Ilustración diseñada especialmente para acompañar un artículo de Brian W. Aldiss titulado El científico y la Ciencia Ficción. Publicado en el número 12 de la revista Fantaciencia (EGC Ediciones, 1982). No consta quién fue el autor en la publicación
La ilustración llevaba el siguiente pie:
Una composición simbólica: seres humanos de diversos orígenes (un verdadero hombre —¿la autoconservación consciente?— y un androide —¿la mano mecánica del caso?—) se preparan para una mortal partida en tres niveles. Los tableros que se apoyan sobre el mundo contienen, cada uno, como peones de ajedrez, seres humanos armados; grupos de casas móviles; un conjunto de «cohetes» o misiles listos para lanzarse hacia lo ignoto. Se han querido representar tres estadios bien definidos de la evolución humana: desde el ser desnudo, individualista, las sociedades organizadas, hasta la dispersión de la raza hacia las estrellas, con la evidente aleatoriedad de cada situación que contiene implicaciones múltiples y cuyos resultados pueden, por lo tanto, variar desde la evolución positiva hasta la eventual prematura destrucción.
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