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martes, 27 de enero de 2015

LO LEE TA

En Lolita, la novela de Vladimir Nabokov aparecida en 1953 que dio fama imperecedera a su creador, su protagonista, el depravado Humbert Humbert, es aficionado al ajedrez y juega ocasionalmente con otros personajes de la novela.

Antes de conocer a Lolita, cuando aún perseguía el vano empeño de intentar poner freno a su pasión por las nínfulas mediante el matrimonio, jugó algunas partidas con el padre de su prometida, un doctor polaco:
Jugábamos al ajedrez: su hija me miraba detrás de su caballete de pintura, e introducía ojos y articulaciones tomadas de mí en los trastos cubistas que por entonces pintaban las señoritas cultas, en vez de lilas y corderillos.
Y cuando decide suspender momentáneamente su peregrinaje pecaminoso por los Estados Unidos y, ayudado por Gaston Godin, lo más parecido a un amigo que Humbert haya tenido jamás, se establece como profesor en una pequeña ciudad del Este de los Estados Unidos, el ajedrez se convierte en una práctica habitual:
Por razones obvias, prefería mi casa a la de él para las partidas de ajedrez que celebrábamos dos o tres veces por semana. Parecía un ídolo apaleado cuando se sentaba con las regordetas manos en el regazo y escrutaba el tablero como si hubiera sido un cadáver. Meditaba unos diez minutos, resollando… para hacer una mala jugada. O bien el buen hombre, después de pensar aún más murmuraba: Au roi! con un resoplido de perro viejo seguido de una especie de gargarismo que agitaba sus carrillos. Al fin levantaba sus cejas circunflejas con un profundo suspiro cuando yo le indicaba que él mismo estaba en jaque. 
Con el ajedrez, Humbert satisface su vanidad intelectual que le hace sentirse superior a la sociedad que le rodea.
Supongo que soy especialmente susceptible a la magia de los juegos. En mis sesiones de ajedrez con Gastón veía el tablero como un estanque cuadrado de agua límpida, como conchas extrañas y estratagemas rosadamente visibles en el fondo teselado que para mi ofuscado adversario era todo fango. 
Nabokov declaró en alguna ocasión que no dudaba de que había "un vínculo entre algunos espejismos de mi prosa y el tejido brillante y oscuro a un tiempo de algunos problemas de ajedrez". A un nivel más superficial, en la novela se sugiere que Lolita es la dama del juego que a lo largo de Estados Unidos, cuyos estados de fronteras cuidadosamente ortogonales no dejan de recordar un tablero de ajedrez, están manteniendo Humbert Humbert y Clare Quilty por el amor de Lolita.

Así, cuando Humbert descubre que Lolita le ha estado mintiendo, y que por lo tanto ha perdido parte de su control sobre ella, se ofusca de tal modo que pierde el hilo de la partida que está jugando que se convierte automáticamente en una metáfora de su miedo a perder a su amante:
Como supondrá el lector, mis facultades estaban embotadas y dos jugadas después, cuando correspondió jugar a Gastón, comprendí a través de la bruma de mi angustia, que podía robarme la reina. 
En la versión cinematográfica realizada por Stanley Kubrick, con guión del propio Nabokov, se da un paso más en la identificación de Lolita con la dama del juego de ajedrez. Charlotte Haze y Humbert Humbert están jugando una partida, Charlotte apenas sabe mover las piezas y Humbert le advierte de que puede perder la dama. En ese momento, son interrumpidos por Lolita que viene a despedirse de ellos antes de ir a la cama. Cuando Lolita se marcha, Charlotte realiza su jugada y efectivamente pierde la dama. Justo lo que planea hacer Humbert en la realidad.

James Mason, Sue Lyon y Shelley Winters en la escena ajedrecística de Lolita

FICHA TÉCNICA


VLADIMIR NABOKOV
LOLITA
GRIJALBO. BARCELONA, 1975
TRADUCCIÓN DE ENRIQUE TEJEDOR

LOLITA
DIRIGIDA POR STANLEY KUBRICK
GUIÓN DE VLADIMIR NABOKOV
METRO-GOLDWYN-MAYER, 1962

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