Robert James Fischer disputando la tercera ronda del torneo de Montecarlo de 1967 ante el francés Guy Mazzoni. Aparte del hecho de estar firmada por ambos jugadores, la foto es destacable porque a la izquierda de la fotografía aparece el artista francés Marcel Duchamp.
A propósito de este torneo uno de los biografos de Duchamp, Calvin Tomkins, hace una afirmación sorprendente:
En 1967, el presidente del Manhattan Chess Club pidió a los Duchamp que fueran los «acompañantes» de Fischer, que entonces había cumplido los veinticuatro, durante un importante campeonato de Montecarlo, en el que Fischer se proclamó vencedor. Todos los días tenían que despertarlo, lo cual no era fácil, pero aparte de eso les pareció bien educado, respetuoso y bastante simpático.
(Calvin Tomkins. Duchamp; Anagrama. Barcelona, 1999. Traducción Mónica Martín Berdagué)
Es sabido que Duchamp y su esposa Teeny seguían la carrera de Bobby desde que lo vieron jugar en 1955, cuando el joven norteamericano solo contaba con doce años de edad, en el Manhattan Chess Club y estaban al tanto de sus progresos en los torneos que disputaba.
Duchamp tenía su estudio enfrente del otro gran club de Nueva York, el Marshall Chess Club, y lo frecuentaba asiduamente. Hasta es posible que se enfrentara algún día con Bobby. Otro de los biógrafos de Duchamp, Bernard Marcadé, cuenta que el estudio de Duchamp era asediado por multitud de personas que querían hablar con el veterano artista. Duchamp aprovechaba su afición al ajedrez y la cercanía del Club Marshall para escaquearse cuando se sentía abrumado:
Como hemos dicho, resulta sorprendente la afirmación de Tomkins. Fischer contaba ya con 24 años y estaba acostumbrado a viajar solo a los torneos desde que era muy joven. Por otra parte, Duchamp y su esposa Teeny asistieron al torneo —se alojaron en el Hotel Hermitage— y asistieron a las partidas acompañados por el ajedrecista, químico, matemático y escritor François le Lionnais, a veces también por el fotógrafo Man Ray. Le Lionnais contó que Duchamp se quedaba la jornada entera, bien en la sala de juego bien en la sala de análisis, comentando las jugadas y, sobre todo, que manifestaba una abierta preferencia por Bobby por encima del resto de participantes.
Como colofón, la partida que estaba viendo Duchamp.
Duchamp tenía su estudio enfrente del otro gran club de Nueva York, el Marshall Chess Club, y lo frecuentaba asiduamente. Hasta es posible que se enfrentara algún día con Bobby. Otro de los biógrafos de Duchamp, Bernard Marcadé, cuenta que el estudio de Duchamp era asediado por multitud de personas que querían hablar con el veterano artista. Duchamp aprovechaba su afición al ajedrez y la cercanía del Club Marshall para escaquearse cuando se sentía abrumado:
Cuando la confusión se hacía demasiado evidente, Marcel Duchamp se levantaba. «Les pido que me disculpen, tengo una cita en el Marshall Chess Club. Debo jugar con Horovitz o Fischer». «¿Podemos seguirlo?». «Lo siento, el Marshall Chess Club es estrictamente privado». Se volvía hacia mí: «Ven conmigo, vamos a terminar esta partida importante», decía en voz baja y se iba al club a leer el periódico en un sillón.
(Bernard Marcadé. Marcel Duchamp; Libros del Zorzal. Buenos Aires, 2008. Traducción de Laura Fólica)
Como hemos dicho, resulta sorprendente la afirmación de Tomkins. Fischer contaba ya con 24 años y estaba acostumbrado a viajar solo a los torneos desde que era muy joven. Por otra parte, Duchamp y su esposa Teeny asistieron al torneo —se alojaron en el Hotel Hermitage— y asistieron a las partidas acompañados por el ajedrecista, químico, matemático y escritor François le Lionnais, a veces también por el fotógrafo Man Ray. Le Lionnais contó que Duchamp se quedaba la jornada entera, bien en la sala de juego bien en la sala de análisis, comentando las jugadas y, sobre todo, que manifestaba una abierta preferencia por Bobby por encima del resto de participantes.
Como colofón, la partida que estaba viendo Duchamp.
No hay comentarios:
Publicar un comentario