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sábado, 2 de noviembre de 2013

PEÓN AISLADO

En zugzwang se dice en ajedrez cuando a uno de los contendientes no le queda sino esperar -con frecuencia cosas terribles-, moviendo la misma pieza de un cuadrito a otro. En zugzwang habría que decir que está uno esas tardes en que no queda sino esperar, caminando de un cuarto a otro, mirando por la ventana.
(Luis Ignacio Helguera. Astillas del tablero)


“Peón aislado” es una variada colección de escritos cuyo único nexo de unión es el ajedrez. La muerte prematura de su autor, el mexicano Luis Ignacio Helguera, dejó algunos de los textos sin terminar y otros simplemente en forma de bosquejos o apuntes preparatorios para obras proyectadas como de mayor calado.

Hay un poco de todo en estas páginas: aforismos (como el que encabeza estas líneas), crónicas deportivas, anecdotarios, apuntes biográficos, entrevistas. Sin embargo, además de amor al ajedrez en todos sus renglones, hay dos presencias predominantes a lo largo del volumen: el escritor Juan José Arreola y Carlos Torre, el extraordinario jugador mexicano que se perfilaba como aspirante al Campeonato del Mundo de Ajedrez en los años 20 del siglo XX cuando una enfermedad mental lo apartó para siempre de los tableros.

Es bien sabida la intensa pasión que sintió Arreola por el ajedrez, al que admitió haber dedicado más tiempo que a la literatura, desde que lo aprendió a jugar a los veintidós años de edad. Tarde para alcanzar la excelencia, como lamentaría el resto de su vida, pero a tiempo para encontrar en él una “vía de escape hacia el infinito”, según declaró en una entrevista. El Arreola que vemos en estas páginas es ya no tanto un escritor como un “hablador”, un incansable jugador diario de ajedrez en las veladas que organizaba en su casa, un excéntrico jugador de torneos abiertos a los que acudía pertrechado con la cristalería necesaria para degustar un buen vino. Antes había sido organizador, animador y hasta presidente de la Federación Mexicana de Ajedrez.

Juan José Arreola en 1973 fotografiado por Kati Horna. Es probable que el tablero sea el que él mismo construyó, tal y como se cuenta en uno de los capítulos del libro que estamos comentando
A diferencia de Arreola, cercano e íntimo por la proximidad del autor a su circulo familiar, Carlos Torre, sumido en la distancia y el olvido, se nos presenta como un enigma. Torre, como una estrella fugaz, deslumbró al mundo ajedrecístico con apenas veinte años al conseguir unos extraordinarios resultados en varios torneos europeos y norteamericanos. En 1926, antes de cumplir los veintidós años, sufrió en Nueva York una crisis nerviosa. Volvió a México y jamás regresó a la competición. Murió más de cincuenta años después. Dada su juventud, era razonable esperar grandes mejoras en su juego pero nunca lo volvió a intentar.

Helguera recopila toda la bibliografía existente sobre Torre, busca y encuentra los escasos y raros libros que escribió el propio Torre en los años veinte, visita los lugares donde vivió y murió y reúne datos para un libro en el que quería desentrañar las razones que motivaron su repentino y total abandono de la práctica del ajedrez de competición. Sabemos que quería plantearlo como un relato de intriga, como una crónica detectivesca. Su muerte dejó el proyecto inacabado.

Carlos Torre en el Torneo Internacional de Moscú de 1925. Fotograma de la película “La fiebre del ajedrez” de Vsevolod Pudovkin y Nikolai Shpikovsky
Luis Ignacio Helguera fue un escritor y periodista mexicano que cultivó diversos géneros y que siempre mantuvo una estrecha relación con el ajedrez: jugador, árbitro, divulgador y animador cultural. Además del libro que nos ocupa, también publicó sobre el mismo tema "El ajedrez" (Tercer milenio. México DF, 2001) 
Fotografía de Luis Ignacio Helguera (izq.) de fecha, autor, localización y acompañante desconocidos. Cualquier información al respecto sería bienvenida.


FICHA TÉCNICA

LUIS IGNACIO HELGUERA
PEÓN AISLADO. ENSAYOS SOBRE AJEDREZ
PÉRTIGA. MÉXICO DF, 2006.

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