Hace unos meses y para celebrar la entrada número mil de este blog que tiene usted ante los ojos, Lector, presentamos un feroz alegato contra el ajedrez; el realizado por los poetas André Breton y Nicolas Calas con motivo de las exposición «The imagery of Chess». Animamos al lector a repasar dicha entrada antes de leer la siguiente:
PROFANACIÓN
El ajedrez es un combate cuerpo a cuerpo entre dos laberintos.
Una debilidad integral del ajedrez es que no se presta a la adivinación (no existe la ajedromancia).
La iglesia cristina nunca prohibió el juego del ajedrez como sí hizo con los dados y las cartas.
Para ser un buen jugador, uno no deber ser demasiado inteligente. — Jean Jacques Rousseau: Diderot no jugaba muy bien e inmediatamente reconoció la superioridad de Rousseau quien nunca falló en derrotarlo.
La guerra moderna es una forma avanzada de ajedrez pero muchas de sus piezas están obsoletas.
La «dama» es un personaje sospechoso. La facilidad con que se mueve sobre el campo de batalla nos lleva a pensar que ella es un general drag.
Una mujer está demasiado sola con un ajedrecista. (Cf. Marcel Duchamp, Joueurs d'echecs [Los jugadores de ajedrez], 1911). La verdadera Dama, la que todavía esperamos —en el ajedrez como en todas partes—es la prevista por Barthelemy Prosper Enfantin, la cabeza de la religión sansimoniana (1796-1864)
El único juego legítimo sería aquel que permitiría a cualquiera de los dos jugadores solo aquellas combinaciones de movimientos que no se hubieran intentado nunca antes.
La libertad filosófica es una ilusión. En ajedrez, como en todos los demás juegos, cada movimiento está cargado con el impreciso pasado del universo.
Para evitar cualquier sentido de grandeza en la competición, uno haría bien en reconocerse parte de una pirámide de cabezas de mono.
Un elemento de la antigua sabiduría que deberíamos tener en mente esa voz reprobadora que el general triunfante en su carro aún escucha en su cabeza.
Solo la inspiración está al mando día y noche: En general, no todo cálculo es un análisis: los jugadores de ajedrez hacen uno muy bien sin hacer el otro. —Baudelaire
El verdadero Napoleón (el asesino) fue un jugador de ajedrez mediocre. En la tumba de Lenin en la Plaza Roja puede verse un tablero de ajedrez (el comienzo de una partida o una que quedó sin terminar) y flotadores de pesca, Por otra parte (es justo mencionarlo) dos grandes innovadores del arte —Marcel Duchamp y Raymond Rousell— encontraron nuevas soluciones para algunos problemas del ajedrez.
El juego del ajedrez no es suficiente como juego; y es demasiado serio como entretenimiento. —Montaigne.
Lo que debe cambiarse es el juego, no las piezas.
Este texto provocador acompañaba la pieza presentada por Breton y Calas a la exposición:
André Breton y Nicolas Calas. Wine Glass Chess Set, 1944 (reconstrucción)
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