
Supongo que piensan, pensaban, que la imagen que así proyectan es la de alguien intelectualmente dotado, alguien que se enfrenta a los problemas con el rigor con el que el ajedrecista profesional se enfrenta a su quehacer. Quizá por aquello del "dime de qué presumes y te diré de qué careces".
Empezamos, pues, nueva serie: políticos de todo pelaje y condición. Desde el más humilde de los cargos municipales al más poderso de los jefes de estado. Todos ellos sentados frente a un tablero de ajedrez.
Y comenzamos con un intelectual de verdad: el presidente de la II República Española, Manuel Azaña. La foto, anónima hasta donde sé, está tomada en su residencia de la Barata (Tarrasa) el año 1938.
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