La memoria; el cine. El cine de antes, de moviola, celuloide y salas oscuras y silenciosas, que eran como templos en los que se oficiaba un rito. El cine que era el guardián de los recuerdos. La identidad, tan difícil, a veces. El fracaso, tan presente siempre.
Estos son los ejes en los que se enrosca «Cerrar los ojos», la última película de Víctor Erice.
La primera secuencia nos muestra, cine dentro del cine, un fragmento de una película antigua que quedó inconclusa. En ella, Mr. Levy, interpretado por José María Pou, un viejo y adinerado judío, pide ayuda a un detective, José Coronado, para que busque a su hija, que desapareció con su madre mucho tiempo atrás.
Mr. Levy está sentado al lado de un tablero de ajedrez que tiene como trebejos las famosas piezas de la Isla de Lewis. Interpelado por su visitante, explica el nombre de la casa donde vive, Triste-le-Roy (que por cierto es el nombre de una quinta en el cuento de Jorge Luis Borges La muerte y la brújula; las referencias culturales son frecuentes en la película):
El ajedrez es un espejo del mundo. Toda mi vida he sido un empedernido jugador de ajedrez. Y en el tablero, el rey, no sé muy bien porqué, siempre me ha parecido una pieza triste en relación con las demás. Quizá por eso me gustó tanto cuando lo descubrí. Triste-le-Roy. El rey triste. Es bonito, ¿no?
José María Pou como Mr. Levy. A su derecha, un ajedrez de la Isla de Lewis |
José María Pou como Mr. Levy. En la mano, el rey triste |
—¿Sabes de todas estas cosas la que más me ha llamado la atención?
—El escapulario.
—Ese rey.
—¿Mi padre jugaba al ajedrez?
—¿Al ajedrez...? No
Manolo Solo, como Miguel Garay, con un rey blanco en la mano |
Manolo Solo y Ana Torrent (Ana Arenas, hija de Julio) con el rey blanco |
José María Pou enfrentado al rey blanco de Lewis |
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