
El serie fotográfica nos muestra a una pareja enfrentada ante un tablero de ajedrez. La partida termina, el rey tumbado de las blancas indica que ha vencido la mujer, y los contedientes hacen el amor. Ya sabemos que desde tiempo inmemorial el ajedrez ha servido como metáfora y preludio del acto amoroso. Y estando por medio Duchamp, no podía faltar el impulso sexual que recorre toda su obra.

La artista me ha comentado amablemente que encontró la posición en Internet mientras buscaba documentación para la obra, y que decidió incluirla en su trabajo como una forma de remitir a la obra homónima de Duchamp.
Poner a un hombre y a una mujer jugando al ajedrez le pareció a Sabrina Fonseca una buena forma para mostrar el conflicto existente entre ellos, entre dos máquinas que trabajan a ritmos distintos, diferentes.

Duchamp y Halberstadt dedicaron 27 páginas y 46 diagramas a estudiar la posición. Pero hay una pequeña diferencia entre la posición alcanzada por Lasker frente a Reichhelm y lo representado en las fotografías. En la partida original el rey blanco está en a1 en lugar de en b2 y el negro en a7 en lugar de en a8. Esto cambia totalmente la valoración de la posición. Si en el problema original las blancas ganan si están en posesión del turno de juego y solo entablan si les toca jugar a las negras, ahora la cosa es distinta: si las blancas, el bando defendido por el hombre, mueven primero el resultado es tablas. Si son las negras, el bando defendido por la mujer, las que mueven, pierden. No me atrevo a aventurar ninguna conclusión sobre este hecho, ajeno a la intención de la artista quien, como me comentó, no es experta en ajedrez.
Este blog no está pensado para publicar análisis profundos y los necesarios para explicar las distintas posibilidades descritas en este artículo lo son y mucho. Intentaré ir publicando algunos análisis en mi otro blog: Los peones son el alma del ajedrez que permitan al lector interesado saber cómo podría haber terminado la partida.
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