Ganeshas es un collage de la madrileña Marina Molares perteneciente a la serie "Animal Collective", una colección de diez obras basadas en mitologías de distintas épocas y culturas.
Nos recuerda la autora que Ganesha, el dios con cabeza de elefante, es una de las figuras que más devoción despierta entre los fieles del panteón hindú y que no solo es reverenciado por los hinduístas sino que también tiene seguidores dentro del budismo y el jainismo. Ganesha es la divinidad que ayuda a superar los obstáculos, el patrón de las artes y las ciencias, el dios del intelecto y la sabiduría.
Con estos mimbres no es de extrañar que Marina Molares haya elegido el ajedrez como vehículo para mostrar a Ganesha. ¡Y por partida doble, además! Para los aficionados al ajedrez, la simple mención de la India remite inmediatamente al chaturanga, el remoto antecedente tanto de nuestro ajedrez como de los juegos de tablero semejantes a él que se practican en China (xiangqi), Japón (shogi), Tailandia (makruk), Birmania (sittuyin) y Corea (janggi).
Una de las piezas del antiguo chaturanga era gaja, el elefante. Aunque más que con Ganesha, tiene que ver con el uso militar que de los paquidermos hacía el Imperio Gupta en el siglo VI de nuestra era, cuando se supone que el juego fue inventado a imagen y semejanza de los ejércitos imperiales: infantería, caballería, elefantes y carros de combate, todos ellos dirigidos por un rajá y su general.
Cuando los persas aprendieron el juego de los indios lo rebautizaron chatrang y tradujeron los nombres de las piezas. El rajá pasó a ser el sha y gaja pasó a ser pil. Cuando los árabes invadieron Persia aprendieron allí el juego, que llamaron shatranj, y adaptaron las denominaciones persas a su fonética. El pil se convirtió en fil. Cuando los reinos cristianos de la Península Ibérica fueron invadidos por los musulmanes también aprendieron el juego, que llamaron acedrex, y tradujeron o adaptaron el nombre de las piezas. Pero mantuvieron la palabra árabe para el viejo gaja, solo que anteponiéndole el artículo determinado al. Así se convirtió en alfil, el elefante.
No sé si la magia simpática será efectiva en este caso. Por si fuera así, cuando usted mueva un alfil, Lector, tenga presente que tiene en la mano al antiguo gaja, al viejo elefante, y que las virtudes de Ganesha le acompañarán. Superará sin esfuerzos los obstáculos que el destino tenga a mal ponerle a su paso, disfrutará como nunca antes en su vida de los gozos que proporcionan el arte y las ciencias y crecerá sin parar en inteligencia y sabiduría hasta el final de sus días, que auguro y deseo lejano.
Por la gracia de Ishvara que libra de todo temor.
Una de las piezas del antiguo chaturanga era gaja, el elefante. Aunque más que con Ganesha, tiene que ver con el uso militar que de los paquidermos hacía el Imperio Gupta en el siglo VI de nuestra era, cuando se supone que el juego fue inventado a imagen y semejanza de los ejércitos imperiales: infantería, caballería, elefantes y carros de combate, todos ellos dirigidos por un rajá y su general.
Cuando los persas aprendieron el juego de los indios lo rebautizaron chatrang y tradujeron los nombres de las piezas. El rajá pasó a ser el sha y gaja pasó a ser pil. Cuando los árabes invadieron Persia aprendieron allí el juego, que llamaron shatranj, y adaptaron las denominaciones persas a su fonética. El pil se convirtió en fil. Cuando los reinos cristianos de la Península Ibérica fueron invadidos por los musulmanes también aprendieron el juego, que llamaron acedrex, y tradujeron o adaptaron el nombre de las piezas. Pero mantuvieron la palabra árabe para el viejo gaja, solo que anteponiéndole el artículo determinado al. Así se convirtió en alfil, el elefante.
No sé si la magia simpática será efectiva en este caso. Por si fuera así, cuando usted mueva un alfil, Lector, tenga presente que tiene en la mano al antiguo gaja, al viejo elefante, y que las virtudes de Ganesha le acompañarán. Superará sin esfuerzos los obstáculos que el destino tenga a mal ponerle a su paso, disfrutará como nunca antes en su vida de los gozos que proporcionan el arte y las ciencias y crecerá sin parar en inteligencia y sabiduría hasta el final de sus días, que auguro y deseo lejano.
Por la gracia de Ishvara que libra de todo temor.
Mmm, lo suyo sería usar elefantes indios.
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