Bajo este título, tomado de la revista que Javier Carpintero editó a mediados de la década de los 90, pretendo comentar las relaciones que el ajedrez ha mantenido y mantiene con la literatura y las artes plásticas.
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sábado, 24 de diciembre de 2022
MENTALIDAD ESTRATÉGICA
viernes, 23 de diciembre de 2022
ALFRED RUSELL WALLACE
Alfred Russel Wallace (1823-1913) no ha tenido suerte con la posteridad. En su época fue un destacado naturalista, el primero que se preocupó por el impacto que causaba el ser humano en la naturaleza y que propuso una teoría de la evolución basada en la selección natural. ¡Efectivamente, lo mismo que Darwin! Y lo hizo al mismo tiempo que él (incluso se publicó antes, por expresa recomendación de Darwin). Sin embargo, mientras Darwin es mundialmente conocido, Wallace apenas lo es por los especialistas. Quizá jugara en su contra que, además de un fino científico, fuera antivacunas (en cambio no era terraplanista ya que inventó un método empírico para demostrar la esfericidad de la tierra), hombre muy religioso y creyera en el espiritismo.
Como hemos dicho, Wallace creía en el espiritismo. En una carta dirigida al periódico The Times explicaba sin embargo el porqué no se iba a dedicar a investigar el tema. Y en esa explicación empleó una curiosa comparación con el ajedrez:
En cuanto a investigar el asunto, tengo media docena de temas que me interesan infinitamente más y les dedicaré el tiempo libre que me quede. Renuncio a ello por la misma razón que me abstengo de jugar al ajedrez: es demasiado entretenido para ser un trabajo serio y demasiado difícil para ser entretenido.
En las palabras de Wallace resuena el eco de Montaigne, sin embargo, como vemos en la fotografía, nuestro científico tenía recaídas en su abstinencia del ajedrez.
miércoles, 21 de diciembre de 2022
ANDREY SHUSTOV
martes, 20 de diciembre de 2022
GAMBITO DE JOKER
lunes, 19 de diciembre de 2022
FERNAND PRÉFONTAINE
En el Museo Nacional de Bellas Artes de Québec se conservan dos fotografías suyas jugando al ajedrez.
sábado, 17 de diciembre de 2022
LDVDA
jueves, 15 de diciembre de 2022
ROMEO GACAD
miércoles, 14 de diciembre de 2022
THE HATEFUL EIGHT
Una de Tarantino. Con la generosa ración de violencia, regada con abundante sangre y unos bocados de humor negro-negrísimo, a la que nos tiene acostumbrados.
Gran parte de la acción transcurre en una habitación. Y esa habitación está presidida por una mesa en la que descansa un tablero de ajedrez, de forma que es casi imposible no verlo en cualquiera de los planos generales rodados en ese escenario.
Jugar solo se juega en un pequeño flashback, pero la presencia del tablero es constante. El juego sin embargo dura muy poco y termina cuando un asesinato descarta definitivamente a uno de los contendientes. Al rato también morirá el segundo jugador, eliminando para siempre la posibilidad de averiguar algo más sobre la partida.
Antes del triste final, víctima y verdugo mantienen el siguiente diálogo:
—Con su permiso, caballeros, nomás mirar.
—¿Usted juega?
—Mire. Al menos unas doce personas me enseñaron este maldito juego y nunca he aprendido los movimientos. Pero si no les molesta, me gusta mirar.
—No, joder. Me gustará tener público cuando le dé una paliza a este viejo.
—¿Paliza? ¡Una mierda!
Pues no, no eran muy educados. Pero en su descargo hay que decir que la vida en el salvaje Oeste no potenciaba precisamente la observancia de una correcta etiqueta.
La posición que puede verse en el breve momento en el que la partida está en curso no tiene sentido ajedrecístico y debió componerse aleatoriamente sin mayores preocupaciones de verosimilitud. Una posible reconstrucción es la que muestro en el diagrama siguiente (sí, con los alfiles negros en las casillas iniciales de los caballos), aunque con muchas dudas ya que no se claramente el tablero en ninguna escena.
Odiosos ocho se llamó en España. Ocho, como las columnas y las filas del tablero. Algunos carteles alternativos de la película recogieron el ajedrez en sus diseños.
Cartel de Koren Shadmi para una edición especial de carteles promocionales |
Cartel de Hans Woody para una versión japonesa de la película. |
El sudista renegado y ahora sheriff Chris Mannix (Walton Goggins, José Javier Serrano), a la izquierda El general Sandord Smithers (Bruce Dern, Mario Gas) |
A la izquierda el Comandante Marquis Warren (Samuel L. Jackson, Miguel Ángel Jenner A la derecha el general Sandford Smithers (Bruce Dern, Mario Gas) |
sábado, 10 de diciembre de 2022
EL AJEDREZ DE LA BAUHAUS
jueves, 8 de diciembre de 2022
RADOSŁAW PUJAN
Trabaja de forma analógica, con película negativa o diapositivas, cámaras de medio formato fundamentalmente y en escenarios naturales.
Radosław Pujan en las redes:
lunes, 5 de diciembre de 2022
L'ULTIMA TRAVERSA
Por un momento pensó que debería enseñar el juego él mismo, imponer su estudio como una suerte de penitencia, persuadir a sus parroquianos a abandonar las cartas para dedicarse a un pasatiempo más noble. Ya se veía en su homilía dominical hablando de cuanto podía el espíritu elevarse en presencia del ajedrez y como el juego del ajedrez se asemejaba a la vida. ¿No ya sus colores, el blanco y el negro, nos hacen pensar en la eterna lucha entre el bien y el mal? ¿Y no simbolizan sus varias piezas los diferentes papeles que desempeñamos en la vida, del más poderoso al más humilde, del soberano al simple campesino? Y después, cuando el juego ha acabado, ¿no salen las piezas del tablero y reposan en una caja, como les pasa a los hombres en la sepultura? Además, en la fatigosa marcha de los peones, ¿no hay una espléndida metáfora del ascenso espiritual, en el que la octava fila del tablero representa la muerte y el premio final? Sí, el juego del ajedrez merece toda la dedicación y empeño posible. ¿Qué otra cosa es si no una forma de oración?
Pese a que Maurensig dice en la introducción que el papel desempeñado por Daniel Harrwitz en la novela es totalmente imaginario, se nota que el novelista hizo un buen trabajo de documentación.
Toc, toc. ¿Hay alguien en casa? Jaque mate.
También queda clara en el libro la costumbre de la época de conceder ventaja (bien de material, bien de tiempos) a los rivales más débiles para equilibrar la fuerzas. En este caso, recurriendo a una anécdota que yo siempre he oído referida a Alexander Alekhine (1892-1946), el cuarto campeón del mundo de ajedrez.
—Permítame, reverendo, cederle jugar con las blancas. Y, además de la ventaja de la salida, darle también un peón.
—Escuche... si ni siquiera me conoce.
—Por eso mismo, porque su nombre no me dice nada, creo que debo concederle ventaja.
—Pero yo tampoco he oído hablar nunca de usted.
—En ese caso, creo que debería darle además un caballo.
Y también está acreditada su habilidad en el juego a la ciega. Lo que probablemente sea fruto de la imaginación de Maurensig sea el rechazo al ajedrez experimentado por el maestro alemán al final de su vida. Aunque es verdad lo que dice el texto:
La tumba de Daniel Harrwitz se encuentra en el cementerio judío de Bolzano. Una columna truncada, rodeada de de una baja reja de hierro. No hay en ella ninguna referencia al ajedrez.
Extraña omisión para un grande del juego.
Tumba de Daniel Harrwitz en el cementerio judío de Bolzano |
Aquí descansa nuestro buen hermano y tío Profesor D. Harrwitz. Nacido en Breslau el 22 del 2 de 1821 Muerto en Bolzano el 2 del 1 de 1884 |
sábado, 3 de diciembre de 2022
SAMPAYO Y MUÑOZ
viernes, 2 de diciembre de 2022
MONTEVIDEO
En la última novela de Enrique Vila-Matas, Montevideo, un ejercicio metaliterario que cuenta las peripecias de un escritor bloqueado por una terrible crisis de inspiración, hay una curiosa referencia al ajedrez y a Duchamp, mezclados con la llegada del hombre a la Luna.
Andaba nuestro escritor en crisis pergeñando un juego —que bautizó a la manera de Rimbaud como Je est une autre (yo es otro)— mediante el que endilgar a la persona que le preguntara las razones por las que había dejado de escribir un frase pronunciada por otra persona como si fuera suya. De alguna forma convertirse en otro.
A manera de ejemplo, recuerda que el astronauta Neil Armstrong, de regreso de la Luna, contestaba a quien le preguntaba si el viaje sideral le había ayudado a comprender el significado profundo de la vida (aquello de ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, vaya) que él era un técnico que junto con otros había logrado llegar a la Luna, pero que no estaba capacitado para contestar preguntas que no eran de su especialidad. Así pues, nuestro escritor podía convertirse en Armstrong y contestar de idéntica forma.
Poco después, una exnovia le pregunta lo que está haciendo y el escritor piensa que es el momento de iniciar el juego. Decide convertirse en Marcel Duchamp y hacer suya la contestación que este le dio al escultor Naum Gabo cuando le preguntó que por qué había dejado de pintar («Pero, ¿qué quieres? Ya no tengo ideas», dijo Duchamp).
¿Qué le voy a hacer, Lisa? Ya ni una línea al día. Escribí el fragmento "París" (el primer capítulo del propio libro que comentamos) y quedé roto, sin ojo mental, y sin poder continuar. Solo con mi ajedrez y mis pasos en la Luna.
Pero la exnovia, que le conoce bien, adivinó que no estaba hablando con sus propias palabras. Se lo recriminó y le dejó plantado.
Dejándome Duchamp perdido, derrotado en el ajedrez de la vida y, encima, en el ajedrez de la Luna y sin derecho a réplica.
MONTEVIDEO
SEIX BARRAL. BARCELONA, 2022