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martes, 9 de abril de 2024

PLANETA PROHIBIDO

Forbidden Planet es una novela de ciencia ficción escrita en 1961 por Robert Lionel Fanthorpe (1935) bajo el seudónimo de John E. Muller.

En un lejanísimo futuro, el universo habitado se ha extendido a millones de galaxias. Un sector del cosmos, conocido como ZG3/M2, consta de 64 planetas. El mapa estelar de la zona representa esa vasta extensión como un damero de 64 casillas.

Hay cinco razas inteligentes en ese universo: los humanoides (descendientes de los antiguos pobladores de La Tierra), los zurgs, los garaks, los pralos y los gishgilks. Cada una de estas razas utiliza una forma de transporte diferente para desplazarse por los distintos planetas. Esas formas de transporte se correspondían con el movimiento de las piezas de ajedrez. Un juego que hacía  mucho tiempo que había caído en el olvido.

La trama de la novela cuenta como dos humanoides son controlados por dos entidades poderosísimas y enfrentados en una partida de ajedrez galáctica en la que los trebejos son un rey (los dos humanoides), dos pralos (torres), dos zurgs (caballos), dos garaks (alfiles) y un gishgilk (dama) elegidos al azar. Otros ocho humanoides conforman los peones de cada bando. La captura de una de las piezas supone la muerte de quien representa el trebejo en cuestión.

Los humanoides no saben lo que está pasando, simplemente se sienten impelidos a transmitir ciertas instrucciones a «sus» hombres, que estos cumplen sin rechistar. Tardarán cierto tiempo en descubrir que están jugando a un antiguo juego de La Tierra, el ajedrez, que llevaba milenios olvidado. Cuando lo hacen, ponen en marcha un plan para entorpecer los planes de las entidades que les manejan. Ambos «reyes» trabajan de consuno para lograr unas tablas e impedir cualquier otro intercambio de piezas, ya que implicaría más muertes. Finalmente, un motivo técnico provoca la anulación de la partida.

En el proceso de investigación sobre el juego, uno de los humanoides habla de los jugadores del pasado:

El ajedrez era más que un juego; para los verdaderos entusiastas, aparentemente era una clase de vida; vivían casi para esto. Había profesionales que no hacían otra cosa; lo comían, lo dormían, lo respiraban, lo absorbían a través de los poros de su piel. Lo era todo para ellos. Para ellos vivir era ajedrez...

Fanthorpe reflexiona en el libro sobre las teorías de Charles Hoy Fort (1874-1932), un conocido parapsicólogo muy influyente en muchos escritores de ciencia ficción, y sobre la esencia de la divinidad y sus atributos, no en vano es profesor de Estudios Religiosos y pastor anglicano. Yendo un paso más allá que el alemán Gustav Schenk (1905-1969) —a quien se atribuye la frase: «los hombres debieron ser en algún momento semidioses, si no, no hubieran inventado el ajedrez»—, uno de los personajes plantea que el ajedrez hubiera podido ser inventado por esos semidioses y luego regalado a la humanidad.

El punto fundamental de la novela es la defensa de la libertad de elegir el destino, que reivindican los dos reyes humanoides cuando descubren que están siendo manipulados —o que sirven de medio de transmisión— por otras entidades. Es pues una defensa del libre albedrío, de la capacidad de elegir y de la independencia de criterio ante imposiciones externas.

Para ser semidivinas y haber tenido la eternidad para estudiar el juego, el nivel de las entidades extraterrestres —sobre todo de una de ellas— es sorprendentemente flojo.

Los primeros movimientos de la partida son los siguientes: 1 e4 e5 2 ♘f3 d5 3 d3 c6 5♗f4 ♝e7 6 f3 g5 7 ♘f7 con varias jugadas muy cuestionables para ambos bandos. Después de la jugada séptima, los humanoides descubren lo que pasa y se confabulan para boicotear la partida. Se hacen algunas jugadas más, pero pronto la partida se suspenderá. Véanla, si quieren, en un tablero interactivo.


La repetición constante de las coordenadas entre las que se están moviendo los personajes, la explicación de los modos de transporte de las distintas razas y, por fin, la explicación de los movimientos de las piezas de ajedrez hacen la lectura del libro algo farragosa. Además, incurre en el frecuente error de pensar que una partida de ajedrez puede corresponderse con hechos de la vida cotidiana cuando es evidente que en el ajedrez los golpes solo te los pueden dar de uno en uno, y siempre puedes responder, mientras que en la vida los mamporros te puede venir de tres en tres. Y sin derecho a réplica la mayoría de las veces.

Terminamos con las últimas líneas del libro, un brindis que compartimos:

¡A la salud del ajedrez! —propuso Prince—. Siempre que se juegue en un tablero y con pequeñas piezas de madera...


FICHA TÉCNICA
JOHN E. MULLER
PLANETA PROHIBIDO
VÉRTICE. BARCELONA, 1967
TRADUCIDO POR FERNANDO SESÉN


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