Otra novela en la que se juega al ajedrez en los campos de exterminio alemanes entre los guardianes nazis y los prisioneros judíos. Y como de costumbre, con la vida de alguien en juego, para no escatimar morbo. Empiezan a ser legión. Tantas hay que pareciera que no se hacía otra cosa allí dentro.
Y no es que no se jugara en los campos de concentración y de extermino al ajedrez, se jugaba y a veces arriesgando mucho en el hecho mismo de jugar, sino que la posibilidad de que verdugos y víctimas jugaran juntos era punto menos que imposible.
Si hemos de creer a las personas que sobrevivieron a los campos de exterminio, como Primo Levi, autor de la Trilogía de Auschwitz, en la que da cuenta de su paso por Auschwitz-Monowitz, precisamente el campo en el que transcurre la novela, y no hay ninguna razón para no creerlos, «el sistema nazi, prudentemente, hacía que el contacto directo entre esclavos y señores se redujese al mínimo». De hecho, Levi solo tuvo un encuentro con un miembro de las SS y fue al final de la guerra, cuando el sistema había saltado por los aires. Eran otros presos, fundamentalmente comunes, los temibles kapos, los que se ocupaban de los internos.
Otra cosa era con otro tipo de prisioneros —de guerra fundamentalmente— con los que los guardianes nazis podían mezclarse y llegar a tener algún tipo de contacto. Pero torneos entre guardianes nazis y presos judíos para demostrar la supremacía en el ajedrez, como últimamente la literatura y el cine se empeñan en contarnos, no hubo. Ni podía haberlos. No había ninguna supremacía que dilucidar: los judíos eran subhumanos que debían ser aniquilados. Punto.
El único trabajo que conozco que estudia el ajedrez en los campos de concentración es un artículo de Daniel Logemann titulado Playing Chess in Concentracion Camps. An Inmaterial and Material Practice of Stabilization, publicado en 2013 en el Anuario de Antropología que edita la Universidad Nicolás Copernico de Toruń (Polonia).
Logeman enfatiza lo importante que era para los internos el ajedrez. Las partidas permitían tener contacto con otros presos, facilitaba poder evadirse, aunque fuera ligeramente, de la terrible realidad en la que se hallaban y lograba retener un atisbo de civilización en un entorno feroz e inhumano.
Gran parte del libro que comentamos se desarrolla en Ámsterdam, en 1962, durante la disputa de un Torneo Interzonal. Los Interzonales eran torneos que permitían clasificarse para el Torneo de Candidatos, que determinaba el aspirante a enfrentarse con el Campeón del Mundo, eran pues torneos de gran importancia en el calendario internacional. En 1962 se disputó realmente un Interzonal en Estocolmo, que vio una de las más sonadas victorias de Bobby Fischer.
El resto de la novela transcurre en los campos de exterminio nazis. Ya hemos adelantado parte del argumento. Un prisionero judío empieza a ganar fama de imbatible al ajedrez entre los internos del campo de Auschwitz, los nazis tienen noticia de ello y deciden enfrentarlo con sus mejores jugadores para dilucidar quién es el mejor. Como para un preso que ha perdido ya a su familia y teme perder la vida en cualquier momento, jugar al ajedrez con alguno de sus guardianes puede no ser una prioridad, se le incentiva ofreciéndole una recompensa: con cada victoria salvará un vida.
Con todo, el tema recurrente de la novela es el perdón. ¿Cabe la posibilidad de perdón cuando se han vivido situaciones tan extremas como el Holocausto? La novela intenta dar respuesta, con regular fortuna, a esa pregunta.
Ajedrecísticamente, la cosa no empieza muy bien ya desde la sobrecubierta de la edición española. Un hombre, ataviado con el uniforme a rayas verticales grises y azules que llevaban los presos de los campos de concentración nazis, sitúa una pieza (la dama o el rey blancos, no sabemos) en el centro de un tablero. El tablero está mal colocado, incumpliendo la norma de que una casilla blanca debe estar siempre a mano derecha del jugador.
La edición original elimina de forma radical la posibilidad de cometer este error
Por supuesto, no podemos achacar al autor lo que una editorial haga con las sobrecubiertas, pero la cosa no mejora cuando empezamos la novela. De entrada, los Interzonales se disputaron casi siempre por un sistema de liga que enfrentaba a todos contra todos y no en un sistema de eliminatorias tipo copa, como se dice. Tampoco los árbitros sorteaban el color con el que iban a jugar los contendientes en la misma mesa de juego, segundos antes de empezar la partida, por el procedimiento de ofrecer dentro de sus puños cerrados dos peones, uno de cada color, a uno de los jugadores para que eligiese. Y por supuesto, los jugadores no podían solicitar un descanso en medio de la partida Y nos reservamos algunas inexactitudes más.
La descripción de las estrategias de juego y de las partidas es floja. Suele limitarse a mostrar cambios masivos de piezas. Y se dicen cosas como que un jugador esperaba que Miguel Najdorf empleará contra él su célebre defensa y se sorprende cuando el polaco le responde con un Gambito de Dama. Por si algún lector no está familiarizado con las aperturas de ajedrez, la variante Najdorf de la defensa Siciliana puede darse cuando las blancas mueven, en su primera jugada, el peón de rey. El gambito de Dama es una apertura que se plantea cuando el blanco mueve en su primera jugada el peón de dama. Para enfrentarse a la Siciliana Najdorf es imprescindible salir de rey. No me extraña que perdiera.
Cada capítulo lleva como título un término ajedrecístico, casi siempre el nombre de una apertura, que suele hacer referencia a alguna partida real o a alguna partida que se describe en el texto. Tengo que reconocer que en muchos capítulos he sido incapaz de entender a qué se referían los títulos. Al parecer, la versión original contiene un glosario en el que se explican pormenorizadamente, pero este glosario se ha omitido en la versión española del libro.
Por último, aunque en el libro no viene ningún diagrama ni ninguna partida anotada, creo que he podido reconstruir a partir de las descripciones dadas en el texto la «partida final» del libro. Sería esta:
Después de la jugada 12 del negro, el narrador comenta lo siguiente. «Su ataque (el de las blancas) estaba cobrando forma con una falange de peones que dominaban el centro del tablero y un formidable trío de dama, caballo y alfil en la retaguardia. En cambio, la posición de las negras parecía desorganizada y sin propósito claro». A mí no me lo parece. La presión sobre el peón de d4 es muy molesta y las negras parecen tener planes prometedores con Tc8, h5 o hasta Cb4. Eso incluso aunque las blancas no cometieran el clamoroso error de la jugada 13.
FICHA TÉCNICA
JOHN DONOGHUE (THE DEATH'S HEAD CHESS CLUB. ATLANTIC BOOKS LTD. LONDON, 2015)
LA PARTIDA FINAL
PLANETA. BARCELONA, 2022
TRADUCCIÓN DE ALBERT FUENTES SÁNCHEZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario