Bajo este título, tomado de la revista que Javier Carpintero editó a mediados de la década de los 90, pretendo comentar las relaciones que el ajedrez ha mantenido y mantiene con la literatura y las artes plásticas.
Páginas
domingo, 30 de junio de 2024
JOHN BAKER
sábado, 29 de junio de 2024
AXA LILLO
Axa, no resignes la vida del peón:
tal vez, atado al rabo del alfil,
huya del tablero
y alcance nuestra República
gran país urgente
vivo tras el humo de apariencias.
viernes, 28 de junio de 2024
TOM & JESS PICTON-WARLOW
jueves, 27 de junio de 2024
ISABEL I TUDOR, POR ALEXIA SINCLAIR
miércoles, 26 de junio de 2024
QUINN vs NN
martes, 25 de junio de 2024
FRANZ LEFLER
lunes, 24 de junio de 2024
COSAS DE GOMBROWICZ
domingo, 23 de junio de 2024
MALINA, DE INGEBORG BACHMANN
Hoy ha venido a mi casa, la próxima vez iré yo a la suya; y cuando no tiene ganas de construir frases conmigo, saca su tablero de ajedrez o el mío, en su apartamento o en el mío, y me obliga a jugar.
Pese a que Iván juega mucho mejor que la mujer —casi siempre gana, aunque algunas veces ayuda a la mujer a hacer tablas— no deja de recurrir a una cháchara despectiva para con su rival acusándola, incluso, de utilizar su físico como arma. Algo que lamentablemente seguimos escuchando hoy en día de vez en cuando a algunos jugadores.
Ah, y ahora la señorita descerebrada, de cabeza vacía, quiere distraerme, pero ya conozco la treta, el vestido que resbala por el hombro, ya no lo miro, piensa en tu alfil, hace ya media hora que estás exhibiendo las piernas hasta más arriba de las rodillas...
Empezamos una partida de ajedrez y así no tenemos que hablar, la partida se alarga, se complica, se estanca, no avanzamos, Iván ataca, yo estoy a la defensiva.
Según avanza la novela, preludio de la soledad, la mujer termina jugando sola:
Estoy sola en casa. Malina se está haciendo esperar mucho, estoy sentada con el AJEDREZ PARA PRINCIPIANTES frente al tablero y juego una partida. Frente a mí no hay nadie, me cambio todo el tiempo de sitio, Malina no podrá decir que esta vez voy a perder, pues al final pierdo y gano simultáneamente.
Pronto se hace patente la inutilidad de sus esfuerzos, su fracaso. Como le había dicho a su amante durante uno de sus encuentros:
...prefiero decirle enseguida que abandono, que para mí la partida está perdida.
Al final, la mujer desaparece en una grieta. «Ha sido un crimen» es la última frase de la novela.
Probablemente.
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sábado, 22 de junio de 2024
DONALD SUTHERLAND
viernes, 21 de junio de 2024
LA MITAD MEJOR DE LA NARANJA
jueves, 20 de junio de 2024
SOLSTICIO DE VERANO
miércoles, 19 de junio de 2024
EL MALO vs BARBARA HAVELONE
martes, 18 de junio de 2024
AMPARO PRIMO
lunes, 17 de junio de 2024
EN LAS TERMAS
domingo, 16 de junio de 2024
DMITRI DOILNIEV
sábado, 15 de junio de 2024
FRANÇOIS MITTERRAND
viernes, 14 de junio de 2024
LÉOPOLD FRANCKOWIAK
jueves, 13 de junio de 2024
BLANCHE FURY
Walter Fitzgerald y Michael Gough al tablero. Valery Hobson a sus labores |
miércoles, 12 de junio de 2024
NAJDORF Y GOMBROWICZ EN EL CAFÉ REX
martes, 11 de junio de 2024
MATCH TELEFÓNICO
lunes, 10 de junio de 2024
ESCHER EN TORREMOCHA DEL JARAMA
domingo, 9 de junio de 2024
EN LAS PLAYAS DE... VARNA
sábado, 8 de junio de 2024
A1
viernes, 7 de junio de 2024
¡VAMOS A LA GUERRA!
jueves, 6 de junio de 2024
PRIMOS DISTANTES
miércoles, 5 de junio de 2024
MON CHERRIES
En septiembre de 2013 eligió un tablero gigante como escenario para las fotos.
El reportaje entero, titulado Checkmate (Jaque mate) puede verse aquí.
martes, 4 de junio de 2024
ROUSSEAU vs CONTI
En medio de todas estas mezquindades literarias, que me confirmaban más y más en mi resolución, recibí el honor más grande que las letras me han proporcionado y el que más me ha lisonjeado, con la visita que el príncipe de Conti se dignó hacerme por dos veces, una en la quinta y otra en Mont-Louis, escogiendo además ambas veces la ocasión de que la señora de Luxembourg no estaba en Montmorency, con el objeto de hacer más evidente que venía para mí. Nunca he dudado que las primeras bondades de este príncipe las debo a la señora de Luxembourg, y a la de Boufflers; mas tampoco me cabe duda de que debo a sus propios sentimientos y a mí mismo las que no ha cesado de dispensarme desde entonces.
Como mi habitación de Mont-Louis era muy pequeña, y la situación de la torrecilla era bellísima, conduje allí al príncipe, quien, para colmo de mercedes, quiso que tuviese el honor de jugar con él al ajedrez. Yo sabía que él ganaba al caballero Lorenzi, el cual jugaba más que yo. Sin embargo, a pesar de los signos y gestos del caballero y demás asistentes, que fingí no ver, gané las dos partidas que jugamos. Al concluir, le dije con tono respetuoso, pero grave: «Monseñor, venero demasiado a V. A. Serenísima para no ganarle siempre en el ajedrez». Este gran príncipe, dotado de ingenio y de luces, tan digno de no ser adulado, conoció en efecto, a lo menos así lo creo, que no había allí sino yo que le tratase como hombre, y tengo motivos para creer que me lo agradeció realmente.