En Baron Prášil, la genial revisión de las aventuras del barón de Münchausen realizada en 1961 por Karel Zeman, encontramos dos divertidas escenas con el ajedrez como protagonista.
Karel Zeman (1910-1989) fue un director de cine checo, notable por sus largometrajes en los que mezclaba acción real y animación. Sus principales trabajos siguen un mismo patrón: un texto clásico, Jules Verne casi siempre, y un ilustrador clásico, Matthäus Merian, Paul-Dominique Philippoteaux, Gustave Doré... o contemporáneo, Zdeněk Burian.
Luego, acción real y mucha animación: tradicional dibujada a mano, fotograma a fotograma y todo tipo de efectos especiales.
Estamos en el palacio del Sultán turco de Constantinopla, que por cierto está inspirado en los grabados que Gustave Doré hizo de la Alhambra después de su viaje por España. El barón de Münchausen y el supuesto selenita Tonik se disponen a rescatar a la princesa Bianca del Castello Nero, retenida en él.
Llegan a las dependencias del sultán, que se encuentra enfrascado en una partida de ajedrez. Sigilosamente, Münchausen llega a su lado. Pero queda absorbido por el juego, hasta el punto que no puede resistirse a indicar las jugadas al sultán. Este, al final, se pregunta de quién es esa mano que le esta soplando las jugadas. Descubiertos, empiezan a pelear, pero no por ello dejan de jugar al ajedrez. Al final, Münchausen da mate a su rival mientras de un disparo despacha a cuarenta bashi-bazouks. Quien desee saber quiénes eran estos últimos pueden echar una ojeada a esta entrada sobre Alexandre Bida.
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