Yo tenía veintiocho años, y estaba desorientado. Los últimos años vividos me parecían un absoluto desorden. En conjunto, Hollywood había sido un fracaso e Inglaterra había sido una sórdida experiencia. No había sacado nada en claro, y recuerdo que pensé que quizá debería haber seguido con la pintura... y haberme muerto de hambre. No podía haber sido peor que las fatigas que había estado pasando. Pensé que podía intentar volver a escribir de nuevo, quizá cuentos. Así que alquilé una casita en las afueras de Westport durante el verano de 1935. Mis buenas intenciones fueron torpedeadas casi inmediatamente por mi vecino de al lado, quien tenía una cancha para jugar al badminton y un tablero de ajedrez y se comprometió a enseñarme los dos juegos. En seguida me hice muy buen jugador de badminton. Antes de que finalizara el verano, el campeón del estado de Nueva York vino a Westport y yo jugué con él y le gané. El badminton es un poco como el boxeo: la sincronización es lo más importante. Es una cuestión de reflejos. Fui mucho mejor en este juego que en cualquier otro que haya jugado nunca.
El ajedrez fue otra historia. Me tenía completamente fascinado. Trabajé mucho en él, y leí libros sobre el tema pero al final del verano ni siquiera era capaz de seguir el juego de los maestros. Para alguien tan expuesto al fracaso como lo había sido yo en los últimos años, el ajedrez —a menos que uno tenga talento para ello— no era el juego apropiado para recuperar la confianza en uno mismo. Yo no tenía talento para ello, así que hice el solemne juramento de no volver a jugar nunca más. Es una de las pocas promesas que he cumplido religiosamente.
FICHA TÉCNICA
JOHN HUSTON
A LIBRO ABIERTO
ESPASA CALPE. MADRID, 1986
TRADUCCIÓN DE MARIBEL DE JUAN
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