Tan despreciable como entrenar el cuerpo, nos parecía malgastar el tiempo en el juego; tan solo el ajedrez, que exigía un esfuerzo mental, hallaba un poco de merced a nuestros ojos; y, cosa más absurda todavía, a pesar de que nos sentíamos poetas en ciernes o, en todo caso, en potencia, nos preocupaba muy poco la naturaleza.
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Viñeta de Guillaune Sorel para "Los últimos días de Stefan Zweig"; Norma Editorial. Barcelona, 2014 |
FICHA TÉCNICA
STEFAN ZWEIG
EL MUNDO DE AYER. MEMORIAS DE UN EUROPEO
ACANTILADO. BARCELONA, 2002
TRADUCCIÓN DE JOAN FONTCUBERTA Y A. ORZESZEK
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