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domingo, 29 de diciembre de 2019

LAS MENTIRAS DE LA NOCHE

En un islote abrasado por el sol meridional se yergue una solitaria  fortaleza convertida en presidio. Dentro, cuatro hombres de credo liberal esperan que se cumpla su sentencia. Quisieron matar al rey absolutista, y deben pagar su fracaso con la vida. En un vano intento de hurtar tiempo a la muerte, velarán toda la noche y, como en el Decamerón, cada uno contará una historia; la historia que más cerca estuviese de dar sentido a sus vidas. Intentan así también apartar de su mente una propuesta envenenada del Gobernador de la prisión. Todos han soportado el potro sin hablar, pero esta tortura es más dolorosa. Deben traicionar a su jefe. Se les pide que de forma anónima escriban en una papeleta el nombre buscado. Por la mañana, si hay cuatro papeletas en blanco, todos morirán. Si en una aparece un nombre, todos se salvarán. Nadie sabrá nunca quién ha sido el traidor.

Este es el hilo argumental de la novela Las mentiras de la noche, la tercera novela de Gesualdo Bufalino, invitado frecuente de estas páginas. La acción transcurre en una Italia donde, después de la restauración de 1814, vuelven a gobernar los borbones. Cronológicamente estamos a mediados de los años treinta del siglo XIX, en los prolegómenos del ciclo revolucionario de 1848. Podemos suponer que el rey contra el que atentaron los detenidos fuera Fernando II de las Dos Sicilias.  Los condenados representan a diversos estamentos sociales: el aristócrata, el poeta, el soldado y el estudiante. La historia que nos interesa es la del aristócrata Corrado Ingafù.

Corrado Ingafù heredó la primogenitura de su familia por media hora, el tiempo que tardó en nacer su hermano gemelo, Secondino. Este hecho le dio el título de barón y la herencia familiar, pero dejó a su hermano las ganas de vivir y la preocupación por los asuntos del mundo. Mientras Corrado sestea entre sus iguales, aquejado de un perpetuo taedium vitae que intenta combatir entregándose a todo tipo de excentricidades, Secondino disfruta de la vida conformándose con poco: «libros de más allá de los Alpes, algún desahogo amoroso, el juego del ajedrez». Por sus relaciones con los liberales se ve obligado a exiliarse a París, donde frecuenta el Café de la Régence.

Harto de su vida mundana, Corrado visita a su hermano en París. Le lleva un mensaje de la oposición al régimen. Debe pedir perdón al rey y volver. Regresar para ayudar a la causa liberal. Una tarde, ambos hermanos asisten a unas simultáneas a la ciega que el gran La Bourdonnais da en el Café de la Régence. Solo Secondino y un capitán de dragones furibundamente realista presentan una digna oposición al considerado entonces como el mejor jugador de ajedrez del mundo. Pronto, partidarios de uno y otro organizarán un encuentro a tres partidas entre los dos para ver quién es el mejor. Habrá una apuesta de por medio, el perdedor debería gritar un «viva» o un «muera» en contra de sus creencias más íntimas, elegido a discreción del ganador.

Las dos primeras partidas se resuelven con una victoria para cada uno. La tercera será, por tanto, decisiva. En un momento dado de la partida, Secondino Ingafù cogió uno de sus peones, lo manchó con la ceniza que había en el cenicero donde el capitán apagaba sus cigarros y dijo:
Con este peón marcado —dijo—, con este plebeyo y sucio peón daré jaque mate a vuestro monarca al cabo de siete jugadas.
Y así pasó. El mate anunciado se produjo en el tablero. Secondino había ganado la partida. Pero el dragón recurrió. Adujo que Secondino había tocado el peón para cubrirlo de ceniza, pero no lo había movido a continuación. Habría pues realizado un movimiento ilegal por lo que reclamaba para sí la victoria. Sometida la cuestión al arbitrio de La Bourdonnais, este replicó que la reclamación debió hacerse en el instante de la infracción, no al final de la partida. Y con la autoridad que todo el mundo le concedía exclamó: «ego locutus, causa finita».

Secondino había ganado, pero liberó a su rival de la vergüenza de gritar en contra de sus principios. Sin embargo, el capitán de dragones no quedó satisfecho y, deliberadamente, ofendió a Secondino para provocar un duelo. Un duelo entre un intelectual y un militar ofrece pocas dudas sobre su resultado. Y este no fue una sorpresa. Sin embargo, Corrado Ingafù, dijo a sus compañeros de condena mientras esperaban su ejecución, que cuando su hermano murió algo pasó en su interior. Como si el alma de su hermano hubiera entrado en la suya. En ese mismo instante, el vano aristócrata decidió abrazar la causa revolucionaria y luchar por los ideales de su hermano.


La imagen que presentamos no se corresponde con lo narrado en la novela, donde el duelo es a pistola, pero es la única imagen de un duelo vinculado al ajedrez que conozco. Espero que me perdonen la licencia.

El grabado es obra del norteamericano John Beaufeain Irving (1825-1877) y está fechado en 1876, es por tanto solo un poco posterior a los hechos narrados en Las mentiras de la noche. Su título es tan inequívoco como inquietante: El final del juego.

Gesualdo Bufalino en ARTEDREZ

FICHA TÉCNICA
GESUALDO BUFALINO
LE MENZOGNE DE LA NOTTE
BOMPIANI. MILANO, 1988

LAS MENTIRAS DE LA NOCHE
ANAGRAMA. BARCELONA, 1989
TRADUCCIÓN DE JOAQUÍN JORDÁ

miércoles, 18 de diciembre de 2019

EL CUENTO DE LAS COMADREJAS


MARTÍN
—¡Ah, ahora sí! ¡A ver, campeón!
NORBERTO
—¡Jaque!
MARTÍN
—¡Pero... la puta...! ¡Basta con este juego! ¡Es una tortura! ¡Me tiene podrido. Pura cabeza, no tiene emoción. Le falta vino, noche...


Lo anterior es una secuencia de El cuento de las comadrejas (Juan José Campanella, Argentina/España, 2019) interpretada por Óscar Martínez (Norberto) y el «luthier» Marcos Mundstock. La película es una comedia negra en la que se cuenta el enfrentamiento entre cuatro antiguos mitos del cine en plena decadencia con dos jóvenes y ambiciosos promotores inmobiliarios.


El ajedrez, junto a otros juegos como el billar, desempeña en la película la función de remarcar el enfrentamiento entre los personajes y preludiar el desenlace de la misma.


domingo, 15 de diciembre de 2019

AJEDREZ EN EL SERRALLO


Rapahel Kirchner (1876-1917) fue un ilustrador austriaco especializado en lo que podríamos llamar una temprana ilustración de pin ups, sobre todo para el creciente mercado de las tarjetas postales y para el de las revistas llamadas «para hombres». Su estilo es modernista y su temática, la mujer. Retratos de mujeres en todas las posturas y situaciones imaginables. Algunos, teñidos de un sutil erotismos; otros, de un erotismo sin teñir. Tuvieron mucho éxito en su época, sobre todo los de tema oriental.

La grisalla que mostramos hoy reúne el gusto por el orientalismo con el gusto por retratar mujeres jóvenes en su intimidad. Se titula En el serrallo: Dos jóvenes jugando al ajedrez en un patio otomano.

jueves, 12 de diciembre de 2019

PEREDUR Y EL TABLERO DE GWYDDBWYLL MÁGICO



Peredur es un personaje de la literatura del País de Gales cuya historia se cuenta en dos manuscritos de los siglos XIV y XV, aunque recogen historias del siglo XII y aún más antiguas. Peredur es la versión galesa del Percival de la corte del rey Arturo y los especialistas discuten si fue Chrétien de Troyes quien influyó en los relatos galeses, los galeses en Chrétien o ambos se inspiraron en una fuente anterior.

En el siglo XIX, Lady Charlotte Guest tradujo al inglés ambos manuscritos bajo el nombre común de The Mabinogion. El resultado es un conjunto de relatos típicos de la llamada materia de Bretaña: aventuras caballerescas en torno a la corte del rey Arturo, que no está localizada en Camelot sino Kaer Llion. En estas aventuras, esforzados caballeros llamados Lleu Llaw Gyffes, Echel Vorddwyt-Twll o Peredur, nuestro héroe de hoy, se ponen al servicio de desventuradas doncellas, que atienden a nombres tan irresistibles como Gwaethav Oll, Goleuddydd o Agharat Law Eurawc, cuyas hazañas son cantadas por poetas como Gwydyon, «el mejor narrador de cuentos del mundo». Los héroes sirven a personajes llamados el Rey de los Sufrimientos, la Señora de las Proezas o la Dama de la Fuente y todo transcurre en un ambiente mágico y maravilloso.

La ilustración que abre esta nota, realizada por el estadounidense Alfred Fredericks (1835-1926) para una edición adaptada para niños por Sidney Lanier (The boy's Mabinogion, Charles Scribner's Sons, Nueva York,  1881) pertenece precisamente al cuento Peredur, hijo de Eurawc en el que el protagonista encuentra un tablero de ajedrez mágico en el conocido como Castillo de las Maravillas, el cual se encuentra rodeado por un lago.

Traduzco libremente de The Project Gutenberg eBookThe Mabinogion Vol. 1 (of 3), Edited by Owen M. Edwards, Translated by Charlotte Guest.
Y Peredur se dirigió al castillo. Y la puerta estaba abierta. Y cuando llegó a la sala, la puerta también estaba abierta y entró. Y encontró un tablero de ajedrez en la sala en el que las piezas jugaban por sí solas. Y las piezas que estaban de su lado perdieron y las demás gritaron como si fueran hombres vivos. Y Peredur se enfureció. Y cogiendo las piezas en su regazo, arrojó el tablero al lago. Y cuando hubo hecho esto, entró una doncella negra y le habló así:
—Que los dones del cielo no sean contigo ya que prefieres el mal al bien. 
—¿Qué queja tienes contra mí, doncella? —dijo Peredur.
—Que has ocasionado a la emperatriz la pérdida de su tablero de ajedrez, al que no habría renunciado ni por todo su imperio.
 ¿Qué puedo hacer? —contestó Peredur.
—Puedes recuperarlo marchando al castillo de Ysbidinongyl donde hay un hombre negro que asuela los dominios de la emperatriz. Y si lo matas, recuperarás el tablero de ajedrez. Pero si vas allí, no regresarás con vida.
—¿Me guiarás hasta el castillo? —dijo Peredur.
—Te mostraré el camino. —respondió ella.
Así que fue al castillo de Ysbidinongyl y luchó contra el hombre negro. Y el hombre negro pidió misericordia a Peredur.
—Te concedo misericordia —dijo Peredur— a condición de que el tablero de ajedrez sea devuelto al lugar donde estaba cuando entré en la sala.
Entonces la doncella se acercó a él y le dijo:
—La maldición del cielo acompañe tus pasos, pues has dejado vivo a ese monstruo que destruye todas las posesiones de la emperatriz. 
—Le concedí su vida —dijo Peredur— para que hiciera que el tablero de ajedrez volviera a su lugar.
—El tablero de ajedrez no está donde lo encontraste. Vuelve, pues, y mátalo. —contestó ella.
Así que Peredur regresó y mató al hombre negro. 
Aunque las traducciones al inglés hablan de ajedrez (chess) se supone que a lo que jugaban en la época era al «gwyddbwyll», un antiguo juego de tablero de origen celta que algunos piensan que puede ser un precedente del ajedrez moderno. En los Mabinogion hay al menos tres cuentos en los que el gwyddbwyll tiene importancia. El de Peredur solo es el primero, dejamos los otros dos para otra ocasión.


lunes, 9 de diciembre de 2019

UN COMBATE

La editorial española Seix-Barral acaba de reeditar de forma independiente el relato corto de Patrick Süskind Un combate —la misma editorial ya lo había publicado en el volumen Un combate y otros relatos en 1996— que comentamos hace tiempo. La novedad es que  ahora está ilustrado por Sempé, de quien también hemos publicado varias entradas dedicadas al ajedrez.

Para esta edición se han seleccionado varias ilustraciones de Sempé que tienen como tema el ajedrez o los jardines. Al no ser unas ilustraciones realizadas ex profeso, algunas no se ajustan demasiado a lo que cuenta Süskind en su relato. Aunque, dada la calidad de Sempé, siempre es un placer ver sus dibujos.

Sobrecubierta de Un combate de Patrick Süskind 


Cubierta de Un combate de Patrick Süskind




FICHA TÉCNICA
PATRICK SÜSKIND
UN COMBATE
SEIX BARRAL. BARCELONA, 2019
TRADUCCIÓN DE ANA Mª DE LA FUENTE.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

CHE: UNA VIDA REVOLUCIONARIA


Dos viñetas de la novela gráfica Che: una vida revolucionaria con guión del periodista norteamericano Jon Lee Anderson y dibujos de artista mexicano José Hernández. La novela gráfica es una adaptación de la biografía que el propio Jon Lee Anderson escribió en 1997. 

La escena se localiza en Guatemala, durante el golpe de estado que derrocó al presidente electo Jacobo Árbenz.


lunes, 2 de diciembre de 2019

LA VARIANTE LÜNEBURG. RECENSIÓN GRÁFICA POR GUIDO CREPAX

El historietista italiano Guido Crepax (1933-2003) siempre estuvo muy interesado en adaptar al cómic, dentro de su peculiar estilo, obras literarias tanto clásicas como contemporáneas. Ya en los años sesenta había realizado una suerte de «recensiones gráficas» de los libros que le interesaban. 

En los noventa, siempre del siglo XX, esta idea se convirtió en una serie protagonizada por su personaje más popular: Valentina. Bajo el título de Valentina legge (Valentina lee), Crepax publicó en distintos medios una extensa serie de historietas, recogidas posteriormente en un volumen del mismo título por Mondadori.

En ARTEDREZ ya rendimos cuenta de una de esas «recensiones gráficas», concretamente Océano mar de Alessandro BariccoHoy traemos la de La variante Lüneburg de Paolo Mauresig.

Los textos en castellano provienen de la traducción de Carmen Romero para Tusquets. Barcelona, 1995.

Nadie podrá explicarse nunca por qué aquella noche el señor Frisch había escogido, de su valiosa y renombrada colección de tableros de ajedrez, un andrajo semejante. Quizá solo para jugar su última partida. La que jugó con la muerte.

—«Ahora veremos cómo te las apañas, viejo amigo».

—«Me llamo Mayer. Si los señores me lo permiten, querría hacerles un retrato humorístico».

—«¡Por favor! ¡No, gracias!»

En el «Rote Engel» el ajedrez se transformaba en un divertimento demencial donde todas las reglas del juego se subvertían...

Mi primer adversario fue un viejecito un poco bizco, con máscara de alcoholizado.

Me estaba concediendo una increíble ventaja; jugar sin la reina es un poco como liarse a puñetazos con una mano atada a la espalda. Pero al parecer Tabori no consideraba suficiente el propio hándicap. Dio la vuelta a la silla sobre la que estaba sentado, dándome la espalda...

1938. El último torneo oficial en el que fue admitido Tabori.

«Nunca juego sin apostar».

Ninguno de los dos estaba en disposición de vencer. Esto significaba que se produciría un desempate automático. El cómputo me era manifiestamente favorable. Finalmente tuvo lugar la proclamación del vencedor: era él. Yo no figuraba ni en el segundo, ni en el tercer, ni en el último puesto. Había sido descalificado por juego incorrecto.


«Le he restituido lo robado. Nuestra última partida termino en tablas y por equivocación yo me embolsé además su apuesta. Entonces, usted no puede negar que me ha regalado tres victorias. Tengo que contar con su completa voluntad de vencer.. Hace falta una apuesta. La vida de sus compañeros de cautiverio».

FICHA TÉCNICA
GUIDO CREPAX
VALENTINA LEGGE
MONDADORI. MILÁN 2015

PAOLO MAURENSIG
LA VARIANTE LÜNEBURG
TUSQUETS. BARCELONA, 1995
TRADUCCIÓN DE CARMEN ROMERO

sábado, 30 de noviembre de 2019

AJEDREZ PARA UN DETECTIVE NOVATO

—Antes tenemos que jugar al ajedrez. ¿Qué es lo primero que hacemos por la mañana?
—Jugar al ajedrez.
—Como ya te he dicho —apostilló. 
—¿No era tan urgente la misión?
—Sí. Pero lo primero es lo primero? 
Ajedrez para un detective novato. Juan Soto Ivars 
Cubierta de la primera edición

Ajedrez para un detective novato es la tercera novela del escritor y periodista Juan Soto Ivars, colaborador habitual de la prensa  española y comentarista de la actualidad política a través de su blog «España is not Spain». Escrita con una evidente intención satírica, en sus páginas la parodia se entremezcla con el esperpento en una trama detectivesca con ligeros toques fantásticos.

Básicamente, su argumento cuenta la historia de un oscuro escritor —que trabaja como negro al servicio de otro escritor, este famoso— que se enrola —o es enrolado— como aprendiz del mejor detective de su época.

El resto del título se justifica porque el famoso detective es aficionado al ajedrez e impone, como uno de los conocimientos que el novato debe adquirir, que aprenda el juego. Bueno para la memoria, dice. Para ello le obliga a leer tres tomos en tapa blanda de «partidas legendarias». A lo largo de toda la historia será constante el enfrentamiento ante el tablero de maestro y discípulo —que indefectiblemente termina con la derrota de este último— e incluso la resolución de la intriga se hará en torno a un tablero de ajedrez.

Portada de la primera edición

No. El ajedrez no es el póquer. En el ajedrez la fortuna reparte las mismas cartas a los dos jugadores. El único privilegio que dicta la suerte es quién empieza, pues a partir de ahí el tablero deja de ser un casillero de sesenta y cuatro infiernos para convertirse en una red entre dos cerebros. Entonces empieza la guerra.
Sobre los aspectos puramente ajedrecísticos, pese a que el autor parece haberse esforzado en documentar el tema, me gustaría matizar algunas cosas. Hay cierta insistencia a lo largo de toda la novela de medir los progresos realizados en virtud del tiempo que el novato tardaba en perder. Así, aguantar diez minutos es mejor que aguantar cinco —y no digamos nada de aguantar quince—. Como si fuera un combate de boxeo en el que perder por puntos en el último asalto fuera mejor que hacerlo por KO en el primero. También hay pequeños errores en los aspectos técnicos. Por ejemplo, podemos leer: «en pocas jugadas embarranqué en un zugwang (sic) —aunque entonces ignoraba el significado de zugwang— y cada movimiento empeoró mi posición». Aunque demos por buena la definición, la ortografía correcta es zugzwang. Y más adelante «alfil por peón C1 (sic)», lo que es una jugada imposible ya que si el peón es blanco tiene su lugar inicial en c2, y si fuera un peón negro que ha llegado a la fila 1, no puede permanecer allí como peón sino que tiene que ser cambiado por una pieza como parte de la misma jugada. Cosas de poca importancia, pero los ajedrecistas somos algo quisquillosos con el juego.

Hemos dicho que la resolución final del argumento se da en torno a un tablero de ajedrez y lo que hay en ese tablero es una partida que ya ha hecho su aparición en el blog en varias ocasiones: la siempreviva. Disputada en Berlín en 1852 entre Adolf Anderssen y Jean Dufresne es un ejemplo paradigmático del ajedrez romántico. Maestro y discípulo comentan la partida mientras se resuelve la acción. Es preciso señalar que el discípulo nunca llega a ganar al maestro, pero comentando esta partida le da el relevo. Uno de los últimos párrafos de la novela lo avala:
Además del cuaderno encontré mucho dinero, un testamento donde me dejaba todo, las llaves de la mansión y del despacho y un rey blanco de ajedrez. El de Anderssen. El suyo.
Para terminar, la siempreviva. Hemos incluido, a modo de comentarios, las frases de la novela alusivas al desarrollo de la partida. 



FICHA TÉCNICA
JUAN SOTO IVARS
AJEDREZ PARA UN DETECTIVE NOVATO
ALGAIDA EDITORES. SEVILLA, 2013

jueves, 28 de noviembre de 2019

MALOMBRA

Lydia Borelli como Marina de Malombra                                                         Amleto Novelli como Corrado Silla

Dos fotogramas de la película Malombra (Carmine Gallone. Produzione Cines, 1917), primera adaptación cinematográfica de la novela del mismo nombre de Antonio Fogazzaro (Brigola. Milán, 1881)

Malombra es un drama romántico de tintes góticos. Marina de Malonbra, huérfana, es acogida por su tío el conde Cesare d'Ormegno en su fastuosa villa del lago Como. La vida de Marina transcurre plácida y solitaria hasta que el azar la lleva a descubrir un compartimento secreto en el escritorio de su habitación. Dentro encuentra una carta de Cecilia, la primera mujer del padre del actual conde, quien fue llevada hasta la muerte por una sospecha de adulterio. En su escrito Cecilia clama venganza y el instrumento de esa venganza deberá ser quien encuentre la carta.

A partir de ese momento, la vida de Marina toma un giro preocupante, muy turbada por su descubrimiento, cae enferma y cuando se recobra solo parece hacerlo su cuerpo. Su mente parece estar habitada por dos almas distintas: una, la de siempre, una muchacha  alegre, aficionada a las lecturas románticas, y otra, siniestra, que odia todo lo moderno, especialmente a su tío, y que parece complacerse solo en cosas del pasado.

Un doble acontecimiento acaece en la villa del conde d'Ormegno. Por un lado, el conde prepara un matrimonio de conveniencia entre su sobrina y un aristócrata venido a menos. Por otro, llega a la villa Corrado Silla, un escritor, hijo de una antigua amiga del conde, de quien Marina se enamorará. El proyecto de boda va progresando a la par que el desequilibrio de Marina, quien se cree —o está poseída por— Cecilia cada vez con más insistencia. Las pulsiones encontradas de amor y muerte hacen crisis y Marina/Cecilia cobra su venganza en la figura del conde d'Ormegno. No contenta con ello, asesina a su amante, Corrado, y se suicida. Todo un drama, vamos.

El ajedrez ocupa un punto central en la película, aunque la secuencia en que aparece apenas dura unos minutos. Pero es la primera vez que Marina y Corrado se quedan a solas y marca el comienzo de su enamoramiento que será el desencadenante del drama al que vamos a asistir. 

Si me permiten que elija una escena de la película, aparte de la del ajedrez, sería la que muestra el enorme disgusto del conde d'Ormegno cuando descubre que el libro que Marina está leyendo son los cuentos de Edgar Allan Poe. 

martes, 26 de noviembre de 2019

EL CABALLERO D'ÉON

Charles-Geneviève-Louis-Auguste-André-Thimothée d'Éon de Beaumont fue un fascinante personaje del siglo XVIII. Espía, diplomático, militar al servicio de Felipe XV de Francia, causó sensación en la sociedad de su época por las incógnitas que suscitaba su identidad sexual. D’Éon podía presentarse tanto como un hombre —el chevalier d’Éon— o como una mujer —la chevalière d’Éon o mademoiselle de Beaumont—. El interés por el caso fue tal que las apuestas por determinar su sexo alcanzaron en Inglaterra un monto de 300.000 libras esterlinas. D'Éon mantuvo siempre una calculada ambigüedad sobre el asunto.

D’Èon ejerció su labor diplomática (o de espionaje) en Francia, Rusia e Inglaterra. Sus éxitos profesionales, su inteligencia, su conversación chispeante y su ingenio agudo pronto le granjearon un lugar de honor en los salones. Pero también poderosos enemigos. Incurrió en cuantiosas deudas y se vio acosado por los acreedores.

Para intentar optar a una pensión oficial se vio obligado a desvelar su sexo. Declaró que era una mujer. A partir de ahí se le prohibió vestir como hombre y se trasladó a Londres. La Revolución cortó definitivamente la pensión que d’Éon recibía del Estado francés. A partir de ahí tuvo que vivir de vender sus joyas y libros, de la beneficencia y de dar exhibiciones de esgrima; d´Eon fue uno de los mejores tiradores de esgrima de su tiempo. Los grabados contemporáneos lo muestran con sus ropajes femeninos enfrentándose a los mejores esgrimistas de la época, a los que solía derrotar pese a lo avanzado de su edad y el incordio que representaban las faldas. Complementaba sus ingresos, y por ello el caballero d’Éon entra por la puerta grande en ARTEDREZ, jugando al ajedrez, disciplina que había aprendido con Philidor. La tarifa que tenían que satisfacer quienes quisieran jugar con él/ella era de cinco chelines. De considerar a d’Éon chevalière, habría sido la primera mujer en jugar al ajedrez en público.



En cuanto a su aspecto físico los testimonios de la época difieren. Para Casanova, quien tiene fama de entender de mujeres, d’Éon era claramente una belle femme. Voltaire, en cambio, dice que apenas podía disimular los pelos negros y espinosos que poblaban su mentón. A su muerte, la autopsia no dejó lugar a dudas, d’Éon era un hombre. En total, de los 82 años que vivió, 33 los hizo como mujer y 49 como hombre. Puede que no fuera la primera mujer en jugar al ajedrez en público pero desde luego fue el primer travesti en hacerlo.

La historia del caballero d'Éon la he recogido del extraño y fascinante libro de Richard Cohen Blandir la espada. Historia de los gladiadores, mosqueteros, samurai, espadachines y campeones olímpicos. Destino. Barcelona, 2003

sábado, 23 de noviembre de 2019

LOS ÚLTIMOS DÍAS DE STEFAN ZWEIG

Estamos a bordo de un paquebote que acaba de zarpar de Nueva York. Entre los pasajeros que disfrutan del viaje en cubierta, un hombre solitario contempla ensimismado una partida de ajedrez que están disputando dos viajeros. Otro pasajero se dirige al mirón lo que nos permite conocer su nombre: Stefan Zweig. Pronto averiguamos que el escritor austriaco se dirige a Brasil desde Nueva York para proseguir un exilio que se remonta a 1934, fecha en la que Hitler se hizo con el poder en Alemania. Esto nos sitúa en agosto de 1941.

Una partida de ajedrez en un crucero nos remite inmediatamente a la última novela de Stefan Zweig, la celebérrima Novela de ajedrez, concluida precisamente en Brasil pocos días antes del suicidio de su autor en Petrópolis.


El cómic recoge los últimos días del escritor, deprimido por su largo exilio, angustiado ante lo que cree una victoria inminente de los ejércitos del Eje frente a los aliados —sensación que se incrementa con la caída de Singapur en manos de los japoneses en febrero de 1942, tras la cual Zweig consideró que se había perdido la guerra porque los ejércitos japoneses se unirían a los alemanes y no encontrarían obstáculo alguno para invadir América—. Apartado de su país, de sus libros, de sus amigos, los últimos días de Stefan Zweig son un amargo paseo por un desencanto que no logra mitigar el trabajo literario.

Zweig siempre se había mostrado muy interesado en el ajedrez. En su autobiografía El mundo de ayer contaba que el ajedrez era uno de los pocos juegos que apreciaba en su juventud:
Tan despreciable como entrenar el cuerpo, nos parecía malgastar el tiempo en el juego; tan solo el ajedrez, que exigía un esfuerzo mental, hallaba un poco de merced a nuestros ojos.
Su relación con el juego, no obstante, no pasó de la de un mero aficionado que se reúne de vez en cuando con algún amigo para disputar una partida. 



La redacción de Novela de ajedrez aumentó ese interés. Hasta el punto que cuando había terminado el manuscrito se lamentaba de no haber podido hacer que un profesional del ajedrez revisase su obra para corregir los posibles errores. 

La soledad en que vivía el matrimonio Zweig en Petrópolis se veía paliada por la visita de unos pocos amigos. Entre ellos, el periodista Ernst Feder, también exiliado, que siendo vecino acudía con regularidad a visitarlos. A Stefan le gustaba jugar al ajedrez con él.


Lo hizo incluso el día antes de su muerte, cuando ya había enviado las cartas en las que explicaba las razones de su decisión y se despedía de familiares y amigos.

El veintidós de febrero de 1942, Stefan Zweig y su esposa Lotte ingirieron una dosis mortal de barbitúricos. Fueron encontrados al día siguiente, tumbados en la cama y con sus manos entrelazadas.


Cuando después de su suicidio las autoridades hicieron inventario de los bienes de Zweig contabilizaron unos cuantos libros; un reloj, un anillo, unos gemelos, un alfiler de corbata, una máquina de escribir, un aparato de radio, dos pipas usadas y un tablero de ajedrez. Eso es todo lo que poseía a su muerte el escritor más popular del mundo en los años 20 y 30 del siglo XX.


Si bien siempre es lamentable que los tableros que aparecen en las obras gráficas estén mal colocados, en el caso de Zweig, cuya novela más conocida es precisamente Novela de ajedrez, esto es doblemente lamentable. Y el cómic con el que estamos ilustrando estás notas no escapa a esta maldición. En varias de las imágenes aparece un cuadro negro a la derecha.


El médico y escritor francés Laurent Seksik publicó en 2010 "Les dernieres jours de Stefan Zweig" (Flammarion. París, 2010. Edición española "Los últimos días de Stefan Zweig"; Casus belli. Madrid, 2010) una novela que relata los últimos dieciocho meses de la vida del escritor austriaco Stefan Zweig en su exilio brasileño.

La novela cosechó un éxito inmediato y el propio autor realizó una adaptación teatral y, en colaboración con Guillaume Sorel, una versión para cómic que es de la que hemos hablado aquí.

FICHA TÉCNICA
LOS ULTIMOS DÍAS DE STEFAN ZWEIG
LAURENT SEKSIK (GUIÓN) GUILLAUME SOREL (DIBUJO)
NORMA EDITORIAL. BARCELONA, 2014

jueves, 21 de noviembre de 2019

AJEDREZ EN LA BAÑERA


Dibujo del ilustrador británico  Warwick Johnson—Cadwell, también conocido como W J C, publicada en su libro An Old Dark House (Una vieja y siniestra casa). Editado por el propio autor en 2015.

¡Ajedrez en la bañera! ¡Qué gran idea!

martes, 19 de noviembre de 2019

LA HERENCIA DE BO BARLETT


Bo Bartlett (1955) es un pintor norteamericano vinculado a la corriente realista de su país. Su mirada sobre la sociedad transmite una sensación de extrañamiento, pese a la banalidad de los temas escogidos en los que abundan los que podríamos llamar costumbristas. 

Herencia, el cuadro que mostramos hoyes un retrato de sus padres. Según contó él mismo, Bartlett estaba trabajando en un cuadro que mostraba el interior de su vieja casa familiar, convertida hoy en día en su estudio, cuando sus padres pasaron a visitarle al salir de la iglesia. No tenía previsto hacer su retrato, pero al verlos sentados en el sofá pensó que era una perfecta descripción de la relación que habían mantenido entre ellos y decidió hacer una segunda versión incluyéndolos.


FICHA TÉCNICA
BO BARLETT
INHERITANCE (HERENCIA), 2010
ÓLEO SOBRE LIENZO
COLECCIÓN DEL ARTISTA. 121,92 x 167,64 cm.

domingo, 17 de noviembre de 2019

PALABRAS BAJO EL MAR

El escritor y economista español Fernando Trías de Bes publicó en 2006 la novela Palabras bajo el mar en la que narra la decadencia de una familia madrileña que se sume en la ruina, la enfermedad y la muerte. A través de los ojos de un niño vemos al abuelo de la familia tocar incesantemente los 24 preludios de Chopin, deteniéndose siempre en la misma nota, sin terminar jamás la obra. Y a su padre, sumido en la locura, encerrarse a escribir lo que denomina «el poema perfecto» sin lograr nunca no ya un poema perfecto sino tan siquiera uno publicable. Acosada por las deudas, la familia emigra a un lugar indeterminado, llamado simplemente «el páramo».

Convencido de que la clave para entender la desgracia de su familia está en el abuelo, Leo intenta acercarse a él. Y para ello emplea la única cosa, además de la música, que interesa al anciano: el ajedrez.

Leo pide a su abuelo que le enseñe a jugar, pero este se niega aduciendo que no tienen un tablero ni las piezas necesarias para hacerlo. Así que Leo emprenderá la tarea de de fabricar él mismo uno para poder enfrentarse al abuelo. 

El tablero no le presentará mayores problemas, unas teselas blanquinegras del alicatado  cerámico de una antigua fuente se lo proporcionarán casi hecho, pero los trebejos supondrán una mayor dificultad y un gran esfuerzo. Quiere sorprender a su abuelo con unas piezas originales, ya que piensa que ganándose su respeto le será más fácil ahondar en el secreto familiar.


Por fin se decide. Consigue dieciséis botones blancos y otros dieciséis negros y encima de estos botones pegará insectos. ¡Insectos vivos!

Unas avispas serán los alfiles; la legendaria capacidad de salto de los saltamontes les convierte en buenos caballos; unas crisálidas de mariposa harán la función de reyes. Los verdaderos problemas se los ocasionarán las damas. Quiere algo especial para esta pieza, de la que su abuelo le ha dicho que es la más poderosa del juego. La dama blanca, además, tiene una notable importancia simbólica en la novela, asociándose a la abuela muerta, a la madre ausente, a la hermana enferma... Un día tropezará con una mantis religiosa: la pieza perfecta, pero solo será capaz de encontrar una. El tiempo apremia y decide presentarse frente a su abuelo con una sola dama en el tablero.


Las partidas contra el abuelo desatarán una auténtica tormenta a través de la cual se desvelará el secreto familiar y se generará una catarsis después de la cual se sentarán las bases de la recuperación de la familia. 

Pese a ser el ajedrez el nudo de la novela, algunos comentario sobre el juego no son muy afortunados (sin entrar a valorar la dificultad de jugar al ajedrez con insectos vivos tan peligrosos como las avispas como piezas). Por ejemplo al describir el nivel del abuelo se dice: 
No era buen jugador, sino más bien mediocre y torpe. Acometía absurdos movimientos, en especial con el caballo y los peones, a los que despreciaba y sacrificaba con aires de heredero manirroto. 
Movimientos absurdos hay muchos a la disposición de los jugadores, pero que esos movimientos sean cometidos especialmente con el caballo no tiene sentido ajedrecístico.

Ni tampoco en la explicación de los movimientos de las piezas que, como lamentablemente pasa a menudo, es muy poco acorde con lo que es el juego en realidad. Así podemos leer cosas como «la reina no tiene piedad» (¿acaso la tiene cualquier otra pieza que tenga a su disposición un buen movimiento?), «la reina mata por conservar a su rey», «La reina es la que mata a la mayoría de las piezas del contrario» y otras similares para el resto de las piezas.

Para terminar con el libro transcribo dos frase que el abuelo dice a Leo sobre el ajedrez y que son más un intento de explicar la sicología del anciano que una definición consecuente de lo que simboliza el juego.
—Blancas y negras, Leo. Como las teclas del piano. Sin matices, como la vida. Porque las cosas son o no son. No tienen término medio, los grises no existen, hijo, no existen.
Y
Rey blanco contra rey negro. Luz contra oscuridad. Dolor contra esperanza.
Como en la novela, aunque no con animales vivos, al menos se han fabricado en la historia dos juegos de ajedrez cuyos trebejos son fundamentalmente insectos.


Las tres primeras fotografías de esta entrada muestran un juego de ajedrez elaborado en Italia sobre 1790 con piezas de marfil y ébano. Los reyes y las damas son mariposas, los alfiles, saltamontes; libélulas, los caballos; y orugas, las torres. Los peones son distintos tipos de mariposas. En la base de cada pieza viene su nombre científico. No se conoce el nombre del artesano que lo fabricó.


Las tres restantes muestran un juego de ajedrez diseñado por el británico Alastair Mackie. Unos cilindros de resina contienen diversos especímenes de insectos. Las blancas están representadas por insectos voladores y las negras por insectos terrestres (me parece que entre estos a Mackie se le ha colado un arácnido). El tablero, que es monocromo, está iluminado desde abajo para facilitar la visibilidad de los animales.


La obra de Mackie se titula Amorphous organic (algo así como orgánico amorfo) y está hecha de madera de turbera, mesa de luz, vidrio, baterías, latón, copal, resina e insectos. Fue realizada en 2009


viernes, 15 de noviembre de 2019

EUGENIO ONEGUIN

Aislados, lejos de todos, se apoyan en la mesa ante el tablero de ajedrez; durante largo rato permanecen sentados, sumidos en profundos pensamientos, y Lenski, distraído, mata con un peón su propia torre.
Alexander Pushkin
Eugenio Oneguin. Capítulo IV


Olga Lárina y su prometido Vladimir Lenski jugando al ajedrez en una ilustración de Elena P. Samokish-Sudkovskaya (principios del siglo XX).

miércoles, 13 de noviembre de 2019

A LA LUZ DE LAS VELAS


La artista rusa de San Petersburgo Olga Levina, Sceith-A en el mundo del arte, ha realizado una serie de ilustraciones sobre la novela de Mijaíl Bulgakov El maestro y Margarita. De ellas entresacamos, como no, la que ilustra la célebre partida de ajedrez del capítulo 22 de la novela, titulado A la luz de las velas.

Los personajes que vemos en la ilustración son el ayudante del demonio, Koróviev, señalando hacia la puerta; a su izquierda Asaselo, el sicario; la bruja Guela está en la esquina inferior derecha; Voland, el mago, y el gato Popota juegan su partida de ajedrez y, entrando por la puerta montada en la escoba, Margarita.
VOLAND:—¡Sal de ahí! La partida se da por terminada, Ha llegado una invitada.
(...)
MARGARITA:—De ninguna manera, «messere» —repitió Margarita, dominándose, con una voz muy baja, pero inteligible. Y añadió sonriente—: Le ruego que no interrumpa su partida. Creo que cualquier revista de ajedrez pagaría una gran suma si pudiera publicar esa partida.

Cito a partir de la edición de Alianza Editorial (Madrid, 1981. Traductora Amaya Lacasa Sancha)