Los/las gatorazzi son uno de los grupos más activos de cualquier red social que se precie. ¿Qué día no nos sorprende un ejército de gatos haciendo cosas de gatos en las publicaciones tanto de nuestros amigos como de nuestros enemigos? Prácticamente ninguno. Nosotros, en la entrada de hoy, nos sumamos a esta corriente y aprovechamos la ocasión para reivindicar como patrona de este grupo a una egregia precursora: Henriette Ronner-Knip, pintora holandesa del siglo XIX.
Hija y nieta de artistas, pronto mostró una gran facilidad para el dibujo. Pero solo recibió una educación artística cuando su padre empezó a perder la vista y la formó en las técnicas pictóricas para que pudiera mantener económicamente a la familia con su trabajo. Consiguió su propósito totalmente y, desde los dieciséis años, Henriette se ocupó de sostener a su familia. Cosa que tuvo que continuar haciendo después de su matrimonio ya que su marido enfermó y quedó incapacitado para el trabajo.
Aunque empezó pintando paisajes y escenas de género, pronto se especializó en la pintura de animales domésticos: vacas, caballos, ovejas y, sobre todo, perros y, especialmente, gatos. Hasta tal punto llegó su especialización en los lindos gatitos que una biógrafa decimonónica tituló el ensayo que había escrito sobre ella: "la pintora de la vida y el carácter gatunos" (Marion H. Spielman." Henriette Ronner: Painter of Cat Life and Cat Character". Cassell. Londres, 1891)
Su obra fue muy apreciada por las clases burguesas urbanas y tuvo durante toda su vida un altísimo número de encargos. Recibió numerosas distinciones en vida y su obra se exhibe actualmente en diversos museos europeos.
De una fecundidad y una rapidez de ejecución extraordinarias, Ronner-Knip pintó literalmente cientos de escenas protagonizadas por gatos, como muestra valgan un centenar de botones.
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