—Hay un bar en el que podrías probar, pero no hasta más tarde. No antes de las nueve y media o diez, creo yo. Allí no encontrarás chavales, pero sí podrás localizar a algunos viejos asquerosos que se interesan por los jovencitos. Se trata de Eighth Square, en la calle Diez, un poco más allá de Greenwich Avenue.
—Ya sé dónde es —le dije—. Lo conozco, pero no sabía que era un sitio gay.
—Desde fuera no se nota, pero es donde van a beber la mayor parte de los cabrones más aficionados a andar con críos. El nombre lo dice todo, ¿verdad?
Me temo que me quedé mirándole con cara de asombro.
—Me refiero al ajedrez —me explicó—. Eighth Square, la octava casilla; ahí es donde los peones se convierten en reinas.
Bajo este título, tomado de la revista que Javier Carpintero editó a mediados de la década de los 90, pretendo comentar las relaciones que el ajedrez ha mantenido y mantiene con la literatura y las artes plásticas.
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viernes, 2 de octubre de 2020
UN BAILE EN EL MATADERO
La cita precedente procede de Un baile en el matadero del escritor norteamericano de novela negra, sección hard boiled, Lawrence Block. En ella uno de sus personajes fijos, el expolicía Matthew Scudder, investiga una turbia trama de películas snuff en Nueva York.
Violencia a raudales, gente amoral en un mundo amoral y alcohol como para colmar un océano. Curiosamente, Scudder es miembro de Alcohólicos Anónimos. Tiene su gracia ver al encallecido detective recorrer los tugurios con peor fama de los bajos fondos neoyorquinos tomando leche, ginger ale y agua Perrier. Según cuenta el libro, ya se lo había bebido todo cuando era policía.
La fotografía que ilustra la cita es de la rusa Victoria Ivanova
FICHA TÉCNICA
UN BAILE EN EL MATADERO
LA FACTORÍA DE IDEAS. MADRID, 2006
TRADUCCIÓN DE ELENA GONZÁLEZ
FOTOGRAFÍA DE VICTORIA IVANOVA
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