La biblioteca de la medianoche es una novela del inglés Matt Haig, publicada en 2020, que ha conocido desde entonces múltiples ediciones y un gran éxito de público.
El argumento es el siguiente:
Nora, una mujer de 35 años que parecía destinada a hacer grandes cosas —superdotada, excelente deportista—, se halla sumida en la desesperación. Considera que todo le ha salido mal en la vida y no ve futuro. Sus padres han muerto, ha partido peras con su hermano, no tiene pareja ni trabajo. Cansada, deprimida y sin ataduras, decide morir. Para ello se atiborra de pastillas.
Pero la muerte no llega, lo que llega es una bibliotecaria que va a guiar sus pasos por una biblioteca que contiene una serie infinita de volúmenes que relatan todas y cada una las bifurcaciones que pudo haber tomado su vida si sus decisiones hubieran sido otras. Cada libro cuenta las peripecias de una posible Nora. Lo que hubiera pasado si sus deseos frustrados se hubieran cumplido.
La bibliotecaria le da la posibilidad de elegir cualquiera entre todas esas posibilidades que le parezca buena. Una especie de ¡Qué bello es vivir! literario, pero más cercano a los libros de autoayuda o a la literatura juvenil que a una novela destinada a un público adulto.
Viene esta novela a ARTEDREZ porque el ajedrez es una parte importante de su trama. De hecho, la bibliotecaria es un personaje de la vida real de Nora con quien esta solía jugar al ajedrez de niña. Después de cada viaje a una de sus potenciales vidas, Nora suele encontrar a la bibliotecaria delante de un tablero de ajedrez, jugando contra sí misma. En ocasiones, esta emplea el juego para ofrecer enseñanzas a su pupila:
La bibliotecaria, apretado el entrecejo, mantenía la mirada fija en el tablero de ajedrez, tratando de dar con su propia jugada ideal.
—Mi pieza favorita es la torre —informó—. Es la típica pieza a la que uno cree que no hay que vigilar. Tiene un cometido aparentemente sencillo: vigila a la reina, a los caballos y a los alfiles, porque estos son los astutos. Pero muchas veces es la torre la que te coge desprevenido. Lo sencillo nunca es lo que parece.
Nora supuso que la señora Elm no hablaba solo de ajedrez.
Y unos capítulos más allá:
—Para triunfar en el ajedrez, tienes que darte cuenta de una cosa —explicó como si Nora no tuviese otra cosa en la que pensar—. Esa cosa es la siguiente: la partida no termina hasta que ha terminado. Y no ha terminado mientras haya un único peón sobre el tablero acompañando al rey. Si un jugador tiene un peón y un rey, y el otro tiene todas las piezas sigue habiendo partida...
Baste como muestra, aunque hay alguna «perla» más. Profundo desconocimiento del juego, pese a lo cual el autor no ha creído oportuno asesorarse, leer algo sobre el tema o simplemente preguntar a alguien. Mal Virgilio para esta comedia.
Sin embargo, pese a la poca comprensión del juego, queda clara la intención del autor al introducir el ajedrez en su novela. El ajedrez simboliza las diferentes alternativas que la vida ofrece (que algunas vidas tengan alternativas es muy discutible) y será uno de los medios que la señora Elm emplee para convencer a Nora de que su vida, de que cualquier vida, merece la pena. Aunque el muy humano «mientras hay vida, hay esperanza» no funcione siempre en ajedrez.
Las mercaderías inspiradas en la novela han destacado una de las frases de la misma, aunque lo que se lee en la versión original es A pawn is a queen-in-waiting (traducida en la edición española como El peón es una reina en potencia) y no A queen ia a pawn-in-waiting, como vemos en la pegatina diseñada por About Not So Dull Design.
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