sábado, 10 de abril de 2021

EL CORAZÓN ES UN CAZADOR SOLITARIO, DE CARSON McCULLERS


En la primera novela de Carson McCullers, El corazón es un cazador solitario, uno de sus personajes principales, si no el principal, juega frecuentemente al ajedrez. Se trata de John Singer, un sordomudo inteligente y bondadoso, cuya figura apacible se convierte en una referencia para sus vecinos.

Ambientada en una desasosegante población del sur de los Estados Unidos, la novela nos muestra la impotencia ante adversidad de unos personajes marginados, empobrecidos e incapaces de alterar el curso de sus vidas. Y, sobre todo, extremadamente solitarios. 

La soledad rezuma por cada renglón del libro. La soledad de una adolescente sensible e incomprendida, la soledad de un trabajador de ideas marxistas en el país epítome del capitalismo, la soledad de un doctor de raza negra ante la incomprensión que sus medidas reformistas encuentran entre su propia gente, la soledad del propietario de un pequeño negocio que ve como su vida va perdiendo progresivamente sentido.

Todos esos personajes, sin embargo, se sienten acompañados por John Singer. Toman su bonhomía por empatía, su silencio por afinidad, su educación por comprensión. Singer satisface las necesidades de comunicación de las personas que le rodean pese, o quizá por, ser sordomudo. Sin embargo, y a pesar de su condición, ninguno de los personajes que orbitan en torno a él parece preguntarse nunca si Singer tiene alguna necesidad similar.

Como hemos dicho, Singer es retratado como una persona muy aficionada al ajedrez, aunque pocas veces juega. En su cuarto, el tablero de ajedrez está siempre presente, y en numerosas ocasiones se lo describe moviendo las piezas. Aunque jugar contra rivales lo hace poco. Y cuando lo hace difícilmente puede llamarse una partida. El párrafo que sigue nos muestra la única partida que se describe en el libro. La disputan John Singer y Spiros Antonapoulos. 
En ocasiones, los mudos jugaban al ajedrez por la noche. Singer siempre había disfrutado mucho con este juego, y años atrás había intentado enseñárselo a Antonapoulos. Al principio su amigo no logró interesarse en las razones por las que se mueven las piezas en el tablero. Más tarde Singer empezó a guardar una botella de algo bueno debajo de la mesa para tomar después de cada lección. El griego nunca consiguió comprender los movimientos extravagantes de los alfiles y la movilidad arrolladora de las damas, pero aprendió a efectuar algunas jugadas de apertura corrientes. Prefería las piezas blancas y no jugaba si le tocaban las negras. Después de los primeros movimientos, Singer proseguía el juego solo mientras su amigo observaba soñolientamente. Si Singer realizaba brillantes ataques contra sus propias piezas de modo que al final el rey negro recibía jaque mate, Antonapoulos se sentía siempre orgulloso y encantado.

Spiros es también sordomudo y comparte un cuarto con Singer y son amigos estrechos. Los comentaristas del libro han especulado mucho sobre una posible relación homosexual entre los dos hombres. Y la enfermedad mental que afecta al griego al principio de la novela, y que determina su ingreso en una institución mental, marcará el obligado distanciamiento de la única persona que quizá hubiera podido comprenderle.

Probablemente, Singer, a falta de rivales, se dedicaba a estudiar finales o a resolver problemas con su «bonito tablero» y «sus preciosas piezas de ajedrez». Y el ajedrez habría sido así el único lenitivo de su soledad. 



FICHA TÉCNICA
CARSON McCULLERS
EL CORAZÓN ES UN CAZADOR SOLITARIO
SEIX BARRAL. BARCELONA,
TRADUCCIÓN DE R. M. BASSOLS

 

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