Enero de 2019 (al igual que lo fue enero de 2018) ha sido declarado mes de la Antártida por Wikipedia. La idea es contribuir al conocimiento del continente austral en castellano. Queremos sumarnos a la iniciativa hablando de la primera partida de ajedrez disputada sobre los hielos australes de la que queda registro gráfico.
El primer cuarto del XX es considerado «La Edad heroica» de las expediciones antárticas. El calificativo se debe a las penosas circunstancias que debieron afrontar los expedicionarios, quienes las más de las veces tuvieron que rendir el tributo de sangre que exigen los dioses y los sueños. La Terra Australis Ignota empezaba a serlo cada vez menos. Cartografiar sus costas, estudiar la orografía y el clima, la fauna y la geología, eran los requisitos exigidos antes de calibrar la posibilidad de explotar los recursos que se hallaran en su seno. Todo ello recubierto, como no, de un intenso espíritu deportivo: ser los primeros en rebasar los 80º de latitud Sur, ser los primeros en llegar al polo magnético, ser los primeros en llegar al polo geográfico. Roald Admussen cerró, el 14 de diciembre de 1911, el camino a la mayoría de estos récords al alcanzar por primera vez el polo Sur. Pero aún quedaba un reto: atravesar por entero el continente. A ello se dedicó el héroe de esta historia: Ernest Henry Shackleton.
Veterano de la exploración polar, Shackleton quiso ser el primero en cruzar por tierra la Antártida. Para ello organizó la llamada «Expedición Imperial Transantártica». La expedición, sin embargo, fracasó totalmente. El barco en el que navegaba parte de los expedicionarios, el Endurance, quedó atrapado en el hielo, que literalmente lo trituró, dejando a los veintisiete hombres que conformaban la tripulación en medio de un océano congelado. Lo que siguió fue uno de los grandes ejemplos de heroísmo y supervivencia de la historia. Los náufragos tuvieron que afrontar largas marchas sobre el hielo acarreando toneladas de material, sobre todo los pesados botes salvavidas necesarios para alcanzar tierra firme; acampadas de meses sobre bloques flotantes de hielo, en las que ante la escasez de comida se tuvieron que alimentar con la carne de los perros que les acompañaban; travesías en bote de más de mil trescientos kilómetros para buscar ayuda. Sin embargo, después de más de dos años perdidos entre los hielos, Shackleton logró que todos los tripulantes sin excepción pudieran ser rescatados con vida. Eso le convirtió en uno de los mayores ejemplos de liderazgo y le reportó los mayores honores que puede recibir un marino británico. Paradójicamente, a su regreso a la llamada «civilización», gran parte de los hombres que habían sobrevivido a dos años de frío, hambre y abandono, perecieron en el transcurso de pocos meses devorados por la I Guerra Mundial.
De la expedición de Shackleton ha quedado un extraordinario registro fotográfico ya que en ella viajaba el fotógrafo australiano Frank Hurley, quien logró salvar la cámara del naufragio y registró detalladamente las aventuras vividas por los expedicionarios.
Uno de los logros fundamentales de Shackleton fue el mantener la moral alta entre los miembros de la expedición. Para ello recurrió a todos medios de entretenimiento que tenía a su alcance: música, representaciones teatrales, carreras, partidos de fútbol, partidas de cartas, dominó y ajedrez.
Fue precisamente el fotógrafo Frank Hurley el más constante de los jugadores de ajedrez. Con un fotógrafo ajedrecista a bordo, el resultado no podía ser otro.
Veterano de la exploración polar, Shackleton quiso ser el primero en cruzar por tierra la Antártida. Para ello organizó la llamada «Expedición Imperial Transantártica». La expedición, sin embargo, fracasó totalmente. El barco en el que navegaba parte de los expedicionarios, el Endurance, quedó atrapado en el hielo, que literalmente lo trituró, dejando a los veintisiete hombres que conformaban la tripulación en medio de un océano congelado. Lo que siguió fue uno de los grandes ejemplos de heroísmo y supervivencia de la historia. Los náufragos tuvieron que afrontar largas marchas sobre el hielo acarreando toneladas de material, sobre todo los pesados botes salvavidas necesarios para alcanzar tierra firme; acampadas de meses sobre bloques flotantes de hielo, en las que ante la escasez de comida se tuvieron que alimentar con la carne de los perros que les acompañaban; travesías en bote de más de mil trescientos kilómetros para buscar ayuda. Sin embargo, después de más de dos años perdidos entre los hielos, Shackleton logró que todos los tripulantes sin excepción pudieran ser rescatados con vida. Eso le convirtió en uno de los mayores ejemplos de liderazgo y le reportó los mayores honores que puede recibir un marino británico. Paradójicamente, a su regreso a la llamada «civilización», gran parte de los hombres que habían sobrevivido a dos años de frío, hambre y abandono, perecieron en el transcurso de pocos meses devorados por la I Guerra Mundial.
De la expedición de Shackleton ha quedado un extraordinario registro fotográfico ya que en ella viajaba el fotógrafo australiano Frank Hurley, quien logró salvar la cámara del naufragio y registró detalladamente las aventuras vividas por los expedicionarios.
Uno de los logros fundamentales de Shackleton fue el mantener la moral alta entre los miembros de la expedición. Para ello recurrió a todos medios de entretenimiento que tenía a su alcance: música, representaciones teatrales, carreras, partidos de fútbol, partidas de cartas, dominó y ajedrez.
Fue precisamente el fotógrafo Frank Hurley el más constante de los jugadores de ajedrez. Con un fotógrafo ajedrecista a bordo, el resultado no podía ser otro.
El doctor Leonard Hussey, embarcado como meteorólogo de la expedición, juega al ajedrez contra el fotógrafo Frank Hurley a bordo del bergantín Endurance en algún momento de 1915.
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