Reconstruyendo la partida es un libro de Marcelo García (1979) que obtuvo el Premio Asturias Joven de Narrativa 2013.
Concebido como un diario en el que dar cuenta del proceso de duelo por la muerte de su padre, Marcelo García usa el ajedrez, que había sido una parte importante de su relación (se cifran en tres mil las partidas que disputaron en los años que duró la enfermedad), para acotar sus sentimientos, perfilar la figura paterna y exorcizar el dolor y la pérdida.
El título del libro alude a que su padre, como buen ajedrecista, siempre quería «reconstruir la partida», ver si se había errado, ver qué hubiera sido mejor. Reconstruyendo la partida es la forma que tiene el autor, cambiando partida por vida (aunque acaso sea lo mismo), de recordar al padre.
Padre e hijo, por Ruzanna Mkhitaryan |
El ajedrez y un libro de Francisco Umbral (Mortal y rosa. Destino; Barcelona, 1975) en el que el duelo que se vive es por el hijo y es leído por el narrador como búsqueda de un lenitivo al dolor propio.
A lo largo de la obra, el autor recurre a una enorme cantidad de citas ajedrecísticas para enmarcar la narración. Desde las conocidísimas que abren el libro: «el ajedrez es como la vida» (Spassky) o «el ajedrez es la vida» (Fischer); pasando por los famosos y más enjundiosos tartakowerismos: «alguna parte de un error es siempre correcta», «el enroque es el primer paso para una vida ordenada», etc.; hasta llegar a algunas muy poco conocidas, al menos por mí: «los hay de dos tipos (hombres); aquellos que se rinden a las circunstancias y juegan a los naipes; y aquellos que aspiran a controlar las circunstancias y juegan al ajedrez» (Mortimer Collins) o «el ajedrez es un invernadero donde los frutos del carácter pueden madurar más completamente que en cualquier otra parte» (Edward Morgan Foster).
Pero hay muchas más. Jugadores famosos o aficionados o simples desconocidos: Tarrash, William Ewart Napier, Rubinstein, Kasparov, Spielmann, Fischer, Duchamp, Alfred Binet, John Simon, Richard Fenton, Bruce A. Moon, Purdy. Y me dejo algunos más en el teclado.
En general, están citados con acierto salvo en dos casos: «las computadoras son los únicos contrincantes que no tienen una excusa preparada cuando les venzo», atribuida a Bobby Fischer. Creo que la cita es apócrifa, en la época de Fischer no es que las computadoras fuesen rivales para un jugador de élite, es que no eran rivales ni para un jugador de club, por lo que esta declaración de Fischer no hubiera tenido mucho sentido.
La otra: «jugaba con Él al ajedrez (...) algunas veces pensaba que estaba a punto de ganarle, sólo que siempre devolvía el último movimiento y jugaba la partida de forma diferente» sí la escribió Mark Twain, pero hay que eliminar la mayúscula. No es con Dios con quien jugaba Twain sino con George Ealer, un piloto de los vapores que recorrían el Misisipí y que le enseñó el oficio de navegar.
Libro intenso y lírico que rezuma un enorme amor por el ajedrez por más que empiece con una contundente declaración: «el ajedrez se ha acabado para siempre. Nunca volverás a jugar. Ahora serás poeta. Un poeta que viste de negro y que siempre jugará con un movimiento de desventaja».
RECONSTRUYENDO LA PARTIDA
EDICIONES TRABE. OVIEDO, 2014
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