a Livia Ussaro, novia y ayudante a un tiempo.
De Livia Ussaro sabemos desde Venus privada que es aficionada al ajedrez. En el tercer libro de la tetralogía, I ragazzi del massacro (Muerte en la escuela), descubrimos que Duca Lamberti también lo es:
Livia miró su reloj. Casi las dos. Luego miró el pequeño tablero de ajedrez entre ella y Duca. Tenían que pasar el tiempo en espera de que Carolino regresara de comprar los cigarrillos. Y jugaban al ajedrez.
—Te toca a ti —dijo Duca. Él no miró el reloj.
Ella movió. Pensaba en Carolino. Ya hacía casi una hora que había salido. Le gustaba mucho jugar al ajedrez con Duca, pero el rostro de Carolino estaba en su mente, flaco, huesudo, la gran nariz aguileña, los ojos claros y saltones, con una expresión insegura, de miedo y también de desafío.
—Es una extraña defensa, ¿la has inventado tú? —dijo Duca, con socarrona ironía, en cuanto ella movió.
—Es inútil que te cachondees —dijo ella—, es la moderna defensa Benoni...
En el resto de la novela solo vuelve sobre el tema del ajedrez cuando se dice que ambos eran «razonables jugadores de ajedrez» y en un par de ocasiones más en las que se caracteriza a Livia como «jugadora de ajedrez».