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sábado, 16 de marzo de 2024

LA MÁQUINA DE PENSAR, DE JACQUES FUTRELLE

Jacques Futrelle (1875-1912) fue un periodista y escritor de novelas policíacas y de misterio  norteamericano. Su fama se cimentó en las obras protagonizadas por el detective profesor Augustus S. F. X. Van Dusen, eminencia científica en varias ramas del saber, conocido en el siglo como «la máquina de pensar». Van Dusen protagonizó una novela y al menos cuatro colecciones de cuentos que obtuvieron bastante éxito, aunque hoy en día están prácticamente olvidadas. En español, no ha tenido demasiada fortuna y son pocas las ediciones existentes.

El método de trabajo del profesor Van Dusen consiste en la rigurosa aplicación de la lógica a los hechos que tiene que investigar. Como suele ser habitual en este tipo de literatura, el superdotado detective va acompañado de un amigo notablemente obtuso (Sherlock Holmes y Watson; Hércules Poirot y el capitán Hastings; Pepe Carvalho y Biscúter) para que destaque más la inteligencia del protagonista. En el caso de Van Dusen es el periodista Hutchinson Hatch, reportero del ficticio diario The Daily New Yorker, quien narra, además, las aventuras.

En la gestación literaria del personaje, el ajedrez tuvo una importancia decisiva. Veamos cómo fue.

En El enigma de la celda 13, la primera aparición del profesor Van Dusen (The Problem of Cell 13; publicado entre el 30 de octubre y el 5 de noviembre de 1905 en el periódico Boston American), se cuenta como se había ganado su apodo.

El mundo entero había tenido noticias de la existencia del profesor Van Dusen bajo el sobrenombre de La máquina de pensar. Se trataba de un apodo que le había dado la prensa con ocasión de una notable exhibición de ajedrez; demostró que alguien totalmente ajeno al juego podía, por la fuerza de la lógica inevitable, vencer a un campeón que había dedicado toda una vida a su estudio. «¡La Máquina de pensar!» Tal vez ese apodo lo describiera mejor que todos sus títulos, porque pasaba semana tras semana, mes tras mes, en el retiro de su pequeño laboratorio, del que habían surgido pensamientos que asombraron a los científicos y conmovieron profundamente al mundo entero.

Futrelle debió pensar que este párrafo merecía un ulterior desarrollo. Lo hizo en el cuento La máquina pensante (The Thinking Machine. Associated Sunday Magazines. Minneapolis, 2 de septiembre de 1906), donde el ajedrez no queda precisamente en buen lugar.

Van Dusen estaba acostumbrado a la polémica, aunque con el paso del tiempo todas sus afirmaciones, por más irreverentes, heterodoxas o disparatadas que parecieran, se revelaban ciertas. Pese a ello, cuando un comentario casual, hecho delante de un aficionado al ajedrez, trascendió, el mundo del ajedrez se alborotó. Veamos lo que dijo:

—El ajedrez es una vergonzosa perversión de las funciones cerebrales —declaró el profesor Van Dusen con su voz siempre irritada—. Es una pura pérdida de tiempo. Mayor si cabe porque posiblemente sea el más difícil de todos los problemas abstractos fijos. Por supuesto se resuelve mediante la lógica. La lógica resuelve cualquier problema, no la mayoría, sino cualquier problema. Un conocimiento profundo de sus reglas permitiría a cualquiera derrotar a los mejores jugadores de ajedrez. Sería inevitable, tan inevitable como que dos y dos son cuatro, no algunas veces sino siempre. Yo no sé ajedrez porque nunca hago cosas inútiles, pero con unas horas de adecuada instrucción podría derrotar a un hombre que ha dedicado su vida a ello. Su mente está constreñida a la lógica del ajedrez. La mía no; la mía emplea la lógica en su más amplio espectro.

Cuando el aficionado al ajedrez le habló de las innumerables combinaciones posibles en ajedrez, Van Dusen confesó que no sabía nada del juego, pero se reafirmó en su pretensión:

...sostengo que un verdadero lógico puede derrotar al experto en ajedrez mediante las puras reglas mecánicas de la lógica. Me tomaré un tiempo para estudiarlo, me familiarizaré con los movimientos de las piezas y le derrotaré para convencerle.
Poco después, se reunieron en Boston los veinticinco mejores jugadores de ajedrez del mundo. Se acordó que Van Dusen se enfrentaría al ganador. Este fue Tschaikowsky, el campeón del mundo ruso, quien detentaba la corona desde hacía seis años. El desarrollo de la partida fue como sigue:
El ruso sonrió al sentarse a la mesa de ajedrez. Tenía la impresión de estar siguiendo la corriente a un loco. Los demás maestros estaban agrupados cerca de él, curiosamente expectantes. El profesor Van Dusen comenzó la partida con un gambito de dama. Después de la quinta jugada, realizada sin la menor vacilación, la sonrisa abandonó el rostro del ruso. En la décima, los maestros se revolvieron inquietos. El campeón ruso se jugaba ahora el honor. La decimocuarta jugada del profesor Van Dusen fue torre de rey cuatro dama.

—Jaque —anunció.

Tras estudiar detenidamente el tablero, el ruso protegió su rey con un caballo. El profesor Van Dusen tomó nota de la jugada y se reclinó en su silla con las puntas de los dedos juntas. Sus ojos se apartaron del tablero y estudiaron soñadoramente el techo. Durante al menos diez minutos nada se oyó, no hubo movimiento alguno:

—Mate en quince movimientos —dijo en voz baja.

Cabe imaginar el asombro de los espectadores cuando se comprobó la veracidad del anuncio. El campeón ruso, anonadado, solo acertó a decir: 

—¿Nunca había jugado al ajedrez? —le preguntó.

—Nunca.

—¡Mon Dieu! Usted no es un hombre, es un cerebro, una máquina, una máquina de pensar.

—Es un juego de niños —dijo bruscamente el científico.

Hutchinson Hatch escuchó las palabras de Tschaikowsky y tituló con ellas su articulo para The Daily New Yorker. A partir de entonces el profesor Augustus S. F. X. Van Dusen fue conocido como «la máquina de pensar».

Una edición de relatos de Jacques Futrelle editada en inglés por Hachette India en 2023

Futrelle falleció en el hundimiento del Titanic, después de negarse a ocupar un puesto en uno de los botes salvavidas en beneficio de su esposa, la también escritora Lily May Peel.

Cubierta de una edición alemana de 2022 por la editorial Molino


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