En las treinta y dos piezas del juego del ajedrez existe la capacidad de recrear la infinitud del Universo.
Así se habla del ajedrez en Todos los mundos el mundo, un original libro de Diego Rasskin Gutman.
La infinita capacidad metafórica del juego del ajedrez, su habilidad para extenderse por el mundo, llevado por mercaderes hebreos, y por el tiempo, a través de los años, es la sustancia que llena este libro de sesenta y cuatro páginas. Tantas, ocioso es decirlo, como casillas tiene un tablero de ajedrez.
Búsqueda de la propia identidad, estudio de una tradición, el texto, íntimo y personal, se expresa en un verso libre donde los elementos de la tradición judía se entremezclan con los difusores hebreos del ajedrez y los representantes más renombrados de este arte.
Un libro que invita al lector a recorrer un camino. Un camino esforzado porque tendrá que aprender cosas de la tradición hebrea que quizá desconozca (es mi caso), pero le permitirá vivir una aventura en la que encontrará «el conocimiento en las aristas de un juego» y «un mundo en el que cabrían otros mundos». O como dice Federico Marín Bellón en su prólogo, dando voz al ajedrez: «solo yo sé detener el tiempo».
El título que recuerda a otro autor argentino, Julio Cortázar y su cuento Todos los fuegos el fuego. En esta obra, Cortázar salta por el espacio y por el tiempo describiendo dos triángulos amorosos, uno en la antigua Roma, otro en el París contemporáneo, que finalizan trágicamente con sus protagonistas pereciendo en sendos fuegos. No importa dónde nos encontremos ni cuándo, las pasiones son las mismas: todos los fuegos son el mismo fuego. Todos los mundos, el mismo mundo.
FICHA TÉCNICA
DIEGO RASSKIN GUTMANTODOS LOS MUNDOS EL MUNDO
UNA IMAGINADA MEMORIA DE LA ODISEA DEL AJEDREZ
WEST INDIES PUBLISHING COMPANY. TALLIN, 2022


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