lunes, 18 de septiembre de 2017

HAY MÁS AVENTURAS EN UN TABLERO DE AJEDREZ QUE EN TODOS LOS MARES DEL MUNDO



HAY MÁS AVENTURAS EN UN TABLERO DE AJEDREZ
QUE EN TODOS LOS MARES DEL MUNDO

En esta nota se cuenta el final de la novela que vamos a comentar, si algún lector está interesado en leerla queda avisado.

Una de las citas más reproducidas sobre el ajedrez es la que encabeza estás líneas. Sin duda, parte de este éxito se debe a la rotundidad de su afirmación. Rotundidad que sorprende aún más al venir de un autor que es ampliamente aclamado, por más que siga siendo minoritario, como autor de aventuras. La cita, efectivamente, aparece en la novela del escritor francés Pierre Mac Orlan El ancla de la esperanza

El protagonista de la historia, llamado el pequeño Morgat para diferenciarlo de su padre, el gran Morgat, es un joven deseoso de aventuras que está a punto de ingresar en la escuela de artillería y que sueña con embarcarse en la marina real. Su entorno, especialmente su padre y un oscuro y misterioso personaje, Jérôme Burns, que ejerce una gran influencia sobre él y al que considera su mentor, intentan frenar su deseo de aventuras. Lo que es fácil entender en su padre, después de todo un próspero y sedentario comerciante, miembro de una pequeña burguesía tan satisfecha de sí misma como recelosa de los riesgos, no lo es tanto en el caso de Burns, quien ha recorrido el mundo como cirujano naval y ha corrido cientos de aventuras. 

Es el propio Burns, que suele jugar con el gran Morgat al ajedrez frecuentemente, el que pronuncia la frase en cuestión. Y la pronuncia para desengañar al pequeño Morgat que ha cometido, más que una aventura, una travesura que no ha terminado del todo bien. Burns, que poco antes le había asegurado que no había sacado nada de placer en sus muchos viajes, le dice señalando el tablero en el que está jugando: «Ves, hay más aventuras en una partida de ajedrez que en todos los mares del mundo». (Vois-tu, il y a plus d’aventure dans une partie d’échecs que sur toutes les mers du monde).

Pese a que Mac Orlan es un escritor de aventuras, sus novelas hablan de aventuras crepusculares, donde se ha perdido la inocencia que envolvía al género y donde las motivaciones de los personajes nunca son del todo limpias sino, a veces, francamente aviesas. Ambientada en el siglo XVIII, El ancla de la Esperanza, título que se refiere al ancla que constituye la última esperanza de los marineros cuando todas las demás anclas han saltado por la furia del temporal, es una gran novela de aventuras donde se habla del duro paso a la edad adulta, de los límites y obligaciones de la amistad y del fin de la inocencia.

Hay dos tipos de aventureros en la perspectiva de Mac Orlan, el aventurero activo que se lanza al descubrimiento del mundo con todas sus consecuencias y el aventurero pasivo, que es, para él, el aventurero perfecto, el que se contenta con viajar a través de los libros y las experiencias ajenas. A veces, como en El ancla de la Esperanza existe también un viaje interior que termina siendo más duro y deja más heridas que el más peligroso de los viajes por mar. Cuando al final de la novela descubrimos la verdadera identidad de Burns, la frase que comentamos aparece inesperadamente revestida de ambigüedad, pues Burns es realmente un pirata temible y odiado en todos los mares. 

¿Qué pretendía decir Burns cuando pronunció esa frase? ¿Quizá convertir a su joven pupilo en un aventurero perfecto y evitar que su ansias de aventura le llevaran a adentrarse en un camino similar al que él había recorrido en su juventud y al final del cual solo esperaba la horca? 


FICHA TÉCNICA
PIERRE MAC ORLAN
EL ANCLA DE LA ESPERANZA 
1ª EDICIÓN L’ANCRE DE MISÉRICORDE. ÉDITIONS ÉMILE-PAUL, 1941
IKUSAGER. VITORIA, 2005
TRADUCCIÓN DE J. MANUEL IBEAS

ROYAS NAVY vs. PIRATAS
TREBEJOS EN RESINA DISEÑADOS POR ITALFAMA

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